giovedì 31 dicembre 2009

FOPLADE- TRIBUNA: CARLOS MESA
América Latina 1999-2009, el péndulo implacable y la incertidumbre
CARLOS MESA 31/12/2009


Muy poco de lo que supusimos que ocurriría en la primera década del siglo XXI realmente ocurrió. Es lo que suele pasar con toda predicción. Es el riesgo de la futurología, que acaba atrapada por el lugar y las circunstancias en las que se hace.

América Latina no es una excepción. Cuando el liberalismo económico y las democracias bajo el modelo de los países desarrollados parecían haberse instalado para quedarse, en 1999 el entonces desconocido coronel golpista Hugo Chávez (en 1992 intentó, sin éxito, derrocar al Gobierno democrático de su país), fue elegido presidente de Venezuela. En 2009, montado en una Constitución a su medida, los precios del petróleo, la limitación de la libertad de expresión, las nacionalizaciones, el armamentismo que ha contagiado a toda la región y diversos bonos y acciones a favor de los más pobres, es la figura más relevante de América Latina.

En este año que concluye se conmemoró medio siglo de la revolución cubana. Castro es presidente de esa nación caribeña, pero no es Fidel. El viejo líder que la condujo en 1959 es ahora un personaje parecido al Cid Campeador, que ya muerto fue apuntalado en su caballo con una estaca de madera en la espalda. Hizo así su última cabalgada, su imagen inerte fue entonces suficiente para la victoria. ¿Lo será ahora? Chávez se adscribe como el heredero de Fidel, pero esta América Latina no es la de hace cincuenta años. Las viejas utopías marxistas han sido enterradas junto con el socialismo real, y el mercado (marcado por la especulación, la falta de escrúpulos y el desfonde financiero, aún de pronóstico reservado) es el signo de la globalización, lo que no parece convencer a todos en este hemisferio.

¿Qué simbolizan ambos acontecimientos? Un cambio muy significativo y un enfoque que dio un giro copernicano al continente. ¿Pero es un giro estructural y de largo plazo?

En una década, Chávez pateó el tablero satanizando una palabra, el "Neoliberalismo", con la que descalificó a la mayoría de los Gobiernos latinoamericanos de la década de los noventa que aplicaron las recetas diseñadas en 1989 conocidas como el Consenso de Washington. Se trataba de un paquete macroeconómico para estabilizar las vapuleadas economías regionales con ajustes monetarios, incremento de la presión fiscal, recortes de gastos y procesos de privatización. Si bien a fines de la década América Latina había logrado la estabilidad e incluso modestos avances en la lucha contra la pobreza, el impacto social de desempleo, marginalidad y "cinturones apretados" hizo estallar varias democracias y desestabilizó la región en su conjunto. En 2009 el 41% de los latinoamericanos vive en la pobreza y de ellos, el 16% en la indigencia. Menos Estado y más iniciativa privada no fueron la solución. Desde 2006 Chávez sumó a su discurso de inspiración castrista, además de Cuba, a Bolivia, Ecuador y Nicaragua e incluso de modo algo ambivalente a Argentina. Vino la radicalización, sonó otra vez el antiimperialismo, la oposición a tratados de libre comercio y la rebelión abierta frente a las políticas de Washington. Contra lo esperado, el escenario no se ha suavizado con la llegada a la presidencia de Barack Obama.

Dos ejemplos dramáticos de esta realidad son Bolivia y Ecuador. En Bolivia, tras una aguda crisis política (2000-2005) signada por la inestabilidad y la violencia, llegó a la presidencia Evo Morales, dirigente cocalero de la zona de la que sale el 90% de la hoja que se transforma en cocaína; es el primer presidente indígena de la historia boliviana en un país donde el 50% de sus habitantes tienen ese origen. El mandatario inició un Gobierno que reivindica a los "oprimidos durante 500 años" con el derecho de gobernar los próximos 500. El "nosotros" de Morales ha sido hasta ahora el de los indígenas, lo que ha generado una polarización y confrontación permanente con la clase media mestiza y blanca y ha dado lugar a una nueva Constitución que ha transformado al país de República en Estado Plurinacional con 36 naciones, con la otra mitad bajo el denominativo genérico de "comunidades interculturales". El experimento incluye la aplicación de la justicia indígena con el mismo rango que la republicana, cinco niveles de autonomías, desde las de regiones poderosas como Santa Cruz hasta las indígenas reconocidas en el nuevo Estado. Morales acaba ser reelegido por abrumadora mayoría.

En Ecuador, el último presidente que concluyó su mandato lo hizo en 1996. Tras la quiebra del sistema financiero y la dolarización de la economía en 2000, vivió durante casi una década con abortados y precarios Gobiernos que terminaron con la asunción del mando de Rafael Correa, joven y brioso antineoliberal que también hizo una nueva Constitución y ha sido reelecto como Morales. El seguimiento del modelo chavista deja pocas dudas. En política internacional esto ha llevado a la ruptura con Israel y a serios coqueteos con Irán, la bestia negra de Estados Unidos. Bajo esta batuta se ha conformado el ALBA, un bloque de integración bastante débil en lo económico pero de gran influencia política.

Pero tanto o más importante que el desborde chavista es el caso de Brasil. El 1 de enero de 2003 llegó a la presidencia Luiz Inácio Lula da Silva. Lula heredó ocho años de una política liberal encabezada por el intelectual Fernando H. Cardoso. Casi dieciséis años después, Brasil ha dado el gran salto y es hoy una potencia mundial y parte fundamental de las grandes naciones emergentes como China e India.

El Brasil planetario se ha convertido también en el país líder de la región, nada menos que de la mano de un trabajador metalúrgico. Lula simboliza el otro socialismo latinoamericano, moderado y racional, el de Chile, Uruguay, República Dominicana, Guatemala y El Salvador, en la lógica de la globalización, tratados de integración comercial, una presencia importante de la empresa privada combinada con un liderazgo estatal en empresas claves, pero en todos los casos con una inequívoca vocación de inversión social. Los resultados de reducción de la pobreza tan sostenidos como pausados son indiscutibles en la mayoría de estas naciones.

Pero, quizás por miedo a la mala conciencia, los socialistas moderados han preferido -al ritmo de Lula- no hacer olas en contra de Chávez, lo que le ha permitido a éste un liderazgo que ha dado a luz a Unasur, un bloque político que muestra una cara política que trata de disfrazar el terrible fracaso de los procesos de integración económica regional que están en crisis o simplemente agonizando. En el extremo menos malo, el grupo de países centroamericanos, en estancamiento preocupante el Mercosur y al borde del colapso la Comunidad Andina. La política de Bush de promover tratados bilaterales de libre comercio planteó varias interrogantes sobre la integración económica latinoamericana, a pesar de que una parte no poco importante del intercambio comercial es intrarregional. Como pocas veces en el pasado, los problemas ideológicos y los conflictos bilaterales entre países han enrarecido el ambiente general.

Pero sería un error suponer que el péndulo (constante de la historia de América Latina desde su independencia) va inexorablemente a la "izquierda" y al socialismo. Para retrucarlo está Álvaro Uribe, presidente de Colombia, la otra cara de la medalla de Chávez. Firme aliado de Washington y de la globalización, amigo de la iniciativa privada y de los tratados de libre comercio, apoyado en su éxito relativo contra las FARC (a un alto costo de violencia en medio de una turbulenta guerra sucia) y en su gran popularidad interna, Uribe busca con su peculiar autoritarismo seguir al mando de Colombia. Lo acompaña el Perú del presidente Alan García que, como todo converso (en su fallido primer Gobierno hizo gala de posiciones de izquierda militante), es el más liberal de todos los gobernantes suramericanos. En línea parecida están Costa Rica y Panamá.

¿Y la otra gran potencia regional, México? El camino mexicano es una irónica paradoja. Firmó en los noventa el TLCAN con Estados Unidos y Canadá y dio un salto de gigante. Impulsado por la locomotora estadounidense, en pocos años superó en exportaciones a Brasil. Hoy Brasil es la novena economía del mundo y México la décimo primera, pero en 2009 la crisis económica estadounidense arrastró a los mexicanos a la mayor caída de su crecimiento en los últimos veinte años. En política, en 2000 el triunfo de Vicente Fox rompió setenta años de dominio político del PRI. La derrota de la "dictadura perfecta" a decir del escritor Mario Vargas Llosa ("democracia" de partido único) no trajo el cambio que los mexicanos esperaban. El estrecho triunfo del presidente Felipe Calderón sobre su oponente de izquierda lo hirió desde el principio de su mandato y la lucha contra el narcotráfico no ha hecho otra cosa que incrementar la violencia a niveles nunca antes vistos, lo que ha colocado a México en situación de desaliento y desventaja para ocupar su papel de liderazgo regional frente a la iniciativa brasileña.

Si buscáramos en este contexto algún modelo, estaría encarnado en Chile y Costa Rica, países estables, políticamente maduros, económicamente sólidos y con procesos de gran crecimiento e integración internacional -particularmente Chile-. En algo más de una década, Chile está al borde de indicadores del primer mundo. La lección es clara, pero no la entienden todos. Moderación, equilibrios y sentido plural, sin olvidar el pago de la deuda social. La respuesta en el otro lado del espectro político continental es radicalismo, caudillismo populista, autoritarismo y sentido mesiánico traducido en la reelección indefinida del "líder". Son implacables proyectos de poder personal. El ex presidente uruguayo José María Sanguinetti afirma que los populismos de Chávez, Morales u Ortega son hijos de la abundancia (América Latina ha registrado la mayor bonanza económica del último siglo en el periodo 2004-2008). Habrá que ver si en circunstancias menos promisorias las propuestas del "socialismo del siglo XXI" pueden mantener la avalancha de votos a su favor que hasta ahora los han refrendado.

¿Y el futuro? Hay muchas variables a analizar, pero la consideración de dos de ellas puede ayudar a plantear algunas hipótesis. Primero, la política. La región vive una sucesión de procesos electorales cruciales en el periodo 2009-2011, de ellos hay tres particularmente significativos. El de Chile, que en enero de 2010 en segunda vuelta definirá si el nuevo Presidente es Sebastián Piñera de la derecha o Eduardo Frei de la Concertación. En octubre de 2010 Brasil irá a las urnas. Lula tratará de que su candidata Dilma Rousseff le suceda; el centro derecha, probablemente con José Serra, tratará de romper los ocho años del PT. En 2011, los esposos Kirchner buscarán continuar la alternancia familiar en el mando de Argentina; la oposición, aún fragmentada, pretende interrumpir la saga familiar ante la hoy debilitada popularidad de Cristina Fernández. Si Chile, Argentina y Brasil cambian de polo ideológico en el periodo 2010-2011, el panorama latinoamericano podría dar un vuelco que hace muy poco era impensable y que debilitaría la receta chavista. Segundo, la economía. La bonanza terminó, se trata ahora de saber si la crisis mundial será superada razonablemente o no, pero el tiempo de las vacas gordas es parte del pasado.

Último apunte. Honduras. Contra todo pronóstico, el golpe de Estado contra Manuel Zelaya en uno de los países más débiles y pobres del continente tuvo éxito. Ni Venezuela, ni Brasil, ni la OEA, ni nadie movieron de su sitio al presidente golpista Roberto Micheletti. Estados Unidos tuvo mucho que ver, terminó apoyando a Micheletti y las cuestionadas elecciones que ganó Porfirio Lobo. A pesar de la teoría de que Estados Unidos le ha dejado a Brasil la responsabilidad de la región, a la hora de la verdad sigue inclinando la balanza. El golpe hondureño se cierne como una sombra sobre América Latina en dos direcciones, la posibilidad de desestabilizar Gobiernos democráticos, pero también la evidencia de que ejecutivos autoritarios hace rato han sometido a través de formas disfrazadas de golpe de Estado a los poderes judiciales en varios países. La Carta Democrática de la OEA ya no es suficiente para resolver el nuevo escenario.

Dos conceptos pueden caracterizar el futuro de América Latina: La enfermedad del péndulo y la constante de la incertidumbre.




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giovedì 24 dicembre 2009


FOPLADE- Navidad. 2009.


Buen dia.

Le he pedido a mi compañero de armas que me ayude a escribir estas palabras, desde hace ya algunos años iniciamos una gran aventura antes de seguir mi camino, se convirtió en mis piernas, en mi doctor, en mis ojos y en mis pensamientos, ahora a través de él puedo seguir teniendo la oportunidad de disfrutar del cariño y amor de los seres que se encuentran en mi corazón.

Este compañero no es el único que tengo también tengo a mis cómplices de de mi vida, hijas, hijos, nietas y nietos, Chacha etc.

Disfrutemos esta Navidad como siempre, con alegria y entusiasmo, hoy es un día importante para nuestra familia y para toda la humanidad, con cierto materialismo celebramos, si celebramos lo más importante el nacimiento de Cristo, acontecimiento que nos llena de esperanza al sabernos hijos de Dios, al saber que tenemos una misión y al final de nuestros tiempos en la tierra un espacio cálido, un espacio de amor junto a él.

Felicidades



Luis Felipe Rodríguez Huerta.

P.D. Gracias Compañero.




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martedì 22 dicembre 2009


FOPLADE-EAN-MARIE COLOMBANI Fracaso en Copenhague

JEAN-MARIE COLOMBANI 22/12/2009


¿Hay que alarmarse por el fracaso de la cumbre de la ONU sobre el clima celebrada en Copenhague? ¿Hay que preocuparse hasta el punto de escribir, como hace el sitio slate.com, que acabamos de vivir un nuevo Múnich? ¿O, por el contrario, hay que seguir a Barack Obama cuando habla de una fecha histórica en la que, por primera vez, el planeta se ha puesto de acuerdo en un objetivo útil, no vinculante, de limitación del aumento de la temperatura? En realidad, el presidente estadounidense sólo tendrá razón si, a partir de 2010, se pone en marcha un proceso que conduzca a los principales contaminantes del planeta a adoptar políticas susceptibles de respetar ese objetivo. Por ahora, podemos llegar a una conclusión, extraer una enseñanza y señalar una contradicción en los acontecimientos que nos han conducido a plantear este interrogante sobre Copenhague.


La ONU no es el foro adecuado para elaborar reglas vinculantes, como se pretendía

La conclusión es la inadecuación del marco de la ONU al objetivo perseguido, a saber, un acuerdo internacional vinculante. Inadecuación porque, para tener éxito, el procedimiento de la ONU requiere que todo esté escrito de antemano, incluso antes de que se celebre la cumbre, cuya finalidad no es entonces sino rubricar lo acordado. Esto, que ya se adaptaría difícilmente a un foro como el G-20, en el que los jefes de Estado y de Gobierno se sientan a la mesa con la presión de elaborar un compromiso en 48 horas, es rigurosamente imposible cuando se hace extensivo a 190 Estados, y máxime cuando impera la regla de la unanimidad. Como todos nosotros constatamos cada día, ya resulta bastante difícil hacer avanzar a Europa entre 27, y eso que la UE está acostumbrada a los compromisos y domina más o menos sus propias reglas del juego. ¿Qué decir de un foro en el que están representados todos los países? A no ser que uno crea en el Espíritu Santo, no se vislumbra cómo podría funcionar ese mecanismo cuando se trata, una vez más, de elaborar reglas vinculantes. Y, ya que los principales contaminantes son EE UU, China y Europa, éstos habrían podido empezar por llegar a un entendimiento en el seno de una instancia que ha demostrado su utilidad -y cómo- en la gestión colectiva de la crisis económica.

Pero Copenhague nos proporciona también una enseñanza: la instauración progresiva de un G-2, o sea, la del nacimiento, ante nuestros ojos, de un nuevo condominio ejercido por EE UU y China. En esa pareja, por otra parte, la voz cantante la ha llevado la potencia en alza, es decir, una China refractaria a cualquier control que garantice al resto del mundo un mínimo de transparencia. La especie de acuerdo al que se ha llegado en Copenhague es pues fruto de un consenso previo entre los presidentes chino y estadounidense.

Barack Obama ha desempeñado un papel decisivo en Copenhague: al ver que China estaba organizando su propia coalición con India, Suráfrica y Brasil, se impuso en el seno de ese cenáculo para, finalmente, alcanzar un acuerdo. Esto tiene tanto más mérito en cuanto que, dentro de EE UU, Obama se enfrenta a una opinión pública que no está lejos de considerar que se está exagerando con estas cuestiones medioambientales, y es criticado, desde el bando republicano, por quienes reclaman un rebrote del nacionalismo -en nombre de la protección del empleo- y no ese multilateralismo tan caro al presidente estadounidense.

La contradicción, finalmente, es aquella en la que está sumida Europa. Su enfoque era reducir de forma vinculante las emisiones de gases de efecto invernadero. Ahora bien, la UE está lejos de alcanzar los objetivos que ésta se fijó a sí misma. Y, sobre todo, Europa ha podido comprobar que su enfoque no conviene a buena parte del resto del mundo, que considera que tiene derecho a más crecimiento para intentar alcanzar el bienestar del que disfrutan nuestras sociedades. El esfuerzo hacia los países emergentes que anunció como contrapartida no era muy creíble a estas alturas. Por eso, la UE debería modificar su enfoque y hacer un gran esfuerzo en investigación, pues las patentes relacionadas con las tecnologías compatibles con las normas medioambientales registradas en el continente sólo representan el 2,5% del total.

Queda claro, al margen de la olla de grillos que ha sido Copenhague, que la defensa del medio ambiente va a pesar mucho en la posición relativa de las grandes superpotencias, con la amenaza constante de ver cómo este tema enmascara la tentación de un retorno al proteccionismo y una visión maltusiana de la economía. Pero lo peor no tiene por qué ocurrir. Tomemos pues Copenhague como el comienzo de una toma de conciencia sobre la necesidad de inscribir las preocupaciones ecológicas en los mecanismos de crecimiento. Y situemos el fracaso de la cumbre en el capítulo de los balbuceos de un multilateralismo que necesita organizarse. Y, más que nada, esperemos que 2010 sea el año de una nueva toma de conciencia que obligue a relanzar la ambición europea.

Traducción: José Luis Sánchez-Silva.





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sabato 19 dicembre 2009


FOPLADE-Francia busca su identidad frente al islam
Sarkozy reduce su gran debate nacional a una polémica sobre la presencia social de los musulmanes - La oposición acusa al presidente de oportunismo electoral

ANTONIO JIMÉNEZ BARCA - París - 10/12/2009


La irrupción del presidente de la República Francesa, Nicolas Sarkozy, en el debate sobre la identidad nacional a través de una larga tribuna publicada el martes en el periódico Le Monde, ha producido un brutal efecto inmediato y determinante: la reducción del gran debate nacional a una polémica sobre el papel del islam y de los musulmanes en Francia. Era algo que se intuyó tras la votación Suiza sobre los minaretes de las mezquitas, que en Francia tuvo un gran eco que no cesaba de multiplicarse. Pero el escrito de Sarkozy, con alusiones explícitas a los "compatriotas musulmanes", lo ha remachado. Así, el debate que comenzó con la pregunta ¿en qué consiste ser francés? (ése era el interrogante que el Ministerio de Inmigración e Identidad Nacional lanzó en su página web para que los franceses contestaran) se ha convertido ya en otro más concreto y, según muchos, más resbaladizo: ¿en qué consiste ser musulmán ahora bajo las leyes laicas de la República Francesa?

"Sarkozy ha querido evitar desvaríos tras el voto de Suiza", dice un dirigente islámico

"Es históricamente falso identificar islam y extranjero", advierte un experto

El escrito de Sarkozy, que tuvo ayer una repercusión mediática enorme, daba alguna pista: "La civilización cristiana ha dejado una huella tan profunda (...) que todo lo que pueda ser considerado un desafío a estos valores condenaría al fracaso la instauración de un islam que (...) deberá encontrar sus vías para insertarse sin violencia en nuestro pacto cívico". Y añadía: "Cristiano, judío o musulmán, hombre de fe, cualquiera que sea, todos deben evitar la ostentación y la provocación (...) y practicar su culto con humilde discreción".

En principio, la mayoría de los principales representantes del culto musulmán en Francia acogieron la tribuna con satisfacción. "El presidente Sarkozy ha querido reconducir las cosas y evitar los desvaríos después de algunas reacciones tras el voto de los suizos prohibiendo los minaretes", aseguró Mohamed Moussaoui, presidente del Consejo francés del Culto Musulmán. Moussaoui hacía referencia al aumento de frases y comentarios racistas que se registraron en la página web del Ministerio de Inmigración dedicada al debate tras la votación suiza. De hecho, hay varios dirigentes y diputados de la mayoritaria Unión por un Movimiento Popular, el partido de Sarkozy, que aseguran que el presidente se ha decidido a intervenir en el debate (y de hecho a apropiárselo) viendo que podía escapársele de las manos a tres meses y medio de los comicios regionales de marzo.

Pero no todos los representantes religiosos se muestran tan satisfechos. Así, el imán de la mezquita de Lyon rechaza los consejos de Sarkozy sobre "discreción" de los creyentes a la hora de practicar su culto. "Me molesta, en cuanto musulmán, que se me pida que sea discreto cuando actualmente, en Francia, hay mucha gente que, con toda libertad, acusa a los musulmanes de muchas cosas. No creo que pidiendo discreción se arreglen las cosas: los musulmanes en Francia somos minoría, pero se nos tiene que considerar en igualdad de condiciones respecto de las otras religiones", aseguraba ayer en el diario Libération.

Hay otro elemento del escrito de Sarkozy que ha molestado a algunos musulmanes franceses. En varias partes de la tribuna, el presidente de la República opone los derechos y los deberes "de los que llegan" y "de los que acogen". Éric Geoffroy, islamólogo, aseguró ayer también en Libération: "Sarkozy identifica islam y extranjero. Habla de 'aquellos que llegan' como si el islam fuera nuevo en nuestro país, algo que, sociológica e históricamente, es falso".

Un dato que avala la teoría de Geoffroy: en Francia, los musulmanes son cerca de seis millones. La mitad tiene la nacionalidad francesa. Muchos, además, son nacidos en Francia, hijos o nietos de inmigrantes, esto es, tan hijos de la República (en teoría) como cualquier otro ciudadano nacido en territorio francés.

La tribuna de Sarkozy no se publicó en un día cualquiera. El martes, los parlamentarios discutieron, precisamente, sobre la identidad nacional. La izquierda volvió a acusar a Sarkozy de agitar con oportunismo una cuestión que, a su juicio, le puede dar réditos ante las elecciones regionales, robándole adeptos al Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen a base de estrangular su reivindicación favorita: la persecución de la esencia francesa.

"Es un debate malsano, que el voto de los minaretes suizos ha vuelto catastrófico", aseguró un diputado socialista en la Asamblea. El presidente del grupo parlamentario socialista, Jean-Marc Ayrault, definió el escrito de Sarkozy como "algo que lleva en sí la desconfianza sobre el otro, sobre el extranjero". Y concluyó: "El amor a una nación se consigue gracias a un deseo del corazón y no por un decreto del miedo".

Éric Besson, ministro de Inmigración e Identidad Nacional, impulsor del debate, pidió, abucheado por los militantes socialistas: "Escuchemos al pueblo, oigámosle. Por naturaleza, un republicano no tiene miedo del pueblo".
Tesis del presidente

- Deberes. "Corresponde al que acoge reconocer lo que el otro puede aportar; y corresponde al que llega el respeto del que tiene delante. Corresponde al que acoge compartir su herencia, su historia, su civilización y su arte de vivir. Corresponde al que llega tener voluntad para insertarse sin brutalidad en esa sociedad que va a contribuir a transformar".

- Laicidad. "No es el rechazo de todas las religiones, sino el respeto a todas las creencias".

- Islam. "La civilización cristiana ha dejado una huella tan profunda ligada a los valores de nuestra República que todo (...) desafío, condenaría al fracaso la instauración del islam".

- Discreción. "Cristiano, judío o musulmán (...), todos deben evitar la ostentación y la provocación".






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martedì 15 dicembre 2009


FOPLADE- ANDRÉS OPPENHEIMER El dinero, el amor y Chávez

ANDRÉS OPPENHEIMER 15/12/2009


"Para leer todas las columnas de Oppenheimer vaya a

http://www.elnuevoherald.com/

El presidente narcisista-leninista de Venezuela, Hugo Chávez, no le está sacando mucho rédito a los miles de millones de dólares que está gastando en relaciones públicas en el exterior: según una nueva encuesta, su popularidad en Latinoamérica difícilmente podría ser más baja.

Si el precio del petróleo se mantiene es probable que disminuya la influencia del presidente venezolano

Una encuesta realizada a 20.200 personas de 18 países latinoamericanos por Latinobarómetro, una empresa con sede en Chile, revela que, cuando se les pidió que evaluaran a los líderes extranjeros en una escala del 0 a 10 -en la que el 10 equivale a una imagen "muy buena"- los latinoamericanos le dieron a Chávez la peor calificación de una lista de 17 líderes regionales y mundiales.

Y lo que podría dolerle aún más al presidente de Venezuela es que, según la misma encuesta, el líder con la mejor imagen es el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quien sacó un promedio de 7 puntos. Le siguen en la lista el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, con un puntaje de 6,4; el rey Juan Carlos de España, con 5,9; el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, y la presidenta chilena, Michelle Bachelet, empatados con 5,8 puntos cada uno, y el presidente de México, Felipe Calderón, y el presidente de Costa Rica, Óscar Arias, empatados con 5,7 puntos cada uno. Al final de la lista figuran el copresidente de facto de Cuba, Fidel Castro, con 4 puntos, y Chávez, con 3,9 puntos.

Resulta interesante que, según lo que revelan las cifras del Latinobarómetro, Chávez tiene mejor imagen en Venezuela que en el exterior. El presidente venezolano tiene un 50% de imagen positiva en Venezuela, mientras que su porcentaje de aprobación es del 41% en El Salvador, 33% en Bolivia, 27% en Argentina, 18% en Honduras, 16% en Perú, 15% en Chile, 13% en México y 12% en Colombia. Los resultados generales de la encuesta resultan sorprendentes, si uno tiene en cuenta las toneladas de dinero que Chávez está gastando en promocionar su imagen en el exterior.

Según otro estudio realizado por el partido de oposición venezolano Primero Justicia basándose exclusivamente en anuncios oficiales del Gobierno de Chávez, Venezuela gastó 53.000 millones de dólares en "regalos" a otros países durante los cuatro años que terminaron en diciembre de 2008, o el equivalente a 14.500 millones de dólares por año. Esa cifra incluye los anuncios oficiales de compra de bonos de la deuda externa argentina, así como donaciones de petróleo a Cuba, Nicaragua, El Salvador y Estados Unidos, y escuelas, hospitales y otros proyectos sociales en toda la región. No incluye los millones de dólares en ayuda extraoficial, como la maleta llena de efectivo descubierta en Argentina en 2007.

En 2009, debido a la caída del precio del petróleo y a las crecientes críticas domésticas a la generosidad de Chávez en el exterior, la ayuda externa oficial de Venezuela cayó a unos 3.000 millones de dólares, según me dijo un investigador que está preparando un informe actualizado del estudio de Primero Justicia.

¿Cómo se explica la poca popularidad de Chávez?, le pregunté a Marta Lagos, la directora de Latinobarómetro. "Su imagen en la región ha caído mucho desde 2006", me dijo. "A los latinoamericanos no les gusta que otras personas se metan en sus asuntos internos. Y el liderazgo asistencial, paternalista, un poco denigrante, de dar dinero y luego cacarearlo, no cae bien".

Eso se hace más evidente cuando se compara con el alto nivel de aprobación en la encuesta que recibieron Obama y Lula, dijo Lagos. Ambos presidentes tienden a ser más humildes al hablar de su ayuda externa, agregó. Mi opinión: la encuesta de Latinobarómetro confirma lo que muchos de nosotros sospechábamos desde hace tiempo, y es que la popularidad de Chávez es directamente proporcional a los precios del petróleo. Aunque Chávez nunca ha estado entre los líderes más populares de la región, cuando el precio del petróleo estaba por las nubes en 2008, había más latinoamericanos que lo apreciaban. Ahora que los precios del petróleo y la ayuda externa venezolana han bajado, la poca popularidad que tenía Chávez en el exterior ha caído aún más.

Todo esto me lleva a creer que si el precio del petróleo se mantiene en el nivel actual, tal como prevé la mayoría de los economistas, es probable que la influencia de Chávez en Latinoamérica disminuya. La fabulosa riqueza petrolera de Chávez probablemente le dé recursos suficientes como para costear su megalomanía en Venezuela y en algunos pocos países aliados, pero no le alcanzará para financiar su proyecto de liderazgo continental. A juzgar por los resultados de su inversión, el presidente venezolano podría estar cantando la vieja canción de los Beatles Money can't buy me love, o El dinero no me puede comprar el amor.

© 2009 El Nuevo Herald. Distribuido por Tribune Media Services International.





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domenica 13 dicembre 2009


FOPLADE- ENTREVISTA Kofi Annan Ex secretario general de la ONU
"Vivimos en la era de la confusión"

JOHN CARLIN 13/12/2009


En la esfera de la elegancia, no hay nadie en el mundo que compita con un cierto tipo de señor africano, llegado a una cierta edad. En el caso de Kofi Annan es una elegancia que, independientemente de sus impecables trajes y de sus exquisitos modales, se expresa en un fino equilibrio químico entre la solemnidad y la simpatía. Ghanés, de 71 años, Annan posee una visión única del mundo: por un lado, panorámica, legado de su década como secretario general de las Naciones Unidas; por otro, bifocal, consecuencia de conocer la cultura occidental (ha vivido en Europa o Estados Unidos más de 40 años y su mujer es sueca) con la misma intimidad que conoce los secretos del continente en el que nació. Tras dejar Naciones Unidas a finales de 2006, tras cinco años de agrios enfrentamientos con el Gobierno de George W. Bush, especialmente sobre la guerra de Irak, Annan se dedica a promover las actividades de la fundación que lleva su nombre. Su objetivo es utilizar la credibilidad, el prestigio, la experiencia y los contactos de alto nivel acumulados durante casi medio siglo en la ONU para asesorar a líderes mundiales, mediar en conflictos (en Kenia, hace dos años, paró una guerra civil) y combatir la pobreza. Annan recibió a EL PAÍS en su despacho en Ginebra (Suiza). Empezó haciendo lo que en los círculos diplomáticos llaman un tour d'horizon de la situación mundial.

"Los líderes mundiales leen y no dirigen. Leen las encuestas, en vez de dirigir"

"Cuando uno hace de mediador, hay que pensar en cuál es la mayor necesidad del pueblo"

"Existe una necesidad mundial de Obama. Si no tiene éxito, el péndulo oscilará otra vez"

"Si alguien ve que algo está mal, que organice a sus amigos y haga algo al respecto"

Pregunta. Veinte años después de la caída del muro de Berlín, ¿no siente a veces, observando el mundo actual, cierta nostalgia por las sombrías certidumbres de la guerra fría? ¿No era, aunque parezca curioso, un lugar más estable y menos peligroso?

Respuesta. Cuando uno piensa en la guerra fría, las grandes potencias tenían sus esferas de influencia, contaban en todo el mundo con dirigentes a los que controlaban o sobre los que tenían una influencia considerable. Además, intervenían en muchas de las guerras civiles que estallaban, así que, en cierto sentido, podían encender o apagar la situación. Podían controlarla. Hoy, no hay control. Se ha convertido en un sálvese quien pueda, y en algunas guerras civiles prolongadas se ven atrocidades impensables. Por suerte, hoy hay menos guerras civiles en África que hace 10 o 20 años. Pero las que sigue habiendo son absolutamente brutales. No hay más que ver lo que sucede en el este de la República Democrática del Congo, el norte de Uganda, con el Ejército de Resistencia del Señor, lo que ocurre en Somalia, las luchas políticas en Sudán, tanto en el norte como en el sur, como en Darfur, y ver que no parecemos ser capaces de controlarlo. Durante la guerra fría, con un poco de esfuerzo, contactos y llamadas telefónicas, era posible calmar la situación, apagarla. Hoy podemos ver que los somalíes tienen a todo el mundo atado de pies y manos con su piratería. Nadie tiene ni idea de cómo controlar esos elementos ni tiene la suficiente influencia sobre Somalia, ni desde dentro ni desde fuera, para acabar con el fenómeno. Es decir, en ciertos aspectos, desde el punto de vista geopolítico y de las guerras civiles, la situación es mucho más complicada y mucho peor.

P. ¿En otros lugares es tan complicada como en África?

R. Veamos Oriente Próximo. Podemos observar esa región, y no estoy hablando sólo de Israel y Palestina sino de Oriente Próximo en general, ver lo que ocurre hoy entre israelíes y palestinos, la falta total de avances en el proceso de paz, la relación entre Israel y Líbano, Israel y Siria, Irak. Y de ahí a Irán, y a Afganistán, y a Pakistán. Además de todo eso está la división entre suníes y chiíes, que no se limita a Irak, es un problema regional, y, por supuesto, la cuestión nuclear en Irán y Corea del norte, así que tenemos una situación muy difícil.

P. ¿Latinoamérica?

R. Durante 10 o 15 años estuvo más tranquila y con un buen desarrollo político, económico y social; hoy vemos nuevas tensiones. Por primera vez en una generación hemos tenido un golpe de Estado, el de Honduras. Hay tensiones entre Venezuela y Colombia. Tenemos que vigilar también lo que ocurre en esa región.

P. Entonces, ¿está mejor hoy el mundo?

R. Creo que tenemos algunas amenazas nuevas y que algunas de las viejas están volviendo, quizá con más peligro, y no sabemos cómo abordarlas. Es decir, desde mi punto de vista, vivimos en un mundo muy complejo y difícil y, además, tenemos que enfrentarnos al problema abrumador y general del cambio climático, que es tal vez la mayor amenaza que nos aguarda y tiene un impacto sobre prácticamente todo lo que hacemos.

P. ¿Ve alguna luz en ese túnel?

R. Sí. Estuve en China hace dos semanas y los chinos, por suerte, están empezando a darse cuenta de que la mayor limitación para su desarrollo y su crecimiento puede ser el medio ambiente.

P. Hasta ahora se han resistido...

R. Es verdad. Pero ahora ven la contaminación en Pekín, ven la desertización, son conscientes de la escasez de agua y el impacto sobre la gente en las provincias, y comprenden que tienen que hacer algo o se encontrarán con grandes dificultades. Es un país al que siempre le ha preocupado el caos, así que están deseando hacer todo lo posible para impedir que se produzca. Por supuesto, con el cambio climático llegan las sequías, las inundaciones, la escasez de alimentos y muchas otras cosas a las que todavía no sabemos cómo enfrentarnos.

P. Y luego está la crisis económica mundial... ¿Tiene el mundo el liderazgo que necesita para afrontar estos vastos y complicados retos?

R. Tenemos un problema verdaderamente grave: debemos abordar todas esas cuestiones en un momento en el que existe desconfianza en los líderes, tanto empresariales como políticos. Y yo trato de explicar a mis amigos políticos que deben ponerse en el lugar del hombre de la calle. Cuando una persona corriente necesita ayuda, no puede pagar sus facturas médicas, ni la escolarización de sus hijos, su barrio no tiene agua, le dicen: no tenemos presupuesto, no tenemos dinero y no podemos ayudarle. De pronto, el sistema financiero y los bancos se ven metidos en un lío y ese mismo Gobierno que no tiene dinero ni presupuesto saca miles de millones, billones, para rescatarlos. Yo entiendo cuando se dice que el crédito es como la sangre que corre por el sistema y, cuando no hay crédito, todo el mundo sufre y necesitamos que vuelva a correr.

Desde el punto de vista económico, tiene sentido. Pero inténteselo explicar al ciudadano al que se le ha dicho que el Gobierno no tiene dinero para el abastecimiento de agua y, sin embargo, sí tiene miles de millones para los bancos. Eso debilita la confianza, da la impresión de que el dinero siempre ha estado ahí pero está reservado sólo para los amigos. No para los demás. Así que existe ese problema de falta de confianza. La otra cuestión que ha quedado al descubierto es esa supuesta idea de que el mercado es el que sabe. Dejémoslo en manos del mercado: eso también ha desaparecido. Estamos, pues, en una situación muy fluida. Algunos políticos se alegran de que los Gobiernos vuelvan a intervenir. Pueden cumplir su papel, pero lo van a cumplir en un momento en el que la población está muy preocupada, el desempleo es alto y sigue subiendo y la gente no cree necesariamente que los Gobiernos estén de su parte.

P. Por todo lo que dice, ¿podríamos definir la era en la que vivimos como la era de la confusión?

R. Sí, creo que quizá sería un buen término, en el sentido de que hay menos certezas. Fíjese que empezamos con la guerra fría. Los dos lados estaban muy seguros. Y había reglas. Ahora no tenemos esa certeza. No hay reglas, no hay seguridades. Se están produciendo grandes cambios que resultan inquietantes para la gente e inquietantes para los líderes.

P. Cuando observa hoy el mundo, ¿no ve gran cosa en materia de liderazgo moral claro y fuerte?

R. Es un mundo difícil para los líderes. No es un panorama prometedor. En el mundo actual, algunos Gobiernos dicen: "Vamos a luchar por los derechos humanos, vamos a luchar por la democracia, vamos a hacer esto y aquello..." e inmediatamente chocan con intereses económicos y financieros. En las informaciones recientes sobre Barack Obama en China, se hacía la pregunta: "¿Se ha comportado como un líder en relación con los derechos humanos? ¿Y cuánto ha presionado?" Pero China tiene tanta influencia económica -algunos incluso llaman a China "el banquero de América"- que, cuando uno está en esa situación, habla con los chinos de forma distinta que si la situación fuera otra, y la cuestión de la pureza y la claridad moral que esperan sus partidarios y otros se difumina, y entonces todos se preguntan por qué ha sido. La verdad es que, en estos momentos, los chinos no están preparados para oír lecciones.

P. Entonces, ¿ser líder es especialmente difícil hoy?

R. Sí. Aparte de todo lo demás, la política actual también ha cambiado mucho, debido a la televisión e Internet, y todo es instantáneo, y un líder está constantemente siendo evaluado, constantemente siendo criticado, y es muy fácil movilizar a la gente en contra o a favor de alguien, y los líderes se vuelven muy precavidos; de hecho, algunos dicen que vivimos en un mundo en el que los líderes leen y no dirigen. Leen las encuestas en vez de dirigir...

P. Y los blogs...

R. Eso es. Sus asesores les llevan cosas y dicen: "¿Ha visto esto? ¿Sabe lo que está haciéndonos a nosotros, al partido?"

P. ¿Qué sensación tiene del fenómeno Obama?

R. Creo que el fenómeno Obama ha sido asombroso. Para entenderlo hay que remontarse a los comienzos de George W. Bush. Cuando Bush llegó a la Casa Blanca, era muy dinámico, su equipo y él eran muy agresivos. Francamente, atemorizaban a los periodistas. La prensa estadounidense estuvo muy floja. Sólo dieron un paso al frente cuando Bush empezó a debilitarse, pero, durante los cuatro o cinco primeros años, él dominó la escena. Antes le he dicho que una idea que ha quedado desechada es que el mercado es el que sabe. La otra idea que está dando las boqueadas es que por la fuerza se arregla todo. Irak, Afganistán y, en cierta medida, Pakistán, están demostrándolo. El régimen de Bush fue a esos países, sobre todo a Irak, convencido de que iba a ser muy fácil resolver la situación por la fuerza. Los que intentamos disuadirles recibimos críticas despiadadas. Ahora creo que todo el mundo comprende que ésa no es la solución.

P. ¿Y ahí es donde entra Obama?

R. De ahí sale la campaña de Obama con su nuevo mensaje: "Quiero trabajar con otros, quiero escuchar, creo en el multilateralismo, que es la única forma de avanzar, hemos perdido el respeto de los demás y necesitamos recuperarlo y tener respeto nosotros también". Todo eso encontró eco entre los estadounidenses, algunos de los cuales se sentían incómodos cuando viajaban al extranjero porque se topaban con ese fenómeno en el que se había convertido América y que la gente no comprendía. Por eso se alegraron de tener un cambio, de dar una oportunidad a Obama. Y él empezó bien, pero tiene que hacer frente a un número increíble de problemas. Quiero decir, cuando uno empieza con dos guerras y una depresión económica, en un país en el que 40 millones de personas no tienen atención sanitaria, y quiere hacer algo al respecto, no lo tiene fácil. Y las expectativas son muy altas. Hace no mucho dije que deberíamos ayudarle entre todos, y deberíamos ayudarle reduciendo esas expectativas. Pero el hecho de que consiguiera todo ese apoyo e impulsara a los jóvenes es un indicio de que existe un anhelo -no sólo en Estados Unidos, sino en todo el mundo- de tener un buen liderazgo, la gente quiere que le lleven en la buena dirección. Existe una necesidad mundial a la que responde Obama, y deseo verdaderamente que tenga éxito; todos deberíamos desearlo, porque, si no lo tiene, la próxima vez, el péndulo oscilará en el otro sentido.

P. ¿Puede ser, quizá, que sea imposible tener ese tipo de liderazgo moral claro y fuerte que ansiamos hoy, que soñábamos que nos iba a proporcionar Obama, por las circunstancias objetivas, porque existen muchas de esas corrientes cruzadas de las que habla usted, de modo que, cuando uno intenta ser un líder moral indiscutible, se choca contra un muro?

R. Hemos empezado hablando de lo mucho que ha cambiado el mundo desde la guerra fría... y hemos repasado este fenómeno de que Estados Unidos hablaba de un mundo unipolar, en el que yo nunca creí. Siempre dije que el mundo era multipolar porque, incluso cuando hablaban del mundo unipolar, China decía que era un polo, Rusia decía que era un polo, India... y la Unión Europea, desde luego, era un polo, es decir, el comportamiento de cada uno es un reflejo de cómo ve el mundo y dónde se sitúa. Si uno cree que es el único elefante en la sala, se dedica a avasallar, pero, si hay otros capaces de controlarle, se comportará con arreglo a eso. Ahora vivimos en un mundo en el que hay tantos centros de poder que hasta Estados Unidos ha tenido que reconocerlo. Aspirar a tener una personalidad que trascienda todos los polos, un Nelson Mandela de dimensión mundial, es hoy prácticamente imposible, sobre todo con los sistemas de comunicaciones de que disponemos.

P. Como vimos en el viaje de Obama a China. Entonces, ahora, ¿es todo así de delicado?

R. Sí, es verdaderamente delicado. Y se ve en la relación de Europa con Rusia, en la que los europeos necesitan el gas y el petróleo rusos y tienen que tratar con alguien como Putin, que juega duro. Tal vez haya cosas que les digan a los rusos en privado, pero no les van a dar lecciones en público.

P. Y eso, a su vez, perjudica la imagen de un liderazgo fuerte y como es debido...

R. Pero tengo que decir... que el liderazgo no tiene necesariamente que ser algo de dimensión o trascendencia mundial. Si un dirigente gobierna en su propio país, se ocupa del bienestar de su pueblo, ofrece claridad moral y sabe guiar, otros reaccionarán en consecuencia. Mandela no se propuso gobernar el mundo. Se propuso ocuparse de su entorno, intentar liberar a su pueblo y adoptar un principio de perdón y reconciliación que fue una gran lección para la gente de todo el mundo. O sea que, si tenemos un líder que se comporta así en su propio país y destaca, la gente reacciona.

P. Hablando del ejemplo de Mandela, ¿qué puede ofrecer África de valor al mundo, algo de lo que podamos aprender en otros sitios?

R. Es una pregunta muy buena. Es curioso que, hace poco, he estado hablando con alguien sobre el África de mi juventud, cuando escuchábamos con gran atención a los mayores. En Ghana utilizamos mucho los proverbios para enseñar y dar lecciones. Por ejemplo, si yo hubiera ido a ver a mi padre para decirle que estaba harto de mi jefe, que era antipático, agresivo, y que iba a ir al día siguiente a decirle lo que pensaba, a decirle que se fuera a la mierda, él me habría escuchado en silencio y probablemente me habría dicho: "Hijo, tranquilízate. No hay que golpear a un hombre cuando tienes tus dedos entre sus dientes". Y no habría dicho más. Es decir, ve y soluciónalo.

P. ¿Un enfoque pragmático de la resolución de problemas?

R. Cuando era niño, me despertaba por la mañana y veía a los mayores hablando de sus cosas y, por cómo estaban de atentos, sabía que eran cosas importantes. La regla era: si hay un problema, hay que discutirlo, hablar y hablar hasta encontrar una solución. Diálogo, paciencia, la capacidad de perdonar: éstas son las lecciones que ofrece África.

P. Sin embargo, si la gente no pide cuentas a los políticos, ¿no puede ser que ellos abusen del perdón de la gente?

R. Sí, la paciencia de los africanos y su capacidad de perdón... también tienen un lado negativo, en el sentido de que somos demasiado pacientes, perdonamos con demasiada facilidad y aceptamos demasiadas cosas, y, a veces, eso lo explotan aspirantes a dictadores que se apoderan del país y consiguen hacer demasiadas cosas sin que se les pidan cuentas, aprovechándose de la paciencia y la buena voluntad de la gente. Si los líderes han sido corruptos, si han robado las arcas nacionales, hay que pedirles cuentas. Hay que fijar el límite en algún punto.

P. Pero es difícil fijarlo, ¿no? Buscar la pura justicia puede desembocar en los peores resultados políticos...

R. Sí, aquí es preciso ejercer un juicio perspicaz. Lo hemos visto con Sudán. La gente pregunta: "¿Había que procesar a Bashir? ¿Se ha empeorado el problema? ¿Cómo vamos a conseguir ahora que coopere?" Y otros dirán que, para acabar con las matanzas, había que procesarle, porque entonces estaría más aislado y no tendría tanto poder como tenía antes. Es una cuestión de saber cuál es el orden de las cosas. Creo que no es posible tener justicia sin paz ni es posible tener paz sin justicia, pero la cuestión, cuando uno está en medio del conflicto, es en qué orden tienen que darse las dos cosas. La mayoría de la gente diría que primero hay que acabar con las muertes y entonces buscar justicia, que es lo que ocurrió en Yugoslavia, con Milosevic y Karadjic. Otros dicen que, a veces, hay que utilizar la justicia como un freno para advertir a la gente de que debe dejar de matar. Cada crisis es distinta, cada pueblo es distinto, y hay que tener sensibilidad para ver las particularidades de cada crisis concreta y tomar una decisión. Cuando uno hace de mediador, tiene que pensar en cuál es la mayor necesidad del pueblo en cuestión. Yo podría intervenir en una situación compleja y decir -como hacen muchas veces Estados Unidos y Occidente-: si detenéis la lucha, os daremos mucha ayuda, os proporcionaremos el desarrollo económico. Pero quizá eso es en lo que menos está pensando esa gente. Quizá su principal preocupación es la supervivencia, el miedo a que los liquiden. Si a una persona la van a eliminar, ¿para qué necesita el desarrollo económico? Así que lo primero que hay que hacer es llegar al fondo de la cuestión.

P. Usted ha tenido una vida increíble y ha estado en medio de muchas cosas, entre otras, durante la guerra de Irak. Ahora está retirado de ese tipo de vida pública, pero todavía sigue trabajando... ¿Llega un momento, ante tanto cinismo, tanta crueldad, tanta codicia, en el que uno se pregunta para qué molestarse? ¿Por qué no olvidarse de todo y retirarse de verdad de las tribulaciones del mundo?

R. Cuando me fui de la ONU, pensé que habíamos puesto en marcha muchas cosas pero todavía quedaba mucho por hacer, sobre todo en nuestro continente africano. Y algunas de esas cosas, como la seguridad alimentaria, me había prometido a mí mismo que iba a impulsarlas cuando dejara de ser secretario. Pero además tengo la actitud de que, si puedo ayudar a una persona, estoy haciendo algo importante. Cuando hablo con jóvenes y me preguntan qué deben hacer para convertirse en buenos ciudadanos globales, les digo que empiecen en su comunidad, su escuela, que hagan bien lo que puedan y partan de ahí. Si alguien ve que algo está mal, que organice a sus amigos y haga algo al respecto. O que diga: "Basta. No lo aguantamos más". A quienes son objeto de acoso o intimidaciones, eso les da el valor y la fuerza necesarios para seguir luchando. Por consiguiente, mientras siga teniendo algo de energía -y tengo la fortuna de haber vivido la vida y las experiencias que he vivido-, creo que seguiré teniendo algo que ofrecer. Por eso sigo trabajando, aunque sé que llegará un momento, para citar a mi buen amigo Mandela, llegará un momento en el que también tendré que retirarme de mi retiro. El retiro, según he descubierto, exige mucho esfuerzo.





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venerdì 11 dicembre 2009


FOPLADE- Herta Müller, Premio Nobel de Literatura 2009
La Academia Sueca reconoce "la concentración de la poesía y la franqueza de la prosa" en la descripción del paisaje de los desposeídos de la autora de La bestia del corazón

ELCULTURAL.es

La novelista, poetisa y ensayista rumano-alemana Herta Müller ha sido galardonada hoy con el Premio Nobel de Literatura 2009 que otorga la Academia Sueca en Estocolmo. Müller (Nytzkydorf, Rumanía, 1953), autora de obras como La bestia del corazón y La piel del zorro, se convierte así en la duodécima mujer que recibe el galardón más prestigioso del mundo de las Letras.

La nueva Premio Nobel se ha declarado sorprendida por el galardón y ha dicho que de momento se ha quedado sin habla aunque espera recuperarla a más tardar el 10 de diciembre, fecha de la entrega del galardón. "Estoy sorprendida y todavía no me lo puedo creer. De momento no puedo decir más", dijo en una primera reacción difundida por su editorial alemana Hanser. Para la Academia Sueca, que por primera vez ha retransmitido el fallo vía Youtube, Müller, "con la concentración de la poesía y la franqueza de la prosa, describe el paisaje de los desposeídos".

La entrega del premio, que está dotado con diez millones de coronas suecas (un millón de euros o 1,4 millones de dólares), se celebrará como es tradicional el 10 de diciembre, aniversario de la muerte de su creador Alfred Nobel (1833-1896), en la capital sueca. En los últimos años, tres de cinco ganadores no acudieron a la ceremonia por enfermedad.

El efecto Ladbrokes se repite
Cuando faltaban 24 horas para que se diera a conocer el Nobel, numerosos blogs y más de una casa de apuestas señalaba a Müller como posible dueña del galardón. El caso es sospechosamente parecido al del año pasado con Le Clézio: Müller había pasado en apenas 48 horas de tener un 50/1 a un 7/1 en las apuestas de la casa Ladbrokes. A una hora del fallo, la alemana encabezaba la lista de favoritos empatada con Amos Oz con un 4/1.

La cronista de las minorías y los desposeídos del Este
Considerada la cronista de la vida cotidiana en la dictadura, Müller ha urdido una serie de novelas marcada por la represión, el miedo y la persecución, sentimientos y experiencias que vivió durante su infancia bajo el régimen de Ceausescu.

Nacida en 1953 en la parte banato suabia de Rumanía, su lengua materna es el alemán. En 1976, tras sus estudios de filología germánica y románica, inició su vida profesional como traductora en una fábrica de maquinaria. Cuando se negó a colaborar con el servicio secreto, empezó un calvario de persecuciones e interrogatorios que culminó en su prohibición de viajar y publicar.

En 1982 publicó su brillante ópera prima, En tierras bajas, publicado en España por Siruela. En 1987 se trasladó a la República Federal de Alemania, para instalarse posteriormente y de forma definitiva en Berlín. Desde entonces, y a través de sus libros, ha creado puentes entre las dos culturas a las que pertenece. Müller ha ejercido como profesora invitada en las universidades de Lisboa y Warwick (Reino Unido).

La escritora es autora de novelas como La piel del zorro (1992) y La bestia y el corazón y de ensayos como El rey se inclina y mata. Todos ellos abordan la vida bajo un régimen totalitario, aunque también tratan temas como la emigración. Como ella misma explica, estas cuestiones y sentimientos son aplicables no sólo a Rumanía puesto que están "fuera de un emplazamiento geográfico".

La autora posee otros prestigiosos galardones como el Weimar, el premio de Literatura de la Fundación Konrad-Adenauer. En 2005 le fue otorgado el premio de literatura berlinés, y en 2006 el premio Würth para Literatura Europea y el premio de literatura Walter-Hasenclever. Sus novelas se han traducido a una veintena de lenguas.

En su última novela, Atemschaukel, finalista del Premio del Libro Alemán 2009, cuenta la historia de un chico de 17 años que después de la II Guerra Mundial es llevado por los rusos para ayudar en un campo de trabajo a la reconstrucción de la Unión Soviética, en un destino que compartieron muchos miembros de la minoría alemana.

Mujeres de Nobel
Herta Müller es dede hoy la duodécima mujer que cuenta con el máximo galardón de las letras. Sus antecesoras fueron Selma Lagerloef (Suecia) en 1909; Grazia Deledda (Italia) en 1926; Sigrid Undset (Noruega) en 1928; Pearl Buck (Estados Unidos) en 1938; Gabriela Mistral (Chile) en 1945; Nelly Sachs (Alemania-Suecia) en 1966; Nadine Gordimer (áfrica del Sur) en 1991; Toni Morrison (Estados Unidos) en 1993; Wislawa Symborska (Polonia), en 1996; Elfriede Jelinek (Austria) en 2004; y la escritora británica Doris Lessing, galardonda en 2007.

El premio Nobel de Literatura se concede desde 1901. En las últimas ediciones han sido galardonados el escritor francés Jean-Marie Gustave Le Clézio, la británica Doris Lessing (2007), el turco Orhan Pamuk (2006), el británico Harold Pinter (2005), la austriaca Elfriede Jelinek (2004), el surafricano John M. Coetzee (2003), el húngaro Imre Kertész (2002), el británico nacido en Trinidad Naipaul (2001), el francés de origen chino Gao Xingjian (2000), el alemán Günter Grass (1999), el portugués José Saramago (1998), el italiano Dario Fo (1997), la polaca Wislawa Szymborska (1996), el irlandés Seamus Heaney (1995), el japonés Kenzaburo Oe (1994), la estadounidense Toni Morrison (1993), el caribeño Derek Walcott (1992), la surafricana Nadine Gordimer (1991) y el mexicano Octavio Paz (1990), último escritor en español galardonado con este Premio.




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FOPLADE- Herta Muller - Intervista al Premio Nobel per la Letteratura 2009




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FOPLADE-A Prize That Shies From Predictability





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FOPLADE- Su obra....Herta Müller liest aus "Atemschaukel"




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FOPLADE-Herta Müller giving her Nobel Prize speech! Herta Müllers Nobelpreis spräche 2009!




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FOPLADE- Su Carita Felicidades !! a demás por ello.




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FOPLADE-Herta Müller, Premio Nobel de Literatura 2009



Magalí Urcaray 8 de octubre de 2009

Herta Müller
La Academia Sueca acaba de anunciar que el Premio Nobel de Literatura de 2009 ha recaído en la poeta y novelista alemana Herta Müller, quien con la concentración de la poesía y la franqueza de la prosa, dibuja el paisaje de los desposeídos.

Junto a Müller, los candidatos de mayor fuerza eran Amos Oz, Joyce Carol Oates, Philip Roth, Thomas Pynchon, Adonis, Assia Djebar, Haruki Murakami, Mario Vargas Llosa, Thomas Transtormer, Claudio Magris, Don DeLillo, Ismail Kadare, Ko Un o Milan Kundera.

Herta Müller nació en Nytzkydorf (Rumanía) en 1953, en el seno de una familia perteneciente a la minoría alemana del país. La convivencia entre dos culturas la llevó, desde muy temprano, a profundizar en el conocimiento de ambos países. Cursó estudios de filología germánica y rumana, y su primer libro, En tierras bajas, se publicó en 1982, tras cuatro años de espera y con supresiones impuestas por la censura rumana. Cuando dos años más tarde la obra se publicó en Alemania, ahora en su versión original, las autoridades rumanas prohibieron a Müller el derecho a publicar. ‘En tierras bajas’ se compone de quince relatos ambientados en una pequeña comunidad rural, en los que la autora narra las vidas de sus habitantes, marcadas por la desesperanza, los conflictos y las relaciones con el Estado:

No soportamos a los demás ni nos soportamos a nosotros mismos y los otros tampoco nos soportan,

dice a través de la voz de la niña que narra la historia. De hecho, la dictadura de Ceacescu es escenario de buena parte de sus obras, como El ser humano es un gran faisán en el mundo, en donde una familia alemana aguanta, con desesperación, un permiso para abadonar Rumanía. Su última novela publicada, ‘Atemschaukel’, está protagonizada por un joven de 17 años que es enviado a un campo de trabajo en la Unión Soviética, al concluir la Segunda Guerra Mundial.

Ha recibido, entre otros, los premios Aspekte (1984), Ricarda Huch (1987), Roswitha von Gandersheim (1990), Franz Kafka (1999) y Würth (2006). Desde 1987 reside en Berlín.

El Premio Nobel está dotado con diez millones de coronas suecas (980.000 euros) y la ceremonia de entrega tendrá lugar el 10 de diciembre, aniversario de la muerte de su fundador, Alfred Nobel. Es la décima ocasión en que se premia a un autor alemán (el último había sido Günter Grass en 1999). En 2008 el Nobel fue para Jean-Marie Gustave Le Clézio.

The nobel prize canal. VIDEO:

Sitio Oficial Nobel Prize


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FOPLADE- PERFIL El hombre que asombra al mundo
El presidente de Brasil se ha convertido en el líder indiscutible de América Latina y una referencia para todos los políticos. Brasil ha pagado este año toda su deuda, crece a buen ritmo y se ha llevado los Juegos de 2016

JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ ZAPATERO 10/12/2009


EL PAÍS SEMANAL ofrece este domingo su número especial 'LOS CIEN DEL AÑO'. Hombres y mujeres iberoamericanos que han marcado 2009. Retratados por Mariano Rajoy, Javier Solana, Lydia Cacho, Bigas Luna, Tom Ford, Vicente del Bosque y 91 firmas más. Como adelanto, el perfil del presidente de Brasil, Lula Da Silva, personaje del año 2009, trazado por el presidente del Gobierno, José Luis Rodriguez Zapatero

Este es un hombre cabal y tenaz, por el que siento una profunda admiración. Lo conocí en septiembre de 2004, tras la incorporación de España a la Alianza contra el Hambre que él lideraba, en una cumbre organizada por Naciones Unidas en Nueva York. No podía haber sido mejor la ocasión.



Luiz Inácio Lula da Silva es el séptimo de los ocho hijos de una pareja de labradores analfabetos, que vivieron el hambre y la miseria en la zona más pobre del Estado brasileño nororiental de Pernambuco.

Tuvo que simultanear sus estudios con el desempeño de los más variopintos trabajos y se vio obligado a dejar la escuela, con tan sólo 14 años, para trabajar en la planta de una empresa siderometalúrgica dedicada a la producción de tornillos. En 1968, en plena dictadura militar, dio un paso que marcó su vida: afiliarse al Sindicato de Metalúrgicos de São Bernardo do Campo y Diadema.

De la mano de este hombre, siguiendo el sendero abierto por su predecesor en la Presidencia, Fernando Henrique Cardoso, Brasil, en apenas 16 años, ha dejado de ser el país de un futuro que nunca llegaba para convertirse en una formidable realidad, con un brillante porvenir y una proyección global y regional cada vez más relevante. Por fin, el mundo se ha dado cuenta de que Brasil es muchísimo más que carnaval, fútbol y playas. Es uno de los países emergentes que cuenta con una democracia consolidada, y está llamado a desempeñar en las décadas siguientes un creciente liderazgo político y económico en el mundo, tal y como ya viene haciendo en América Latina con notable acierto.

Lula tiene el inmenso mérito de haber unido a la sociedad brasileña en torno a una reforma tan ambiciosa como tranquila. Está sabiendo, sobre todo, afrontar, con determinación y eficacia, los retos de la desigualdad, la pobreza y la violencia, que tanto han lastrado la historia reciente del país. Como consecuencia de ello, su liderazgo goza hoy en Brasil del respaldo y del aprecio mayoritarios, pero mucho más importante aún es la irreversible aceptación social de que todos los brasileños tienen derecho a la dignidad y la autoestima, por medio del trabajo, la educación y la salud.

Superando adversidades de todo orden, Lula ha recorrido con éxito ese largo y difícil camino que va desde el interés particular, en defensa de los derechos sindicales de los trabajadores, al interés general del país más poblado y extenso del continente suramericano. Sin dejar de ser Lula, en esa larga marcha ha conseguido, además, ilusionar a muchos millones de sus conciudadanos, en especial aquellos más humillados y ofendidos por el azote secular de la miseria, proporcionándoles los medios materiales para empezar a escapar de las secuelas de ese círculo vicioso.

Al mismo tiempo, en los siete años de su presidencia, Brasil se ha ganado la confianza de los mercados financieros internacionales, que valoran la solvencia de su gestión, la capacidad creciente de atraer inversiones directas, como las efectuadas por varias compañías españolas, y el rigor con que ha gestionado las cuentas públicas. El resultado es una economía que crece a un ritmo del 5% anual, que ha resistido los embates de la recesión mundial y está saliendo más fortalecida de la crisis.

Tras convertirse en el presidente que accedía al cargo con un mayor respaldo electoral, en su cuarto intento por lograrlo, Lula manifestó que es inaceptable un orden económico en el que pocos pueden comer cinco veces al día y muchos quedan sin saber si lograrán comer al menos una. Y apostilló: "Si al final de mi mandato los brasileños pueden desayunar, almorzar y cenar cada día, entonces habré realizado la misión de mi vida".

En ese empeño sigue este hombre honesto, íntegro, voluntarioso y admirable, convertido en una referencia inexcusable para la izquierda del continente americano al sur de Río Grande. Tiene una visión del socialismo democrático que pone el acento en la inclusión social y en la justicia medioambiental para hacer posible una sociedad más justa, decente, fraterna y solidaria.

Brasil ocupará pronto un lugar en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, está a punto de convertirse en toda una potencia energética y en 2014 albergará el Campeonato Mundial de Fútbol. Cuando nos vimos en octubre en Copenhague, Lula lloraba de felicidad, como un niño grande, porque Río de Janeiro acababa de ser elegida ciudad organizadora de los Juegos Olímpicos de 2016. La euforia que le inundaba no le impidió tener el temple necesario para venir a consolarme porque Madrid no había sido elegida y fundirnos en un abrazo.

A mí no me extraña nada que este hombre asombre al mundo.





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martedì 8 dicembre 2009

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domenica 6 dicembre 2009


FOPLADE- ENTREVISTA a Jacques Delors Ex presidente de la Comisión Europea

"Si Europa no se integra, mandarán EE UU y China"

XAVIER VIDAL-FOLCH 06/12/2009


A este tipo no le envejece el cerebro. Cumplidos los 84 años, le sigue titilando a través de los claros, traviesos ojos azules de siempre. Si acaso, se toma más respiro entre párrafo y párrafo, escucha más pacientemente, se deja interrumpir. Pero sigue siendo el Jacques Delors químicamente puro. El que no para, el que acaba de publicar su enésimo libro, Invertir en lo social, el que predica con ocasión y sin ella por una Unión Europea (UE) más fuerte, más articulada, más unida.


Delors es un mito, por la simple razón de que casi todos los logros decisivos alcanzados en los últimos decenios han llevado en uno u otro grado su impronta: desde el mercado interior a la moneda única; desde la política de cohesión a las grandes redes de transporte; desde la ciudadanía europea al programa Erasmus; desde la ampliación mediterránea, con España y Portugal, a la reunificación alemana y continental tras la caída del muro, hace ahora veinte años. Un mito agrandado por la comparación de su liderazgo con los actuales, ejercicio que desemboca en la melancolía o en la irritación. Y eso que sólo presidió la Comisión Europea durante diez años.

En esta entrevista, realizada en la sede parisiense de su fundación Notre Europe, una gran cocina de ideas europeístas, se muestra muy crítico, pero optimista sobre el futuro continental. A condición de que la UE produzca no sólo bomberos, sino también arquitectos; de que opte claramente entre "supervivencia o declive", de que los gobiernos dejen de barrer para casa y piensen a largo plazo, si quieren que, entre EE UU y China, Europa exista.

Se batió en favor de una gobernanza económica mundial. Y contempla ahora al actual G-20 como un esbozo, insuficiente, de la misma. Sostiene que la actual crisis económica deriva de haber convertido la "creación de valor" en una ideología más y de haber perdido la noción de riesgo. Cristiano y socialista, considera que aunque la socialdemocracia pierde en las urnas ha ganado en el terreno de los hechos, y clama por recuperar sus valores originales.

Pregunta. Europa está superando la crisis, pero la recuperación será lenta y débil. ¿Qué debe hacerse?

Respuesta. Efectivamente, en el segundo y tercer trimestre hemos notado un repunte en las economías, sobre todo en China y en Europa. Que esta recuperación continúe depende en parte de cuántos bancos oculten todavía activos tóxicos. Prefiero ser prudente, para evitar sorpresas, y un poco desconfiado. Prudencia, porque los activos tóxicos se extendieron mucho. No sólo están en el sector inmobiliario de Estados Unidos. Influyen en otros ámbitos: todo lo relacionado con la especulación en Bolsa o los precios de las materias primas. Pero aunque la recuperación continúe, no impedirá que el paro siga aumentando y seguiremos con demasiado endeudamiento.

P. Por tanto hay que seguir siendo keynesianos.

R. No diría que los gobiernos hayan sido muy keynesianos. Keynes no creía que el mercado pudiera tomar las mejores decisiones. No lo reduzcamos a su visión sobre la intervención de los Estados. Lo básico es que no confiaba en la capacidad del mercado para alcanzar los arbitrajes y equilibrios necesarios. Pensaba que los hombres actores no eran en conjunto lo bastante sabios como para evitar las crisis. De hecho, hay muchos paralelismos entre la crisis de 1929 y la de 2008.

P. ¿Por qué la banca se deslizó hacia la especulación sin límites?

R. Porque la "creación de valor" se convirtió en una ideología, que, al mismo tiempo, motivaba y justificaba el comportamiento de las finanzas. Algunos banqueros me decían: "Usted no comprende lo que es la creación de valor; es el aumento de las cotizaciones de Bolsa". Esta ideología se había vuelto tan potente que perdieron la noción del riesgo, individual y sistémico. Quizá añoro el capitalismo de antes, basado en el trabajo. Hoy en día se crea riqueza incluso antes de que se produzca.

P. El G-20 ha amenazado a los paraísos fiscales y ha discutido los bonus de los banqueros. ¿Es suficiente?

R. La opinión pública considera escandaloso que algunos ganen tanto dinero. Limitar los bonus contribuye a recuperar la conciencia de riesgo. El sistema financiero debe ser consciente del riesgo y financiar la innovación económica. Nada de eso está garantizado porque algunos líderes sólo piensan en el interés de su posición financiera. No hemos hecho más que empezar. Queda mucho por hacer.

P. Se discute aún quién fue el responsable de la recesión, si los bancos o la Reserva Federal, por laxa y desreguladora.

R. La responsabilidad no es sólo de EE UU, ése es un argumento europeo demasiado fácil. Cierto que su política monetaria fue acomodaticia y laxa. Cierto que derogaron la distinción entre un banco comercial y un banco de negocios. Pero la crisis ha contaminado a Europa. Por culpa del Consenso de Washington, cuyo mensaje a los países en vías de desarrollo ha sido: "Tenemos las soluciones para permitir que muráis, eso sí, bien curados". Ese consenso propició la desregulación, la desconfianza hacia el gasto del Estado... Y los Estados aceptaron ese orden financiero, fueron sus cómplices.

P. O sea, las decisiones del G-20 todavía no construyen una alternativa.

R. Todavía no. Falta abordar algunos problemas, como la agricultura. ¿Es una actividad de ámbito mundial? ¿O de orden regional-nacional, indispensable para cada país? Si decimos que los países en vías de desarrollo tienen que asegurar entre un 60% y un 70% de sus necesidades alimentarias, entonces hay que cambiar el sistema de las grandes sociedades comerciales que hegemonizan el mercado. La mejora de estos países requiere tecnología avanzada, que permite utilizar menos agua y obtener mejores resultados. O cuando les alertamos por su laxitud presupuestaria, ¿distinguimos entre los gastos que favorecen su futuro, como la educación y la sanidad, o les pedimos, como hizo el FMI, que recorten todo gasto sin distinción? O, si hay grandes potencias emergentes, ¿no tienen que cargar también con su parte de la responsabilidad mundial? Eso afecta también a las monedas, sobre todo a la china.

P. Ahora resucita el debate sobre el no-sistema monetario universal.

R. El dólar sigue siendo indispensable y corrosivo al mismo tiempo. Deberíamos plantearnos ya un sistema monetario mundial basado en una cesta de monedas. Porque el dólar es un yoyó y los estadounidenses se han aprovechado de eso para endeudarse más allá de lo razonable. Ahora están en cierto modo en manos de los chinos. Los responsables de la unión monetaria y económica europea tienen que asumir su responsabilidad, no para que el euro sustituya al dólar, sino para que contribuya a crear un sistema monetario mundial más equilibrado. ¿Cuántos gobiernos están sufriendo por la caída del dólar o por razones vinculadas únicamente a la especulación?

P. China tiene mayor responsabilidad.

R. Pero nosotros no proponemos nada. Para proponer algo tiene que haber mucha más cooperación entre nosotros. No, cada uno está en lo suyo. Alemania gobierna en Berlín; Francia se ha convertido en "la Gran Francia", el Reino Unido cada vez es más antieuropeísta.

P. China es hoy el gran mito. Pero también lo fue Japón en los ochenta. Y se esfumó.

R. Se desplomó por razones no económicas. China también puede toparse con dificultades sistémicas. Pero está siendo gobernada de forma razonable y con sentido del largo plazo. Es una economía de mercado con un sistema político centralizado, un caso único. Aguanta. Y si Europa no va con cuidado, dentro de 10 años puede que tengamos un mundo dirigido a dos manos: EE UU y China.

P. No es seguro que la contribución de ambos a la cumbre de Copenhague vaya a ser positiva.

R. Pero hay que felicitar a los europeos porque se han comprometido en la lucha contra el deterioro del medioambiente. Eso implica que tendremos un crecimiento más sobrio. Y los resortes de un crecimiento sobrio y sostenible no son los mismos que los de la sociedad de consumo. ¿Cómo encontraremos fuentes de empleo alternativas? Es necesario que la revolución ecológica cree muchos puestos de trabajo. Además, hasta el año 2030 la población activa de la Unión Europea disminuirá en 20 millones y los mayores de 65 años aumentarán en 40 millones. Tenemos pues un problema, si queremos mantener los valores y los logros del Estado de bienestar. Endeudamiento, crecimiento sobrio y Estado de bienestar constituyen nuestro triángulo de las Bermudas para los países europeos en los próximos años.

P. Usted siempre defendió no sólo un sistema de gobierno europeo, sino también un esbozo de sistema de gobierno económico mundial.

R. En 1983 propuse crear un consejo de seguridad económica en el que estuvieran representados los principales países del mundo y las zonas regionales. Que podría debatir con los grandes organismos internacionales y monetarios, el Banco Mundial, el FMI o la OMC, para alcanzar un diagnóstico compartido. Pero entonces sólo un jefe de Estado me apoyó.

P. Ahora tenemos el G-20.

R. Sí, y empieza a corresponderse con la idea que propuse. Es un esbozo, no de gobierno mundial, pero sí de regulación mundial. Algo es algo. Me alegro de este paso. La prioridad jurídica en nuestro orden internacional es la ONU. Por tanto, creo necesario que se establezca entre Naciones Unidas, que ostenta la máxima legitimidad, y este G-20 económico y financiero. De lo contrario será difícil avanzar. La gente dirá: ¿es legal?, ¿es aceptable?

P. ¿No nos olvidamos velozmente de las lecciones recientes? Aunque el G-20 ha dado pasos que eran impensables hace algunos años, los resultados de la secuencia de sus tres últimas cumbres han sido declinantes.

R. Tiene usted razón. Pero eso se debe a que de la noche a la mañana no se pueden borrar los intereses nacionales. Y a que la UE llega ahí con más proyectos nacionales fragmentados que comunitarios. La UE no ha conseguido aún lo que era mi esperanza y mi empeño: un espíritu de auténtica cooperación, que es lo que nos permite maximizar nuestra ventaja colectiva.

P. Falla su viejo lema: "La competencia que estimula, la cooperación que refuerza y la solidaridad que une".

R. La competencia del mercado único fue bien hasta la crisis. Pero con ella cada país tomó medidas divergentes, como en la industria automovilística, que sigue siendo parte esencial de nuestra potencia industrial. Cada uno ha barrido para casa, hemos ido sumando distintos programas. Y sin cooperación no hay integración, así que la UE carece de un punto de vista unificado y de instrumentos económicos adecuados para trabajar por un gobierno mundial. Muchos Estados alaban su propia labor diciendo que han desempeñado la función de bomberos. Hay bomberos. Pero no arquitectos. Europa todavía no ha escogido seriamente entre la supervivencia o el declive. Mientras, vea cómo progresan China, India, México, Suráfrica o Brasil. No suscribo un nacionalismo europeísta exacerbado, pero quiero que mis hijos y mis nietos vivan en un continente que sepa hacerse respetar y que tenga una cierta influencia. Hay que volver a dar la voz de alarma.

P. Acaba de decir "supervivencia o declive".

R. La demografía es el parámetro económico más seguro. Europa suponía un 15% de la población mundial a principios del siglo pasado; un 6%, actualmente, y descenderá al 3% en 2050. Necesitamos un liderazgo con visión a largo plazo y no con discurso cortoplacista.

P. Muchos sienten nostalgia de la época Kohl-Mitterrand-Delors.

R. Y González. Y Lubbers. Hubo otros. Es falso eso que dicen algunos: "Delors se ponía de acuerdo con Kohl y Mitterrand, y el resto lo único que podía hacer era callarse". Quiero relativizar mis propios méritos. Los belgas Maertens y Dehaene, los luxemburgueses Santer y Juncker, el portugués Cavaco Silva, los italianos Andreotti y Ciampi..., todos jugaban un papel. Hoy es distinto.

P. Hoy proliferan los líderes débiles, enfermos de nacionalismo estrecho. ¿Por qué?

R. Porque la crisis económica es también del modelo de crecimiento, basado en la adquisición de riquezas, endeudándose, más que en las rentas, y una crisis de valores. Los líderes se refugian en las raíces, vuelven a los egoísmos nacionales de los años treinta, para justificar ante sus ciudadanos las medidas a corto plazo. Nadie pone de relieve la acción de Europa. Todos dicen que han ganado en las cumbres frente a los demás, y encima a los pocos días se reclaman partidarios de una Europa fraternal. Los medios de comunicación se apuntan al corto plazo, olvidan la tragedia del día anterior, lo que aboca al trastorno de la jerarquía, de lo que es importante, lo que es grave, lo que concierne a nuestra existencia, a nuestra moral. El tren de los valores ha descarrilado.

P. La UE parece haber perdido una década hablando de tratados, de Amsterdam a Niza, a la Constitución y a Lisboa, y de programas como la agenda de Lisboa, que no han funcionado.

R. Hemos perdido tres grandes ocasiones. Una fue el Consejo Europeo de Lisboa de 1992: antes de ampliarse, la Unión debió ordenar su casa y preguntarse cómo funcionar con 25 Estados miembros. Luego, en la crisis yugoslava, los gobiernos se dividieron. Y finalmente no han querido equilibrar la política monetaria, el euro, con la política económica. Eso habría expandido el espíritu integrador, nos mostraríamos al mundo como un instrumento sólido y ejemplar. Eso permitiría a los europeos reencontrar el optimismo. La opinión pública dejaría de pensar que Europa no protege. Claro que protege, pero no estimula. No estimula ni la innovación, ni el crecimiento, ni la creación de empleo.

P. ¿Por qué la unión económica sigue en mantillas?

R. Debiera haber una auténtica coordinación de las políticas económicas nacionales. Nunca han querido hacerla, porque los ministros de Finanzas, cuando se reúnen, no revelan todos sus programas, no quieren que se les proponga lo que pueden hacer. Y apenas sale nada.

P. Al menos el euro aguanta y ya es irreversible.

R. Por supuesto. Hemos vivido casi un milagro, que fue llegar en Maastricht a un acuerdo -con la excepción del Reino Unido- para la creación del euro. Es un hito de la historia europea. Alemania y Francia tenían sensibilidades distintas en cuanto a la crisis yugoslava y las dejaron de lado.

P. Escribió usted en sus memorias. "La Comunidad Europea es el centro de gravedad de la historia de Europa". Algunos le creímos. Pero ya no sabemos si sigue siendo así.

R. Sí, todavía es posible. La ampliación al Este no se realizó en las condiciones adecuadas. Pero nuestros viejos países tuvieron la valentía de abrir sus puertas a sus hermanos del Este después de décadas de regímenes totalitarios. Podrían haberlo hecho mejor, pero lo hicieron. Demostraron que Europa sigue siendo generosa a veces, que comprende a los demás. Los europeos se dijeron que Europa no se define sólo por nosotros mismos, sino en relación con los retos de nuestra historia. La incorporación de Grecia, España y Portugal fue un milagro, fueron unos socios perfectos, entusiastas, incitadores. Ese periodo fue magnífico. Con los países del Este quizá ha sido más difícil. No nos conocíamos tan bien. Pero al fin y al cabo eso subraya que Europa es capaz de hacer grandes cosas.

P. Es más difícil porque no se profundizó, no se modificaron las reglas al mismo tiempo que se ampliaba.

R. Está claro. No habíamos decidido cómo funcionar con 27, pese a las advertencias que lanzamos algunos. Y ahora, los nuevos miembros, pero también otros como la Alemania de Merkel, desdeñan utilizar las cooperaciones reforzadas, la diferenciación. Hagámonos esta pregunta: "¿Habría existido Schengen, la libertad de circulación de las personas con unanimidad?". Es normal que, en cierto momento, haya algunos que vayan más allá, respetando la opinión general. Hay muchos ejemplos. Establecer el equilibrio entre lo económico y lo monetario es una cooperación reforzada. Crear una comunidad de energía entre los países productores, también.

P. Al final Europa es un club con reglas para entrar, pero no para expulsar.

R. Sí, porque está triunfando la mentalidad de la OCDE, una organización útil, pero que funciona bajo el principio de la intergubernamentalidad. Si la Unión hubiera funcionado así, no habría registrado ningún progreso en los últimos 30 años. Ahora los gobiernos arrinconan el método comunitario, según el cual la Comisión desempeña una función clave, el derecho de iniciativa, y el Parlamento toma decisiones conjuntas con el Consejo. Están amarrados a lo intergubernamental, a los intereses particulares. ¿Quién se preocupa a diario de los intereses comunes? Eso facilita los secuestros de la voluntad mayoritaria común. Para evitarlos, ni siquiera habría que cambiar el tratado. Bastaría aplicar la diferenciación. Y si hubiera que cambiarlo, habría que poder prescindir de los que siempre frenan. Porque un Estado miembro puede decir, "me voy". Pero falta una disposición que diga: "Querido amigo, no está de acuerdo en nada, así que fuera". Hay que revalorizar los valores. La crisis de valores consiste en que vivimos en un mundo en el que todo se puede comprar. Los surrealistas defendían los "sueños que el dinero no puede comprar". Hay que volver a soñar.

P. En estas condiciones seguir ampliando sin límite a todos los candidatos puede resultar suicida.

R. Tenemos algunos deberes históricos, por ejemplo en los Balcanes. La motivación de los padres fundadores era establecer la paz. Es posible gestionar una Unión a 32 si lo hacemos con el método comunitario y ordenando la casa, emprendiendo las reformas necesarias con carácter previo. Si lo hacemos como ahora, acabaremos como la Sociedad de Naciones, diluidos, porque cualquier país puede bloquear. Y la alternativa no son los triunviratos en los que sueñan los países grandes, los demás no lo aceptarían.

P. No facilita las cosas la total desorientación de la socialdemocracia.

R. La socialdemocracia no gana ahora en las urnas. Pero ha ganado en el terreno de los hechos. La crisis habría sepultado a Europa si no hubiese tenido el Estado del bienestar: es la base de la UE, y la UE lo refuerza. La socialdemocracia tiene un problema con la globalización. Sus pilares eran: reformismo frente a la revolución; equilibrio entre Estado y mercado; compromiso entre el capital y el trabajo. Tuvo éxito. Hoy es más difícil encontrar nuevos márgenes para el equilibrio entre Estado y mercado. Sólo pueden ser supranacionales, por eso la socialdemocracia es europeísta. Y aún es más difícil el compromiso entre el capital y el trabajo, porque desciende la afiliación sindical, los trabajadores están más individualizados. El individualismo y las concesiones que ha hecho la socialdemocracia han roto el equilibrio básico al que ésta aspiraba, el equilibrio entre individuo y sociedad. La sociedad no debe aplastar al individuo y el individuo no debe desarrollarse en detrimento de la sociedad. Para recuperar ese equilibrio los socialdemócratas deben evitar adoptar los valores dominantes en la sociedad, el éxtasis del consumo y del mercado, el cortoplacismo. Hay que recuperar los valores de la cordialidad, de la reflexión, del tiempo, de la comunidad, de la familia y de la solidaridad. ¿Cuántas personas se han quedado sin tiempo para vivir, reflexionar y realizarse?

P. La derecha está también descolocada, pero gana.

R. Ésta no olvida jamás quiénes son sus electores. Y ha adoptado el pragmatismo, a saber, cuando le conviene utiliza los conceptos de la izquierda para desarbolarla. De manera que la izquierda ya no es siquiera dueña de su propio vocabulario. Debe esforzarse en recuperarlo.

P. Y mientras, en EE UU la izquierda se ha abierto paso.

R. Cuando Barack Obama salió elegido yo no era tan entusiasta como algunos. Pero le apoyo. Conozco las dificultades a las que se enfrenta. Mantengo mi confianza, por su experiencia personal, por su labor de solidaridad en Chicago, por su conocimiento de la gente y su nueva visión de su país, por ese aire fresco que era indispensable para que EE UU siguiese desempeñando una función en el mundo. La mantengo, no como tantos medios de comunicación que, después de quedar fascinados y situarle en un pedestal, le atacan sin piedad por sus dudas en Afganistán y sus problemas para implantar la reforma sanitaria. Los medios están inmersos en el cortoplacismo y en el sensacionalismo, juegan a lo instantáneo de las emociones. ¡No caigan en eso!

P. ¿Podrán concertarse esta UE y estos EE UU?

R. De momento, salvo en los Balcanes, Europa apenas ha demostrado su capacidad para alcanzar esa concertación. Pero la deseo y la espero.




Criterios y opiniones.