domenica 25 ottobre 2009


FOPLADE- TRIBUNA: Loretta Napoleoni
Afganistán y los narco-talibanes

Loretta Napoleoni 25/10/2009


La guerra de Irak pasará a la historia como el conflicto que puso de rodillas a la presidencia de Bush, mientras que el de Afganistán podría resultar ser la cáscara de plátano de Obama. Pero el enemigo del nuevo presidente de Estados Unidos se asemeja cada vez menos al del anterior; durante el año último las dinámicas del conflicto afgano han adquirido aspectos preocupantes, distintos de los iraquíes.


Aplicar el modelo de Irak no dará resultados. Es mejor mirar a la experiencia colombiana

Un informe presentado a principios de septiembre al Congreso norteamericano advierte de que Afganistán podría convertirse en un narco-Estado. La dirección de esa metamorfosis está a cargo del poderosísimo cártel del opio, compuesto por antiguos señores de la guerra y por grupos criminales nacidos al día siguiente de la invasión del país hace ya ocho años. El modelo, por lo tanto, podría ser el colombiano, donde la actividad terrorista se ha convertido en instrumental para el negocio de la droga. Ello explica por qué Al Qaeda ha perdido su importancia y, según afirman los norteamericanos, está ya escasa de dinero.

Naciones Unidas teme que los réditos del narcotráfico se hayan hecho ya más importantes que la ideología y ello explicaría la desbordante corrupción presente en el país. Como sucedió en Colombia en los años 80, el cártel del opio compra a los políticos y de este modo consolida el control sobre el territorio nacional. A diferencia de las FARC, integradas plenamente en el narcotráfico hasta el punto de convertirse en su milicia armada, los talibanes mantienen su independencia, aun siendo instrumentos útiles para la consolidación de los feudos del opio. Paradójicamente, la guerra favorece la narcotización de Afganistán, puesto que impide al Gobierno legítimo instaurar su autoridad, crea las condiciones ideales para englobar en el narcotráfico a gran parte de la economía y facilita el contrabando hacia Occidente.

Los narco-talibanes son, por lo tanto, el fruto de una extravagante alianza entre terror y droga que tiene a su disposición recursos suficientes para prolongar esta guerra más allá de los límites aceptables para los occidentales. Nos lo dicen las imágenes de las desconsoladas lágrimas de la Italia en luto por los seis caídos en Kabul, las más sobrias de los telediarios británicos que se interrogan sobre por qué los soldados de Su Majestad siguen muriendo y las de los generales norteamericanos que presionan a favor de una potenciación militar estadounidense. El verdadero peligro: que nos derroten por agotamiento.

Para comprender lo que pasa en Afganistán, así como para interpretar los documentos secretos de las cúpulas militares de las fuerzas de coalición, es preciso utilizar la lente de aumento del tráfico de drogas. Y a través de este telescopio se da uno cuenta de que el enemigo es hoy más fuerte que nunca y que su fuerza proviene de una serie de factores económicos. Para hacer frente a la coalición militar más potente del mundo es verdad que se necesitan hombres dispuestos a morir, pero también dinero para adoctrinarles, armarles, adiestrarles y protegerles.

El centro de la economía de guerra del enemigo lo ocupa el opio, del que Afganistán produce el 90% del mundo. Este año la producción ha caído un 10% y los cultivos se han reducido un 22%. Un pequeño porcentaje de agricultores ha aceptado producir trigo en lugar de opio, estimulados por la reducción de las diferencias de los precios. Gracias al aumento de las cotizaciones del trigo, la relación es ahora de 1 a 3, es decir, que una hectárea destinada al cultivo de opio vale tres veces su equivalente con cultivo de trigo, mientras que antes era de 1 a 10. A la vista de ello hay quien sostiene que estas modestas mejoras son atribuibles a las políticas de erradicación que persigue el Gobierno con el apoyo de las fuerzas de coalición. Se propende a pensar que se trata de una victoria, pero no es así.

La contracción es debida a una caída de la demanda mundial ligada a la competencia de los narcos colombianos. En Occidente, la cocaína a buen precio ha desplazado a la heroína. En cuestión de ganancias, aunque es probable que los señores de la droga afganos se encuentren con beneficios ligeramente inferiores a los de 2008, la contracción de la producción es superior a la de la demanda y por lo tanto se producirá un aumento del precio al por menor de la heroína.

Los norteamericanos sostienen además que los narco-talibanes y sus socios han acumulado 10.000 toneladas de opio ilegal, suficientes para satisfacer la demanda mundial durante dos años. Están sentados, en definitiva, sobre una bomba de relojería que podría proporcionarles cantidades ingentes de dinero además de desplazar a los narcos de la coca del mercado global.

Como en el modelo colombiano, en torno a la producción y al tráfico de la droga se desarrolla una economía de guerra que obliga a la población atrapada en su interior a formar parte de ella. La experiencia colombiana nos enseña que el masivo despliegue de tropas no funciona si antes no se exfolia el núcleo central. Para hacerlo se necesita atacar su savia vital, el tráfico de droga, lo que quiere decir que el problema de Afganistán no es local sino internacional. Aplicar a estas guerras las modalidades de la de Irak no nos aportará los resultados esperados, es mejor mirar a la experiencia colombiana. Y el tiempo aprieta, los occidentales están cansados de enterrar cadáveres.

Loretta Napoleoni es economista italiana. Traducción de Juan Ramón Azaola.





Criterios y opiniones.

FOPLADE- TRIBUNA: Jorge Edwards
Veinte años de la caída del Muro

Jorge Edwards 25/10/2009


El próximo 9 de noviembre se cumplen 20 años de la caída del Muro de Berlín. En este caso, 20 años es mucho: es un cambio completo de época.


Pasar de un lado al otro del Muro antes de la caída era un viaje en el espacio y también en el tiempo

Terminó la Guerra Fría global, mundial, y a veces tengo la impresión de que han proliferado guerras frías menores, locales, y que no por eso, por su carácter circunscrito, regional, dejan de ser peligrosas. La historia dejó de ser bilateral, de dos enormes bloques de poder. Es, por el contrario, difusa, esquinada, más complicada y difícil de captar que nunca.

No pretendo decir en pocas líneas qué ha cambiado en estos 20 años. Pero he pasado algunas temporadas en Berlín, el de antes de la caída y el de ahora, el reunificado, y puedo transmitir impresiones directas, de primera mano.

Llegué a Berlín por primera vez pocas semanas después del accidente nuclear de Chernóbil en la Rusia todavía soviética. Los berlineses, aficionados a la naturaleza, obsesionados por los alimentos y los productos naturales, me pedían que no comiera lechugas, que tuviera cuidado con las frutas, incluso con los huevos y los pollos. Los más exaltados veían el desastre de Chernóbil, lugar que no queda lejos del noreste de Alemania, como un anuncio del fin de los tiempos, un signo del Apocalipsis.

¿Tuvo algo que ver ese famoso "accidente" con la caída del Muro de Berlín y el desenlace de la Guerra Fría? Es bastante probable que sí.

Había un contraste entre la tecnología atrasada de los países comunistas y la de Occidente que en Berlín, por diversos motivos, se hacía más notorio y hasta dramático.

Las fábricas del lado oriental, por ejemplo, lanzaban densas columnas de humo negro que el viento movía y hacía pasar por el cielo de la ciudad occidental. Era, ese humo sucio, una curiosa, inesperada propaganda contra la economía del otro lado. Las chimeneas capitalistas, en cambio, por lo menos en ese punto estratégico, tenían poderosos filtros. Hasta los desechos de aquellas industrias superdesarrolladas parecían más limpios.

Ese Berlín encerrado, más o menos aislado, que alcancé a conocer a comienzos de la década de los ochenta tenía un aspecto enigmático, un misterio, un encanto particular. Se decía que era una ciudad non-stop. Parecía que todo estaba abierto durante las 24 horas del día, o semicerrado.

En un departamento de la Momsen Strasse, no lejos de la Savigny Platz, escribía una novela breve que se me acababa de ocurrir, un tema del exilio en los dos Berlines, una suerte de Fausto criollo, y a las dos o tres de la madrugada bajaba a la plaza a cenar algo. Había una tabernaque tenía el nombre de un pez de las aguas del norte, y un café restaurante que se llamaba Cour Carrée, y pronto se abría un lugar donde vendían desayunos filosóficos: un kant, un hegel, un fichte. El más melancólico de los desayunos era el schopenhauer, pero ya no recuerdo en qué consistía.

Una escritora turca de Berlín sostiene ahora que pasar de un lado al otro del Muro, en los años anteriores a la caída, era un viaje en el espacio y también en el tiempo. Estoy enteramente de acuerdo.

Crucé por una estación subterránea de ferrocarril y hasta los peldaños, las galerías, el pavimento de las calles, daban una impresión general de deterioro, de haberse detenido en una etapa anterior.

Había salones de una elegancia pasada de moda, llenos de felpas rojas, lámparas de lágrimas, dorados venidos a menos, donde un violinista anciano tocaba melodías del siglo XIX. Me pareció el escenario perfecto para una novela anacrónica, de época no bien definida, del género fantástico.

Cuando un exiliado chileno del Este, nostálgico, arrinconado, me confesó que ahorraba marcos occidentales para viajar por un día al Kudam del West, pedir una salchicha gigante con una jarra de medio litro de cerveza y regresar a su covacha del Ost, pensé en las posibilidades narrativas de un encuentro de ese personaje con algún demonio del capitalismo: otro chileno, pero enriquecido en el exilio, viajero impenitente, mitómano, dotado de todos los poderes que da el dinero.

Años más tarde, un escritor alemán que había vivido en la República Democrática Alemana (RDA) y que había sido militante comunista me hizo de guía de la antigua ciudad de Berlín Oriental. Las casas carcomidas, las paredes tiznadas, los profundos agujeros de las veredas, me provocaron una sensación aguda, malsana, de irrealidad.

Mi amigo, que había sido un editor importante en los buenos tiempos, me habló de las primeras manifestaciones de disidencia en el mundillo literario, de los cantautores subversivos, de las protestas adentro de iglesias, que habían partido de la catedral de Leipzig y se habían extendido por todas partes. Eran reuniones espontáneas que se producían en las catacumbas, en los márgenes de la vida exterior, aceptada, y quizá había una comparación posible con los movimientos de los primeros cristianos.

Hubo un momento en que la rebelión llegó a ser imparable. El exceso de irrealidad ya no se pudo soportar. Los sociólogos, los politólogos, los periodistas especializados, fueron los últimos en darse cuenta.

En una familia que conozco bien, los hijos, el día preciso de la caída del Muro, estaban exaltados, esperanzados, dispuestos a todo, y los padres, escépticos, cansados de hacer clases en la universidad, se echaron a la cama temprano.

Los jóvenes salieron y regresaron después de la medianoche, locos de alegría. Uno de ellos se puso a saltar encima de la cama de los padres.

El Muro de Berlín, siniestro, silencioso, salvo cuando el tableteo de las ametralladoras interrumpía su silencio, había sido derribado hacía pocas horas.

Jorge Edwards es escritor chileno.





Criterios y opiniones.

FOPLADE- ENTREVISTA: La región más conflictiva HAMIT BOZARSLAN Historiador y politólogo
"Para ganar en Afganistán hay que parar la lucha en Pakistán"

JUAN CARLOS SANZ - Madrid - 25/10/2009


"Al final, la violencia es también un mecanismo para la solución de conflictos", reflexiona Hamit Bozarslan (Lice, Turquía, 1958) en un restaurante de la Gran Vía de Madrid. Aprendió a hablar turco en la escuela a los siete años y a los 19 abandonó su región kurda natal en el sureste de Anatolia, para estudiar en una universidad de Francia. "Los Estados son productores de violencia en un sistema en el que la noción de fronteras se debilita", argumenta el director la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales de París. Considera que Pakistán es un Estado fallido. "Y además con la bomba atómica. Un Estado que combate a su población civil y que causa cientos de miles de desplazados es un Estado desprovisto de legitimidad. Ya no controla ni su propio aparato de poder".


Investigador en las universidades de Berlín y Princeton, experto en Turquía, la cuestión kurda y el mundo islámico, Bozarslan ha presentado esta semana en Madrid su último libro: Una historia de la violencia en Oriente Medio. Del fin del Imperio Otomano hasta Al Qaeda, editado en España por Península. "Para ganar la guerra en Afganistán hay que parar primero la lucha en Pakistán. Puede ganarse la guerra en el plano militar, pero los talibanes paquistaníes van a salir reforzados. ¿Qué guerra se puede ganar sin ganar la confianza de la población, la integración de la sociedad paquistaní?".

Para el historiador, el conflicto actual conduce a un círculo vicioso que lleva de Kabul a Islamabad. "Se parte de un error original. Si en 2001 se hubiese dedicado el 75% del gasto de las fuerzas internacionales a la reconstrucción de Afganistán, a la educación, la sanidad, las infraestructuras, en lugar de pactar con los señores de la guerra, hoy la magnitud del conflicto sería más baja. Pero en lugar de reforzar a la sociedad civil con elecciones provinciales y locales se ha optado por impulsar unas presidenciales que parecen surrealistas".

Bozarslan, que describe en su Historia de la violencia.... un desasosegante pesimismo sobre la evolución del arco musulmán que lleva desde el Magreb hasta Cachemira, no abriga ahora grandes esperanzas: "¿Qué más puede hacer el presidente Barack Obama? Sólo ha contribuido a empujar aún más hacia la militarización del conflicto. Al menos George W. Bush era más prudente respecto al espacio paquistaní", se lamenta.

"Los Estados controlados por los servicios de inteligencia, por las policías políticas, acaban siendo reconfigurados bajo una lógica de la guerra que aporta grandes recursos en el plano militar y financiero".

El historiador y politólogo kurdo afincado en París recuerda que en Pakistán "los talibanes no estaban militarizados hasta hace poco". Tampoco ve recetas para arreglar el callejón sin salida de la violencia tras ocho años de guerra y miles de muertos en Afganistán, aunque Bozarslan no cree que el conflicto vaya a degenerar en una guerra eterna como la de Vietnam: "Son conflictos distintos. No hay un nuevo Vietnam. Entonces, una gran parte de la opinión pública occidental era provietnamita, lo veía como una lucha de liberación poscolonial. Hoy nadie sabe con quién estar en la guerra de Afganistán". En el agitado Gran Oriente Medio marcado por más de un siglo de violencia, los conflictos se han ido extendiendo "hasta Pakistán y Afganistán, al Oriente Próximo árabe e incluso a Somalia...".

- ¿Y en Irán?

- "No me interesa si los ayatolás pueden tener el arma atómica o no. Lo importante es que la llegada de Mahmud Ahmadineyad al poder en 2005 supone la irrupción de una nueva generación que había estado marginada desde 1979. En poco tiempo han cambiado las reglas en Teherán y han sido sustituidos los jefes militares y policiales, los diplomáticos...", advierte el historiador. "Y se ha apoderado del poder una visión mesiánica".




Criterios y opiniones.

FOPLADE- TRIBUNA: Rosa María Artal
Berlín: así se desmoronó el Muro

Rosa María Artal 24/10/2009


Una ciudad modelo de vitalidad como Berlín se merecía un premio como el Príncipe de Asturias de la Concordia que ayer recibieron en Oviedo tres de sus últimos alcaldes. Berlín ha hecho del Mitte -el centro histórico antaño atravesado por el Muro- un corazón que palpita en creatividad, diseño, armonía y madurez. Pocos lo hubieran imaginado hace 20 años.


La libertad encontró una vía para fluir que acabaría con un muro con los cimientos podridos

El verano de 1989 había traído las muestras definitivas de la descomposición del bloque del Este, que culminarían, durante un otoño trepidante, con la caída del Muro de Berlín. El sólido hormigón del Muro parecía consagrar los acuerdos firmados en Yalta y Postdam, tras la II Guerra Mundial: se había convertido en el símbolo tangible del "telón de acero" que dividió una ciudad y dos mundos durante 28 años.

Aquel verano de 1989, Hungría -la primera en rebelarse y ser aplastada en 1956- ya emprendía una senda socialdemócrata, después de celebrar elecciones libres. Checoslovaquia resucitaba su primavera pisoteada en 1968. Y Polonia y su Solidaridad se alejaban también del comunismo. Numerosos ciudadanos de la RDA (República Democrática Alemana) decidieron veranear con voluminosos equipajes para, en realidad, escapar -por algunas vías expeditas- a Austria. La libertad, como caudal incontenible, encontraba una vía para fluir: la que terminaría por arrastrar un muro de cimientos podridos.

El periodismo permite en momentos excepcionales ser testigo directo de la Historia. Así ocurrió cuando, en el otoño de hace 20 años, los miembros de un equipo de Informe Semanal de TVE llegamos a Berlín la víspera de un acontecimiento no previsto. El Checkpoint Charlie nos recibió como escenario perfecto de la guerra fría: noche, niebla, rígidos policías grises, silencio despoblado. Al día siguiente, los berlineses del Este, hasta entonces sufridos y disciplinados, bullían en corrillos. Su principal queja era la falta de libertad para viajar, para leer y hablar sin cortapisas. En murmullos condenaban la rigidez del sistema y las ideas anquilosadas de los dirigentes de la RDA. La oposición -pacífica- se había ido multiplicando de forma exponencial desde el verano. De apenas unas decenas de manifestantes se había pasado a medio millón. Y el éxodo registraba ya 200 huidos por hora.

Los dirigentes de la Alemania del Este habían pedido ayuda a los rusos. Gorbachov fue diáfano: "El Ejército soviético no actuará contra la población". ¿Qué solución cabía? ¿Una masacre? Egon Krentz, el entonces presidente de la RDA, lo consideró como opción, según declararía después.

Detrás del Telón de Acero había un mundo desconocido -y aún mitificado por algunos- por descubrir. Alemania Oriental era su supuesta joya económica, pero en las fruterías sólo se vendían coles; los cosméticos se envasaban en botes de detergente, o así lo parecía; los maniquíes de los grandes almacenes remitían a 20 años atrás. El popular Trabant, coche de cartón plastificado, se orillaba en las calles sin repuestos para sus averías. Únicamente una fábrica nos franqueó la entrada al equipo de televisión. Elaboraba material para endoscopias: su maquinaria parecía datar de los años cincuenta. El Muro se caía solo... por consunción.

El día 9 de noviembre, tras unas horas de confusión, un informador envió esta noticia a su agencia: "El muro de Berlín se ha abierto". No era así. Todavía no. A las 18.57 había comenzado lo que el embajador español Álvarez de Toledo denominó "cadena de malentendidos".

La televisión germano-occidental dio la noticia en su informativo de noche, visible en el Este. El paso del puente de Bornholmer se ubicaba a pocos pasos de la Embajada española, donde nos encontrábamos el equipo de TVE. Fuimos hacia allí: unas 50 personas curioseaban y no ejercían presión alguna. Un policía abrió la puerta y dijo: "Pueden pasar". Eran las 21.12. Al otro lado, los germano-occidentales aguardaban con champán. Estalló el júbilo, los abrazos, las lágrimas, aunque persistía el temor. Poco después, mareas humanas rodearon el Muro, muchos llevaban picos para derribarlo, otros trepaban para cruzarlo, ya sin el miedo a ser ametrallados.

Apenas un año después, las dos Alemanias se reunificaron. Berlín ya era una sola ciudad con sello occidental. En el Este las fruterías ofrecían un vergel, marcas cosméticas internacionales poblaban los escaparates, coches japoneses transitaban por las calles y los maniquíes vestían a la última moda, rejuveneciendo dos décadas. Máquinas expendedoras de caramelos y coloridos juguetes adoctrinaban a los niños en la sociedad de consumo. Precios del Oeste, sueldos del Este, un tercio inferiores. Había nacido una nueva ambición: el dinero.

Hoy, en el puente de Bornholmer una placa certifica que allí fue donde primero se abrió el Muro. Piquetas y grúas han remodelado el urbanismo de Berlín, una ciudad que emana paz, sosiego y saber vivir. El paro aún golpea más al Este que al Oeste, pero, salvo algunos nostálgicos, los germano-orientales eluden enjuiciar la sociedad capitalista que les anexionó. "Sí, compensa", dice Cristiane Bauer, profesora de alemán. "La libertad es esencial. No me interesa disponer de 15 tipos de fruta, pero sí de la libertad de poder expresarme, viajar, leer lo que quiero y vivir a mi modo. Sólo echo de menos la solidaridad que teníamos entre todos".

Rosa María Artal, periodista y escritora, fue testigo presencial de la apertura del Muro de Berlín.





Criterios y opiniones.
FOPLADE-PALABRAS DE
S.A.R EL PRÍNCIPE DE ASTURIAS
EN EL ACTO ENTREGA DE LOS PREMIOS PRÍNCIPE DE ASTURIAS 2009
Teatro Campoamor,
Oviedo, 23 de octubre de 2009

Cuando en el horizonte del próximo año aparecen las primeras luces de la conmemoración del XXX aniversario de nuestros Premios, celebramos esta ceremonia de su entrega con ilusión renovada y con una profunda satisfacción por el brillante camino que han recorrido en este tiempo.

Un camino nada fácil, hecho día a día, en ardua tarea, para reconocer y ensalzar, como hoy, la obra y la vida de personalidades e instituciones de todo el mundo con trayectorias ajenas a modas pasajeras, iniciadas no pocas veces en soledad, venciendo grandes dificultades y con medios muy limitados, lo que trae a nuestra memoria el proverbio bíblico de que la humildad siempre antecede a la gloria. Son nuestros galardonados, por ello, modelos supremos de esfuerzo sacrificado, de inteligencia, de nobleza, de espíritu de superación y de cuantas cualidades enaltecen a los seres humanos.

Desde esta hermosa y culta ciudad de Oviedo, desde esta querida tierra de Asturias, nuestros Premios han expresado año tras año ante la comunidad internacional el compromiso firme de España con los valores que ennoblecen y dignifican nuestras vidas y que, en estos tiempos tan intensos y difíciles, de encrucijada, y también de oportunidades y de esperanzas, son apoyo y guía imprescindibles.

Cuando tantas veces reflexionamos sobre el camino hecho por nuestros Premios, cuando pensamos en su futuro, nuestro compromiso con la protección de su independencia y nuestra lealtad con su vocación se acrecientan. Al mismo tiempo, se refuerza nuestra fe en su porvenir, pues “las obras buenas nunca acaban”, como sabiamente nos advirtió Unamuno.

Por ser así, es inevitable que resuene esta tarde y desde lo más hondo de nuestro corazón la palabra gratitud, dirigida a quienes a lo largo de tantos años han hecho posible la gran obra de la Fundación, a quienes nos alientan y nos ayudan generosamente. Una gratitud llena de admiración, asimismo, hacia las personas e instituciones que hoy reciben nuestros galardones y que simbolizan sobre este escenario nuestros mejores deseos, nuestros principios, nuestra creencia en que la cultura es fiel reflejo de la formación intelectual, estética y moral del ser humano.

Extendemos también nuestro afecto a los miles de personas de Asturias y de otras partes de España e incluso no pocos de fuera de ella que nos acompañan desde las calles y los balcones engalanados de esta ciudad, para hacer de este día una gran fiesta de la cultura y de la concordia, única en el mundo. Entre todos hemos conseguido que lo que nació como un sueño, como una hermosa y valiente iniciativa, se haya convertido en la realidad fértil y prometedora del presente.

Deseo ahora dedicar unas palabras a los galardonados de esta edición, pues suya es esta ceremonia.

Sir Norman Foster, Premio de las Artes, está considerado, con todo merecimiento, como uno de los más grandes arquitectos de la era global, por haber creado una arquitectura de vanguardia, plena de imaginación, comprometida con las nuevas tecnologías, la aventura estética y el medio ambiente. Como ha destacado el Jurado, su obra conjuga magistralmente la calidad, la reflexión intelectual y el diálogo entre territorio y ciudadanía, a través de un original dominio del espacio, la luz y la materia.


Sus proyectos, de personalidad inconfundible y fruto también de su estudio de la historia, o, lo que es lo mismo, de su respeto por la vitalidad, la fuerza y el valor de lo mejor del pasado, combinan de forma innovadora utilidad y belleza. Conforman, en fin, una arquitectura delicada y rotunda, poética y moderna, libre y transparente, que explora con valentía más allá de la convención y representa un canto a las oportunidades y a los retos de una vida profesional hecha de pasión y de incansable esfuerzo.

Esa creatividad, toda esa pasión por la belleza y su trabajo al servicio de los seres humanos, constituyen una obra original admirada en todo el mundo que produce una emoción muy profunda en quienes la contemplan. Por ello, cuando esos proyectos se hacen realidad, cuando sus edificios se elevan en el cielo de tantas ciudades del mundo, parecen querer recordarnos unos preciosos versos que dicen que estamos hechos para soñar, ese “soñar en voz alta” del que nos hablaba Octavio Paz.

La Organización Mundial de la Salud ha sido galardonada con el Premio de Cooperación Internacional. En un mundo en el que cada vez se diluyen más rápidamente las fronteras, y en el que se hace preciso trabajar con mayor intensidad solidaria y en beneficio de todos los seres humanos, la salud se ha convertido en uno de los mayores retos y objetivo prioritario de la cooperación multilateral. Lo hemos puesto de relieve en otras ocasiones sobre este escenario: la atención sanitaria es un derecho universal; y, en consecuencia, el progreso de la humanidad tiene en la salud y en la extensión de los cuidados médicos -y de los avances científicos- uno de sus más significativos y trascendentales factores.

La OMS, fundada en 1948 dentro del sistema de NNUU, lleva a cabo su ingente tarea con eficacia y rigor. Ha conseguido, entre otros logros, erradicar la viruela, atacar enfermedades infecciosas como la tuberculosis, la malaria o el sida, reducir la poliomielitis y la mortalidad infantil, y también frenar muchos brotes epidémicos. Permanece además atenta a la aparición de otros nuevos, luchando contra las enfermedades ya conocidas y contra otras que surgen y es preciso identificar, desencadenadas o agravadas, muchas veces, por factores como el cambio climático, la contaminación o los malos hábitos de vida.

Como vemos, estos problemas, que tienen repercusión mundial, exigen también soluciones globales y, para ello, vela la OMS con sus 150 oficinas repartidas por todo el planeta y sus miles de expertos. Queremos en este acto hacer patente en la persona de su directora general, Margaret Chan nuestro agradecimiento a esta Organización en la que descansa una parte tan importante de la salud pública de todos los pueblos de la Tierra.

El naturalista británico Sir David Attenborough, uno de los más prestigiosos y universalmente conocidos especialistas en ciencias de la naturaleza, ha sido galardonado con el Premio de Ciencias Sociales. Junto a él podemos alegrarnos de que, afortunadamente, cada día somos más conscientes de la necesidad de preservar el medio ambiente, de poner freno al deterioro y a los peligros que amenazan nuestro planeta, de luchar contra el cambio climático.

David Attenborough, entre otras muchas cosas, es presidente de la Real Sociedad para la Conservación de la Naturaleza y miembro de la Royal Society de Londres. Ha trabajado siempre para difundir sus conocimientos de manera que fueran no sólo un maravilloso regalo para la vista, sino también un estímulo para despertar las conciencias de los millones de personas a las que alcanza con su mensaje; que no es otro que conocer y aprender sobre la naturaleza que nos sustenta para así respetarla y cuidarla. Detrás de su profesionalidad vibra esa hermosa lección del fin educativo de su trabajo y de sus obras.

Con pasión inagotable, ha mantenido vivo su amor por la naturaleza desde la infancia, cuando coleccionaba fósiles, insectos y plantas, y que, ya adulto, ha sabido transmitir a todos los públicos con tanto entusiasmo como sabiduría. Pensemos, por ejemplo, que algunas de sus series televisivas, como la tan reconocida “Life on Earth”, han sido vistas por más de 500 millones de personas de todo el mundo. De igual modo, con su tarea en la organización World Land Trusts ha promovido la protección de miles de kilómetros cuadrados de gran riqueza biológica en varios países del Trópico.

Su obra, siempre contagia emoción, admiración y asombro ante la maravillosa diversidad de la Tierra y de sus culturas. Sus programas en los medios de comunicación más importantes del mundo son, en definitiva, ejemplos de inteligente creatividad y de modestia, ante la pretensión de conocer y abarcar la complejidad de la vida. Son una lección de humildad contra la arrogancia, el engreimiento intelectual y el fanatismo de todo tipo.

Con frecuencia nuestros jurados han vuelto sus ojos hacia los países hermanos de América. A ellos nos unen lazos entrañables y perennes. Por eso, nos da una alegría muy especial a los españoles que una institución o una persona de Iberoamérica reciba uno de nuestros Premios. Así ha sido este año con la concesión del Premio de Comunicación y Humanidades a la Universidad Nacional Autónoma de México.

La UNAM, “el alma de México”, como ha sido calificada, es mucho más que una Universidad en el sentido tradicional. Ha extendido su labor ejemplar más allá de las aulas y ha creado una amplia red de instituciones culturales y medios de comunicación, para difundir los valores del espíritu universitario más profundo, es decir, la pasión por el conocimiento y el amor a la enseñanza en libertad. De esta manera, ha contribuido decisivamente a vertebrar, abrir y modernizar una sociedad que sin la existencia de la UNAM sería, sin ninguna duda, menos próspera y mucho menos vital.

Pero, además, la UNAM ha contagiado a la sociedad mexicana y a la de muchos otros países iberoamericanos el culto a la justicia, a la tolerancia y a la democracia, que han impregnado profundamente la obra de los mejores intelectuales, profesores y artistas salidos de sus aulas y que representan lo más granado del pensamiento iberoamericano.

Precisamente cuando se aproxima la celebración de una nueva Cumbre Iberoamericana en Estoril dedicada a la “Innovación y Conocimiento” ponemos a la UNAM como ejemplo sobresaliente de la gran capacidad académica y del nivel científico de tantas universidades iberoamericanas.

Por otra parte, en España nunca podremos olvidar la enorme generosidad de la UNAM con muchos de nuestros compatriotas, mujeres y hombres que, tras la Guerra Civil, se vieron obligados a exiliarse a tierras americanas en condiciones difíciles y amargas. Les ofreció sus aulas, sus publicaciones, sus institutos de investigación y toda clase de ayudas que contribuyeron a que estos “españoles del éxodo y el llanto”, como los llamó uno de ellos, pudieran rehacer sus vidas con dignidad e incluso aportar no poco prestigio y brillo académico a la propia Universidad. Nunca habrá suficientes ocasiones para expresar a la UNAM nuestra más profunda gratitud, que hoy reiteramos en presencia de su Rector D. José Narro.

Nada sería lo mismo para una gran parte de los seres humanos sin el uso cotidiano del teléfono móvil y el correo electrónico, el e-mail. Sus inventores respectivos, los ingenieros electrónicos Martín Cooper y Raymond Samuel Tomlinson, han recibido el Premio de Investigación Científica y Técnica.

Martín Cooper, pionero e impulsor de las comunicaciones inalámbricas, ya había comenzado en 1954 sus hallazgos con el desarrollo de los sistemas de radio portátiles y, dos décadas después, realizaría la primera llamada desde un teléfono móvil; y Raymond Samuel Tomlinson, en octubre de 1971 utilizó la conocida arroba como símbolo para separar el nombre del destinatario del correo del ordenador receptor, haciendo posible la comunicación entre diferentes ordenadores. Había nacido así el correo electrónico, un medio ya tan familiar como lo es el teléfono móvil.

La comunicación fluida y en libertad es uno de los grandes hallazgos de nuestros días, y, en particular, el teléfono móvil y el e-mail son dos de las innovaciones tecnológicas más significativas de todos los tiempos que están teniendo, como consecuencia, un profundo impacto social del que todavía no conocemos todo su alcance.

La rápida y valiosa difusión de la comunicación que estos dos medios han conseguido, proporciona innumerables beneficios. Pensemos en cómo sirven y ayudan en la sanidad, en la educación, en la gestión pública y empresarial; cómo constituyen una oportunidad o una herramienta de modernización para los países subdesarrollados. Pensemos que eliminan barreras entre países e ideas, que son un medio ideal para la difusión de la cultura; o que han extendido y democratizado la información y la comunicación de una manera extraordinaria, intensificando y facilitando las relaciones entre los seres humanos a escala universal. Por todo ello Martín Cooper y Raymon Samuel Tomlinson forman parte de la gran historia de la ciencia mundial, y desde hoy también de la particular y bella historia de nuestra Fundación.

El Premio de las Letras ha sido otorgado al escritor albanés Ismail Kadaré, uno de los creadores que de modo más intenso ha vivido y padecido una titánica lucha entre extremos, una tensión entre su creación literaria y los problemas sociales y políticos de su tiempo, especialmente de su país, martirizado por un áspero y hermético régimen político. Entregado a la creación literaria con una pasión que no ha mermado esas durísimas condiciones, ha sabido, además, abrirla al mundo de una manera magistral.

La obra de Kadaré, llena de lucidez, hondura y vigor, no se limita a crear personajes e historias de ficción, porque parte de la convicción más profunda de que la literatura no es sólo un entretenimiento ni una mera recreación estética, sino que debe contener un mensaje y un compromiso moral.

Si su creación como novelista y poeta es admirable, no menos lo son sus ensayos sobre la cultura de la península balcánica y la literatura y el arte de la antigua Grecia. Desde ellos hace un bello canto a la grandiosa facultad de sus autores para universalizar los problemas y los sueños de aquellas sociedades; y a su advertencia, válida para aquel tiempo y para todos los tiempos, de que la luz y la democracia engendradas por su civilización son logros que es preciso defender para no perder todo aquello sin lo cual no pueden darse plenamente ni arte, ni letras, ni tampoco pensamiento: la libertad.

Al concederle este Premio, no solo reconocemos a uno de los escritores europeos más importantes de nuestro tiempo, sino a quien ha sido capaz de preservar y realzar la belleza de la lengua de su país, Albania, y elaborar desde ella una obra de resonancias universales, escrita en su mayor parte en un clima de intolerancia y autoritarismo extremos, en la que brilla una crítica al totalitarismo y a sus mecanismos más perversos. Un canto incesante a la tolerancia y a la libertad, aunque a menudo haya tenido que ser formulado mediante alegorías, rescatando viejas leyendas, a fin de sortear censuras y dificultades que parecían insalvables.

El legendario lema olímpico “Citius, Altius, Fortius”, “Más rápido, más alto, más fuerte”, tiene un modelo y un ejemplo en la atleta rusa Yelena Isinbayeva, especialista en salto con pértiga. Una especialidad que ha sufrido una progresiva y extraordinaria evolución y en cuyo ascenso, en esa continua superación de marcas, ha tenido ella mucho que ver. Supone, por lo tanto, un orgullo para todos nosotros la concesión del Premio de los Deportes de este año a esta deportista excepcional. A sus 27 años no sólo ha destacado de manera extraordinaria por sus valores humanos y deportivos, sino que ya muy tempranamente ha sido reconocida como “la mejor atleta del mundo”.

Entre sus triunfos deportivos, además de ser la única atleta que en la historia de esta especialidad ha superado los 5m de altura, están 27 récords mundiales y 11 primeros puestos en competiciones olímpicas, mundiales y europeas. Pero sabemos que aún tiene por delante un camino abierto para seguir dando lo mejor de su esfuerzo, batiendo marcas y logrando victorias.

Todos esos éxitos de Isinbayeva son el resultado de una voluntad férrea, de una poderosa fortaleza de ánimo, de un valeroso espíritu de superación y de una gran sensibilidad sin la cual nada sería el espíritu deportivo.

Por todo ello, Yelena Isinbayeva merece la admiración y el respeto que todos le tributamos. Nos gustaría que su ejemplo extraordinario se inculcara en la juventud, en todas aquellas personas que desean ser mejores, que aspiran a una vida más saludable. Conseguiremos así que el deporte siga acrecentando su presencia en nuestro tiempo, y continúe creando ámbitos de convivencia y fraternidad entre los pueblos.

Pocas capitales hay en el mundo con mayor contenido simbólico que Berlín. Jean Paul Richter dijo de ella que “es más un trozo del mundo que una ciudad”. Pues queremos proclamar con todo respeto, humildad y orgullo que Berlín está hoy en Oviedo. Y aquí queremos festejar con alegría el XX Aniversario de la Caída del Muro con la concesión de nuestro Premio de la Concordia.

Ciudad desde siempre cercana al arte y a la inteligencia, padeció de manera terrible los totalitarismos que azotaron al pasado siglo y fue protagonista de algunos de los acontecimientos más importantes de la historia europea. Devastada por la guerra se convirtió en una ciudad fragmentada, dividida, repartida entre los vencedores, seccionada en dos partes por un muro atroz que no sólo dividió a Berlín y a los berlineses, sino también a todos los alemanes, a los europeos y al mundo.

La caída de aquel muro, después de tantos años oscuros, de sacrificios y de dolor, fue uno de los momentos más emocionantes de los que hemos sido testigos con el que se abría la puerta a la reunificación alemana, algo que vivimos con especial júbilo. Mientras los ciudadanos de Berlín, conmovidos, se abrazaban al cruzar aquella frontera que había sido construida para ser insalvable, las dos mitades de Europa, veían también empezar a derrumbarse los muros ideológicos que impedían mirar hacia un futuro de cooperación e integración en paz.

Hoy, Berlín celebra aquella fuerza imparable, hecha de esperanza y de valor, de perdón y de concordia, que consiguió abatir el Muro; y ha recobrado vertiginosamente su antiguo esplendor y el brillo –realmente nunca del todo perdido- de su cultura y de su creatividad. Ha renacido en una ciudad otra vez llena de vida, amante del progreso y de la paz.

El año en que se derrumbó el Muro se inauguró una nueva época, tal vez más incierta e imprevisible, pero más humana y más libre. Hoy Berlín es una gran capital europea, símbolo sobre todo de esperanza: es amada por los jóvenes, es una referencia mundial para quienes apuestan por todo cuanto suponga cultura, creatividad y convivencia.
Nuestra admiración y nuestro afecto sinceros se los dedicamos a los berlineses a través de sus Alcaldes, Klaus Wowereit, Walter Monper y Eberhard Diepgen pero también a todos los alemanes porque además celebran el LX Aniversario de la creación de la República Federal de Alemania.

Señores y Señoras,

Evoquemos ahora, en este momento de cambios tan vertiginosos y profundos que vive la Humanidad y en esta tarde iluminada en el Teatro Campoamor por la luz de la libertad y de la cultura, la esperanza con la que nos abrimos a un mundo nuevo.

Un mundo en constante transformación, en el que la sociedad industrial que hemos conocido va dando paso a la sociedad de la comunicación y el conocimiento; en el que los avances científicos y tecnológicos se suceden continuamente, situándonos en una nueva era; un mundo en el que la educación ya no es sólo un derecho fundamental de la persona sino también una exigencia imprescindible para acceder al mercado de trabajo y fundamento del éxito colectivo de las Naciones.

Seguimos asistiendo a un desarrollo imparable de la globalización, que afecta y condiciona aspectos sustanciales de nuestra vida, como nuestra salud, nuestra seguridad, nuestro entorno natural y nuestra convivencia en la diversidad de lenguas, culturas y religiones. Un mundo en transformación, en fin, en el que ya no es posible un orden económico internacional estable y próspero sin valores que lo inspiren y en los que se fundamente y sin una decidida cooperación entre los Estados.

El paro, que es la consecuencia más dolorosa de la crisis económica que vivimos, hiere nuestra dignidad como seres humanos y constituye nuestra principal preocupación. Exige que los Estados faciliten a quienes se encuentran en esa situación la necesaria protección social, al tiempo que poner en marcha todos los medios precisos para que los jóvenes puedan encontrar trabajo y los desempleados puedan reincorporarse cuanto antes a la vida laboral. En España, además, la crisis nos muestra que necesitamos nuevas bases para crecer y generar empleo, que hagan posible que los ciudadanos puedan desarrollar sus vidas y las de sus familias con dignidad, seguridad, y confianza en el futuro.

Este nuevo escenario ante el que nos encontramos sitúa a España y a las demás Naciones con las que compartimos creencias y valores ante una encrucijada. Sabemos, y así lo hemos aprendido de las inagotables lecciones de nuestra historia, que las mayores esperanzas y también los mayores logros nacen de las más grandes dificultades. España ha demostrado con creces en las últimas décadas cómo superar de forma ejemplar múltiples retos y tengo plena confianza en la capacidad que tenemos los españoles para construir un futuro más sólido y equitativo, de prosperidad y bienestar, que todos anhelamos.

Para ello, debemos aplicar a esa tarea lo mejor de nosotros mismos. Llevemos a cabo una reflexión colectiva, sincera y profunda, sobre nuestros desafíos y prioridades, nuestras fortalezas y nuestras debilidades. Hagamos ese camino sin esperar que sean otros los que resuelvan lo que a nosotros nos corresponde afrontar y volquemos, en ese gran esfuerzo individual y colectivo, toda nuestra capacidad de emprender, de imaginar y de innovar.

Sin miedo y con la mirada puesta en el futuro, conscientes, como se ha dicho, de que “el presente es sólo un instante del pasado”; apoyémonos en los valores imperecederos que aquí tantas veces hemos proclamado: el esfuerzo y el sacrificio, la tolerancia y el respeto mutuo; el saber y la cultura; el compromiso solidario.

Trabajemos, en fin, cohesionados, codo con codo y hombro con hombro, con espíritu constructivo, con confianza e ilusión. Y forjaremos así una esperanzadora voluntad compartida en la que, salvando las legítimas diferencias, prevalezca la generosidad, el sentido de la responsabilidad y por encima de todo, el interés general.

Inspirémonos en estos principios y situemos a España en el lugar que le corresponde en ese nuevo mundo que se esta configurando en los albores del siglo XXI. Es nuestra responsabilidad. Es la responsabilidad de todos. Es lo que los españoles demandan y lo que juntos, sin duda, conseguiremos.





Criterios y opiniones.
FOPLADE- Ceremonia de entrega de los
Premios Príncipe de Asturias 2009
INTERVENCIÓN DEL SR. KLAUS WOWEREIT
Alcalde
Ciudad de Berlín
Premio Príncipe de Asturias de la Concordia


Oviedo, 23 de octubre de 2009
Majestad,
Altezas,
Estimados Miembros de los jurados,
Estimado Presidente de la Fundación Premios Príncipe de Asturias,
Estimados Galardonados,
Señoras y Señores,

En nombre de todas las berlinesas y berlineses agradezco al jurado el gran honor de recibir el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia.

Este año Berlín conmemora los acontecimientos dramáticos del otoño de hace 20 años. Primero fueron unos pocos los que plantaron cara a la dictadura con valor y determinación. Después llegaron a ser muchos. En otoño de 1989 millones de personas salieron a la calle en Berlín y otras ciudades de la RDA para manifestarse pacíficamente por sus derechos de libertad.

El 9 de noviembre de 1989 derribaron el muro que había partido la ciudad durante tres décadas. Las imágenes de las personas bailando sobre el muro dieron la vuelta al mundo y despertaron gran interés. Fue el momento más feliz en la historia de Berlín.

Al año de la caída del muro, Alemania y Berlín celebraron la reunificación en paz y libertad.

La Revolución Pacífica de la gente en Berlín y otras ciudades de la antigua RDA no hubiera sido imaginable sin los acontecimientos previos en Polonia, en Hungría y la Unión Soviética. La reunificación de nuestro país no hubiera sido posible sin el apoyo de muchos amigos en el extranjero, entre ellos, y no en último lugar, de España con su presidente Felipe González.
Todo ello lo recordamos en Alemania con gratitud.

Muchos berlineses se superaron a si mismos en las semanas de la Revolución Pacífica. Ya se sabe que la fe en un futuro mejor es capaz de mover montañas y de ella nació mucha confianza que dio alas a las berlinesas y berlineses para vencer los problemas de la unificación. El muro había cortado la vena vital de Berlín. Los retos para la ordenación urbana, la política de infraestructura, económica y social no tenían parangón. Se perdieron cientos de miles de puestos de trabajo y se tardó en crear nuevos empleos. Asimismo, la reunificación implicaba pérdidas para muchas personas. Y: también en la vida cotidiana era necesario que la gente del Este y Oeste volviera a encontrarse.

Entre nosotros se encuentran hoy mis dos predecesores en el cargo Walter Momper y Eberhard Diepgen. Se debe a su actuación dirigida a la unificación de la ciudad, que se marcaron muchas pautas correctas en los tiempos de la reunificación.

Pero Berlín no sólo estaba mirando hacia adelante. Berlín siempre es consciente de su historia y de su responsabilidad histórica.

Berlín fue la capital de la Alemania Nazi. Desde allí se desencadenó la criminal Guerra Mundial.

Berlín fue el lugar en el que se planeó y ejecutó una política racial sangrienta cuya culminación atroz fue el asesinato de 6 millones de judíos europeos. Hace dos años el Premio de la Concordia fue concedido al Museo del Holocausto en Yad Vashem, que recuerda estos crímenes al igual que el gran Monumento al Holocausto en el corazón de Berlín y muchos otros lugares conmemorativos en la capital alemana.

Berlín reconoce su historia.

Pero asimismo, Berlín está orgullosa de lo que ha conseguido en las dos décadas desde la caída del muro. Esto lo queremos celebrar dentro de pocas semanas (el 9 de noviembre) cuando nos reunamos en la Puerta de Brandeburgo con muchos invitados internacionales.
Berlín es una ciudad del cambio con una gran energía creativa. Las personas procedentes de más de 180 países crean un ambiente abierto y tolerante.

Asimismo estamos orgullosos de que cada vez más personas de todo el mundo visiten Berlín, y particularmente numerosos entre nuestros visitantes son las españolas y los españoles. Entre los turistas extranjeros forman el tercer contingente en número.

Algún hueco aún existente en el aspecto urbano simboliza el espacio libre para personas que se sienten atraídas por Berlín. Artistas, científicos, cabezas creativas vienen a Berlín porque la ciudad les ofrece oportunidades únicas. Ellos enriquecen la ciudad y contribuyen a la transformación de Berlín.

La concesión del Premio Príncipe de Asturias de la Concordia es un acicate para nosotros de continuar por este camino. El jurado ha valorado los esfuerzos de Berlín de

”construir un nudo de la concordia en el corazón de Alemania y Europa que contribuye al entendimiento, la convivencia, la justicia, la paz y la libertad en el mundo”.

Berlín se siente comprometida con este ideal.
El Premio Príncipe de Asturias de la Concordia nos llena de orgullo.

Berlín dice ¡Gracias, Asturias! ¡Gracias España!







Criterios y opiniones.
FOPLADE- Ceremonia de entrega de los
Premios Príncipe de Asturias 2009

INTERVENCIÓN DE LA DRA. MARGARET CHAN
Directora General
Organización Mundial de la Salud
Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional


Oviedo, 23 de octubre de 2009
Excelencias, distinguidos invitados, co-premiados, damas y caballeros:

Al conceder este prestigioso premio a la Organización Mundial de la Salud, la Fundación Príncipe de Asturias honra dos principios que han guiado de forma sistemática la labor de la OMS: el valor intrínseco de la salud para todas las personas, y la importancia de la cooperación internacional para alcanzar mejoras sanitarias.

Los dos van de la mano. La salud es la esencia misma de nuestra humanidad común. Es parte de nuestra naturaleza humana valorar y desear tener una buena salud. Y conviene a todas las naciones construir un entendimiento común de las amenazas e impulsar la buena voluntad a la hora de buscar y compartir soluciones.

Cuando se fundó la OMS hace 61 años, un objetivo central fue la provisión de un mecanismo mediante el cual los países pudiesen trabajar juntos en la persecución de una mejoría en la salud. El compromiso para con los principios de equidad y justicia social estaba presente desde el principio.

Esto es el núcleo del imperativo moral y ético de trabajar conjuntamente por la salud, por mejorar la vida de las personas más desamparadas. A nadie le debería ser negado el acceso a una atención sanitaria que salva vidas por razones injustas, incluidas aquellas de causa económica o social.

La necesidad de la cooperación internacional en cuestiones de salud se torna aún más importante bajo las condiciones del siglo veintiuno. En un momento de interdependencia radicalmente acrecentada entre naciones, los problemas de salud están siendo determinados, por todas partes, por las mismas fuerzas poderosas, creando amenazas universales.

La globalización de unos modos de vida poco saludables ha impulsado un incremento alarmante en todo el mundo de enfermedades crónicas, como las cardiopatías, el cáncer y la diabetes – enfermedades que ya están presentes tanto en los países ricos como en las pobres. Los cambios en la forma en que la humanidad habita el planeta han impulsado la aparición de enfermedades nuevas y acelerado su propagación internacional.

El clima cambia, con consecuencias profundamente negativas para la salud. Enfermedades mortíferas, como el VIH/SIDA, la malaria y la tuberculosis, no están aún bajo control.

Los avances en la medicina se han acelerado, pero se han dejado atrás a demasiadas personas. La primera pandemia de gripe del siglo veintiuno se extiende por un mundo donde las diferencias en niveles de ingresos, en condiciones sanitarias, en el acceso a la atención médica y en los recursos sanitarios son mayores que en cualquier momento de la historia reciente.

Al honrar la labor de la OMS, la Fundación Príncipe de Asturias también honra la necesidad de una mayor justicia a la hora de compartir los beneficios de los avances médicos. Ustedes refuerzan nuestro optimismo. Lo mejor de la naturaleza humana – nuestra creatividad, generosidad y el deseo genuino de ayudar – siempre prevalecerán cuando la salud de las personas está en juego.
Gracias.








Criterios y opiniones.
FOPLADE-Ceremonia de entrega de los
Premios Príncipe de Asturias 2009

INTERVENCIÓN DEL SR. JOSÉ RAMÓN NARRO
Rector
Universidad Nacional Autónoma de México
Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades


Oviedo, 23 de octubre de 2009

Asisto a esta ceremonia lleno de orgullo y agradecimiento, en representación de una Universidad cuyos orígenes se remontan a más de cuatro siglos y medio, que ha sido enclave de cultura y de saber, de defensa de las libertades y de la justicia, además de formar parte de la conciencia nacional.

Son millones los alumnos, académicos y trabajadores que pasaron por sus instalaciones a lo largo del siglo XX y de lo que corre del actual, ellos construyeron con su esfuerzo y compromiso, a la Universidad Nacional Autónoma de México.

En su nombre, en el de su gran comunidad, en el de los ex rectores y autoridades que me acompañan, agradezco profundamente a la Fundación Príncipe de Asturias y al jurado correspondiente, por reconocer la calidad del trabajo académico y el compromiso social de nuestra institución. A su Alteza, el Príncipe de Asturias, y a todos ustedes, les manifiesto el gran significado que tiene para nosotros esta ocasión.

Expreso mi reconocimiento a las personalidades y organizaciones que apoyaron a la UNAM. En especial agradezco al excelentísimo embajador de España en México, quien presentó la candidatura y manifestó siempre su convicción de que la Universidad merecía este premio. Gracias a todos los que creyeron que cumplía con los requisitos esenciales: poseer la máxima ejemplaridad y haber logrado una obra de trascendencia internacional.

Comparto esta distinción con los miembros de la comunidad de la UNAM aquí presentes y de manera especial con los miles de alumnos, profesores y trabajadores universitarios que, gracias a la maravilla de las telecomunicaciones, presencian esta ceremonia en mi país. La distinción es de todos ellos y de las generaciones que hicieron la historia, incluidos aquellos extraordinarios hombres y mujeres del exilio español que nos enriquecieron hace 70 años.

El premio que se otorga a la Universidad, es una gran motivación para reafirmar nuestro compromiso con la educación y las causas de la sociedad. Para el ser humano el conocimiento siempre ha sido importante, pero ahora es fundamental. No hay campo de la vida en el que no influya el saber. Por esto preocupa tanto el desinterés de algunos en la materia, como que en muchos sitios no sea una prioridad o que se le escamoteen los recursos para su generación y transmisión. Sin ciencia propia, sin un sistema de educación superior vigoroso y de calidad, una sociedad se condena a la maquila, a la medianía en el desarrollo.

Por ello resulta indispensable reivindicar el derecho a la educación. Por ello es necesario insistir y volverlo a hacer. La educación es vía de la superación humana, de la individual y la colectiva. Concebirla como un derecho fundamental es uno de los mayores avances éticos de la historia. Como bien público y social, la educación superior debe ser accesible a todos bajo criterios de calidad y equidad. Por eso duele que en el mundo de hoy, con sus grandes desarrollos, vivan cerca de 900 millones de personas que no saben siquiera leer y escribir.

A algunos les puede parecer que hablar de valores o de humanismo es asunto del pasado, del Renacimiento o del siglo XIX. Se equivocan. También lo es de ahora y del futuro. Frente al éxito quimérico, el egoísmo, la corrupción o la indiferencia, el mejor antídoto son los valores laicos de ayer y siempre.

Por esto, la crisis que enfrenta la población mundial requiere de una revisión a fondo de los valores que transmitimos a los jóvenes. Se debe hacer, en virtud de que la desigualdad y el rezago afectan en el mundo a miles de millones de personas. La modernidad debe traducirse en mejores condiciones para los excluidos de siempre. El verdadero saber no es neutro, debe estar impregnado de compromiso social.

Aprovechemos la oportunidad que nos ofrece el fracaso del sistema financiero, para proponer nuevos esquemas de desarrollo que permitan a los jóvenes recuperar la esperanza en un futuro más alentador. El gran reto consiste en alcanzar un progreso donde lo humano y lo social sean lo importante.

Concluyo con la reiteración del agradecimiento por la distinción que recibimos. Se trata de un aliciente que fortalece nuestro compromiso con la calidad de la educación y con las causas y necesidades de la sociedad.

“Por mi raza hablará el espíritu”







Criterios y opiniones.
FOPLADE-Premio Principe Asturias.

Ceremonia de entrega de los Premios Príncipe de Asturias 2009

INTERVENCIÓN DEL SR. ISMAÍL KADARÉ

Premio Príncipe de Asturias de las Letras


Oviedo, 23 de octubre de 2009

Constituye una especial satisfacción para mí estar presente hoy aquí y tomar la palabra en esta sala. La satisfacción es doble pues todo esto sucede a causa de la literatura, universo al que yo pertenezco.

Ha habido y continúa habiendo dos ideas radicalmente contrarias acerca de la literatura. Una, antigua, un tanto ingenua, creía que la literatura, como el resto de las artes, era capaz de producir milagros para el mundo; la otra idea, moderna, por consiguiente en modo alguno ingenua, que la literatura y el arte no sirven a nadie excepto a sí mismas.

En estas dos ideas, la verdad y la no verdad se encuentran mezcladas. No obstante, como hombre del arte que soy, yo me inclino a creer en milagros.

Existe un modelo para este paradigma: el mito de Orfeo. Se lo ha considerado, con razón, el mito más misterioso de la humanidad. Su esencia está relacionada con las potestades del arte. Orfeo consiguió con el suyo cosas increíbles y, si bien no alcanzó a trasponer el muro de la muerte, se aproximó a lo imposible más que ningún otro.

He aludido al famoso mito para llegar a otro milagro mucho más vulgar en apariencia, aunque de la misma naturaleza. Hace veinte años, en mi país comunista, si alguien le hubiera sugerido a alguien la posibilidad de que, un día, un escritor albanés recibiría un premio en España, para mayor abundamiento entregado por el príncipe heredero, ese alguien habría sido de inmediato calificado de loco, lo habrían encadenado y conducido al manicomio. Y este habría sido el menor de los males. De acuerdo con una segunda versión, ese alguien acabaría en el juzgado y torturado como un peligroso complotador.

Tal vez os pueda parecer un tanto dramatizado este pronóstico, pero lo explicaré.

Albania, mi país, y el vuestro, España, excepto una breve amistad en el siglo XV, no tuvieron nunca la menor relación. Aunque la ruptura completa se produjo el siglo pasado, cuando mi país comunista, distinguido en cuestión de ruptura de relaciones (esa fue, por así decirlo, su especialidad), cortó todo vínculo con España.

Pero, como todo en este mundo, también el milagro de la literatura posee una tradición. En el tiempo glacial del que hablaba más arriba, cuando entre mi país y España no iba ni venía nadie, un caballero solitario, despreciando las leyes del mundo, cruzaba cuantas veces se le antojaba la frontera infranqueable. Ya imaginaréis a quien me refiero: a Don Quijote.

Fue el único al que no consiguió detener aquel régimen comunista, para el que la cosa más fácil del mundo era precisamente detener, prohibir. Don Quijote, ya como libro ya como personaje vivo, era tan popular en Albania como si lo hubiera engendrado ella misma.

Alguno podría encontrar la siguiente explicación para esta paradoja: Don Quijote estaba loco, y no menos loco estaba el Estado albanés, de modo que resulta lógico que los dos locos se entendieran. Al tiempo que pido excusas por comparar la noble enajenación de Don Quijote con la perversa insana de mi Estado, permitidme que os diga que no fue así y que el paralelismo está relacionado con otro fenómeno.
He hecho esta larga introducción para llegar al tema principal de mi breve discurso: la independencia de la literatura. Don Quijote traspasaba la frontera albanesa porque era, entre otras cosas, independiente. Cuando un escritor albanés, por una obra escrita principalmente en un territorio y un tiempo comunistas, viene a recoger un premio de un reino occidental, eso sucede porque la literatura es, por su propia naturaleza, independiente.

El debate es antiguo. Ha sido y tal vez continúa siendo la principal inquietud de ese arte. A diferencia de la independencia de los Estados, la de la literatura es global. De ahí que también su defensa lo sea: global.

Eso no la torna más fácil. Por el contrario.

La independencia de la literatura y las artes es un proceso en desarrollo. Resulta difícil que nuestra mente capte sus verdaderas proporciones. Acostumbrados a la independencia referida principalmente a los Estados, las naciones e incluso los individuos humanos, encontramos dificultades para llegar más lejos. Llegar más lejos significa comprender que la no dependencia del arte no es cuestión de lujo, un deseo de perfeccionar el arte mismo. Es un condicionante objetivo, es decir obligado. De lo contrario, ese universo paralelo no se sostendría en pie. Hace tiempo que se hubiera derrumbado.

La concepción, como decía, es antigua. También es de antiguo conocida la expresión “república de las letras”. La inclinación a ver la literatura, por supuesto como un mundo espiritual, pero asimismo con atributos materiales: espacio, tiempo, movimiento, es de sobra conocida, aunque eso no basta. La aceptamos como un mundo paralelo referencial pero, cuando llega la hora de alcanzar una visión completa de ella, a nuestra mente estrecha, conformista, se le plantean problemas para aceptar el paralelismo, la verdadera independencia por tanto. Decimos independiente y de inmediato nuestro viejo instinto nos empuja a lo contrario.

No somos capaces de evitar la idea de que el arte, si bien puede no depender de los Estados, las doctrinas, la moda, depende sin embargo de algo. Y enseguida pensamos en nuestro mundo real, dicho de otro modo en nuestra propia vida. La idea de que la literatura depende de la vida es ya casi oficial a nivel planetario.

Yo plantearía una pregunta que ya en sí misma resulta herética: ¿es esto verdad? La respuesta, por el momento, necesariamente ha de ser de doble sentido: no puede descartarse que el arte mantenga vínculos con la vida, aunque sólo parcialmente.

Permitidme que, en la parte final de mi discurso, explique muy brevemente esta medio herejía.

Una vez aceptamos que el de la literatura y las artes es un mundo paralelo, referencial, ya hemos admitido también que es un mundo rival. Y en consecuencia, dado que la rivalidad conduce de forma habitual al conflicto, lo queramos o no habremos de admitir que entre esos dos mundos, el de la vida y el del arte, habrá conflicto.

Y conflicto hay. En ocasiones declarado, otras velado. El mundo real posee sus propias armas contra el arte en ese enfrentamiento: la censura, las doctrinas, las cárceles.

Así como también el arte dispone de sus medios, sus fortalezas, sus herramientas, en fin sus armas, la mayor parte secretas.

El mundo real resulta ser a veces implacable, despiadado.

Un poeta romántico alemán imaginaba los tercetos de Dante Alighieri unas veces como picas amenazadoras y otras como instrumentos de tortura para las conciencias atormentadas por el crimen.

Pero el combate entre los dos mundos es más complicado de lo que parece.

El mismo poeta alemán insistió en que algunos han fatigado al arte con su enemistad y otros con su cariño. Por paradójico que parezca, son numerosos aquellos que lo hostigan justamente cuando creen que lo aman.

Como puede verse, la independencia de la literatura y del arte se torna cada vez más difícil.

No obstante, nosotros los escritores estamos convencidos de que el arte no alzará nunca la bandera de la capitulación.

Ya que he mencionado esta entristecedora palabra, creo que debo regresar de nuevo a la visión de los dos mundos situados frente a frente a la espera de una victoria: la del mundo real o la del arte.

Desde luego, existen muchas diferencias entre ellos, pero hay una de dimensión colosal que se sitúa por encima de todas las demás. Es la siguiente: mientras que, en su conflicto con el arte, el mundo real llega a tal extremo de furor como para precipitarse a destruirlo, en ningún caso, lo repito, en ningún caso la literatura y el arte atacan al mundo real con intención de dañarlo, sino que, por el contrario, pugnan por tornarlo más bello, más habitable.

Es una diferencia absoluta entre ambos. Y en tal caso esa diferencia no viene a constituir sino la más sublime confirmación de la verdadera independencia del arte.


Gracias.






Criterios y opiniones.

giovedì 22 ottobre 2009

FOPLADE- TRIBUNA: RAYMUNDO RIVA PALACIO
Los dueños de México
Justo a la mitad de su sexenio, el presidente Calderón golpea con éxito a un poderoso sindicato reacio a cambiar, ¿irá más allá?

RAYMUNDO RIVA PALACIO 21/10/2009


La liquidación de la empresa Luz y Fuerza, que controlaba de manera omnipotente la distribución, comercialización de la energía eléctrica en cinco entidades del centro de México y daba servicio a casi el 40% de la población nacional, ventiló la manera como un sindicato, en este caso el Mexicano de Electricistas, abusaba de sus agremiados, de los usuarios y de quien se les pusiera enfrente. Si había historias de terror sobre aquellos que en un año no pudieron lograr que le conectaran el servicio, o a los que les pedían dinero para atenderlos o acelerar sus solicitudes de conexión o mantenimiento, las revelaciones de los últimos días sobre la forma como los líderes hacían uso de los dineros sindicales, contribuyeron para que la decisión del gobierno contara con la aprobación de la mayoría de los ciudadanos, que no siente pena, en tiempos de crisis, porque 40.000 trabajadores se fueran, en una noche, a la calle.


Los excesos de sus líderes fueron grotescos. Un rancho con finos caballos y autos de lujo, propiedad de su dirigente. Miembros del comité ejecutivo nacional pagando notas de comida de 2.000 dólares. Privilegios por contrato, como pagas adicionales por presentarse a trabajar, o por llegar temprano. Sistema de ascenso basado en antigüedad y no en productividad. Venta de plazas de nivel medio por el equivalente a 30.000 dólares. Toda una pesadilla. La sociedad se escandalizó, no sin razones, y convirtió al Sindicato Mexicano de Electricistas en el villano de moda. Muy pocos cuestionaron que si este sindicato pudo acumular tanto, se debió a que la administración de la empresa pública lo permitió. Y la administración lo hizo porque si lo enfrentaba, temía, se podría quedar sin luz más de una tercera parte del país. Visto está, no fue así.

El Sindicato Mexicano de Electricistas tenía el monopolio eléctrico en toda una amplia región del país. Al desaparecer la compañía de Luz y Fuerza, se evaporará el sindicato, que tenía en esa empresa su única fuente de trabajo. Será absorbida por la Comisión Federal de Electricidad, otra empresa gubernamental, con lo cual el duopolio eléctrico pasará a ser un monopolio. Esta es una palabra muy utilizada en México para describir a los verdaderos dueños de México, los que controlan el consumo y la vida de los mexicanos, los que impiden la competencia justa, los que reducen la competitividad y frenan el desarrollo. Son los que en buena manera han logrado que un país que tiene tanto potencial, se quede en el arrancadero del desarrollo, observando cómo lo rebasan cada año.

Afirma el Foro Económico Mundial en su último informe sobre competitividad que abarca el análisis de 132 países, que México está en el lugar 60, abajo de Chile, Puerto Rico, Costa Rica, Brasil y Panamá, entre las naciones latinoamericanas. Pero está en el lugar 101 en ineficiencia de instituciones públicas, en el 115 en cuanto a rigidez laboral, y en el 74 por la mala educación superior, incapaz de proveer mano de obra de calidad al mercado de trabajo. Este es el verdadero paisaje nacional, el de los grupos de poder, públicos y privados, que marcan la hora mexicana y manipulan el destino.

Los monopolios son una pesadumbre que no se siente cotidianamente, pese a que se les denuncia frecuentemente. La educación primaria por ejemplo. El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación es utilizado como grupo de presión política y como divisa de cambio en tiempos electorales, pero la educación primaria en México, bajo todos los estándares internacionales, está reprobada. Maestros pobres, líderes ricos, con su dirigente perpetua con residencias en Estados Unidos y aviones privados, ropa de Louis Vuitton y zapatos Prada. El sindicato petrolero tiene en jaque a Pemex, una empresa petrolera que aún en los tiempos en que México tenía una de las reservas probadas más grandes del mundo, perdía dinero. País pobre y líderes ricos, con autos de lujos, relojes Audemars Piguet de oro de 18 kilates y casas en Vail. Pero ya lo dijo el presidente Felipe Calderón: la acción contra Luz y Fuerza y el sindicato no tendrá réplica en ninguno otro más.

Tranquilos y a seguir trabajando. Los dueños de México no tienen problemas con el Estado salvo ocasionalmente. El presidente Calderón dijo, incluso antes de tomar posesión, que el desmantelamiento de los monopolios sería parte de su cruzada para modernizar el país y detonar el desarrollo. No ha podido ni ha querido. El crecimiento de México está por debajo no sólo de la media mundial, sino se encuentra en los sótanos entre sus pares en América Latina. El principio del despegue de la crisis tomó al gobierno mexicano en el cabús del ferrocarril del desarrollo, sin muchas posibilidades de ir avanzando en los vagones, menos aún para colocarse en la punta de la locomotora. Los grandes grupos de interés lo tienen dominado y frenado.

México es el país de los monopolios. El magnate Carlos Slim es el arquetipo, con su dominancia en el sector de las telecomunicaciones. Tiene bajo su control al 80% de la telefonía fija y mantiene bajo su férula más del 70% de la telefonía móvil. Las tarifas, casi parece pleonasmo señalarlo, se encuentran entre las más altas del mundo. El grupo que encabeza ha estado dando una batalla para impedir que el conglomerado de comunicación, Televisa, pueda entrar al mercado de la telefonía fija. Hay mucho temor, pues con el dominio del 70% de las pantallas de televisión en México, la propiedad del sistema de cable más grande del país y del sistema de televisión por satélite dominante, la comercialización en paquete sí representarían un desafío empresarial para Slim. Pero al mismo tiempo, Televisa presiona para que el gobierno no le autorice a Slim un canal de televisión, quien ya tiene 36 canales en operación, semiclandestinos en Internet, en espera de la señal pública.

Es la lucha de colosos en un bosque donde hay muy pocos gigantes. Un solo grupo, Cemex, controla el 90% de la producción y el mercado de cemento. Otro más, Peñoles, domina el 100% de la producción y el mercado de la plata. Cervecería Modelo, que vende 10 marcas de cervezas -entre las que se encuentra Corona-, domina el 65% del mercado, dejando el 35% a Cuauhtémoc Moctezuma, que es filial del conglomerado Femsa, que además de las cervezas, domina el 60% de las refresqueras (soft drinks). Bimbo domina el mercado del pan, y Gruma el de maíz. En cada uno de esos rubros, el precio al consumidor es más alto, en función a su poder de compra, que en muchas partes del mundo.

Todos los organismos internacionales han venido señalando desde hace tres años la necesidad de que el gobierno se decida romper los monopolios. Desde entonces, el gobierno del presidente Calderón ha dicho que así será, pero no lo es. Hay una retórica muy fuerte en esa dirección, pero la voluntad política es sumamente débil. Hay una leve esperanza de que en el tiempo que le queda a Calderón al frente del gobierno -menos de tres años-, se decida a abrir la competencia por la vía del ataque a los monopolios. Se ve difícil. Cada mes que pase, se irá debilitando. Reformas importantes y cambios de política de largo plazo, dicen los clásicos, se hacen en el inicio del gobierno, no al final. Pero acaba de liquidar a Luz y Fuerza y se enfrentó a un sindicato con la fama de ser el más combativo de todos los sindicatos mexicanos. Hasta ahora las cosas, en términos políticos y para incrementar su popularidad, le están funcionando de acuerdo con sus deseos. Pero Calderón no es de los que engañe con la verdad. Lo más probable es que su lucha antimonopólica, pese al éxito, se la herede al próximo gobierno.

Raymundo Riva Palacio es director de ejecentral.com.mx.





Criterios y opiniones.
FOPLADE- TRIBUNA: ANTONIO ELORZA

¿'Quo vadis', Berlusconi?

ANTONIO ELORZA 21/10/2009


La decisión del Tribunal Constitucional (TC) italiano en el sentido de privar de inmunidad a los cuatro altos cargos del Estado, anulando así la Ley Alfano, ha dado lugar a un estallido de Berlusconi similar al que anunciaban los últimos minutos de El caimán, la película de Nanni Moretti. Fue una reacción en que se mezclaron la prepotencia y la irritación, un miedo mal encubierto con una agresividad de signo paranoico. Pocos días antes había tenido que encajar la sentencia sobre el caso Mondadori, con 750 millones de coste y la confirmación de haber sobornado a dos jueces. Ahora la resolución del TC no supone una condena, pero vuelve a hacerle vulnerable.

Con el grotesco "¡Viva Italia! ¡Viva Berlusconi!", volvemos al lenguaje de la era Mussolini

El monopolio de la televisión hace innecesarios a los escuadristas

La carrera de Silvio Berlusconi se ha convertido en un permanente ejercicio de imposición de su voluntad soberana sobre la ley y las instituciones cada vez más distanciado de los usos democráticos. No resulta inútil, en consecuencia, la comparación con otro líder carismático italiano del pasado siglo. Para empezar, al modo de Mussolini, conjuga brutalmente en su discurso la afirmación de la propia personalidad excepcional -ahí está su grotesco "¡Viva Italia! ¡Viva Berlusconi!" ante los periodistas- con la descalificación y el desprecio absoluto dirigidos frase a frase, y repetidos por el coro de fieles, contra sus oponentes. No son éstos, "la izquierda", sus adversarios, sino los enemigos a aplastar de Italia. El "pueblo italiano" es suyo. Su predecesor, el Gobierno Prodi, no existió; fue el Gobierno sombra. Volvemos al lenguaje de los años veinte.

Curiosamente, ahora antiguos escuadristas se han vuelto demócratas (Fini), pero su papel es cubierto de sobra por la masiva acción de los medios que garantizan al redentor San Silvio un monopolio parcial ante la opinión pública. Unos son más toscos (Il Giornale), otros más sofisticados (el Porta a porta, de Bruno Vespa), mientras domestica como hiciera el Duce a los independientes (La Stampa, Il Corriere: ambos edulcoraron la mención despreciativa hacia el presidente de la República italiana -"No me interesa lo que diga Napolitano"- en un "No me interesa lo que diga el jefe del Estado"). Contra la oposición rigurosa, tipo el diario Repubblica, no siendo factible hoy el recurso al manganello ni al cierre forzoso, pone en juego calumnias de un lado, medidas de estrangulamiento de otro. Como para Chávez, la prensa y la televisión críticas son enemigos declarados. Sólo admite una actitud de rigurosa obediencia, cuyo ejemplo sería el mencionado programa Porta a porta.

De nuevo, igual que su precursor, nombrado por su masculinidad Lui, Él, Silvio asume públicamente el papel de supermacho, no sólo al presumir de sus "conquistas" sexuales, quien sa

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be cómo consumadas, sino cuando se permite en Rai-1 insultar a una opositora sexagenaria. No son alardes gratuitos, sino reflejo de la vieja concepción del poder que recogieran el Código de Manu con la vara por emblema y los Brahmanas, acudiendo a la virilidad: el poder es el pene del gobernante que penetra al pueblo, su contrapartida femenina. En su versión actualizada, encarnan ésta "las masas" (Mussolini), "el pueblo italiano", "los electores" (Berlusconi), gracias a su vigor proverbial y al encantamiento que produce la eficaz propaganda del Gran Seductor. Ahora con la televisión como instrumento decisivo.

Los mecanismos de la democracia representativa o la autonomía del poder judicial sobran, salvo como elementos suntuarios, ya que interfieren en la única relación política que debe existir, entre el Jefe que decide y quienes manifiestan en elecciones/plebiscitos su fiel adhesión a Él, Lui, proprio Lui, como ironizaba una cancioncilla de la era fascista. Según revela una y otra vez en sus declaraciones, ha de contar sólo el poder refrendado por "los electores", el suyo (a pesar de no haberse acercado nunca al 50%). Los demás quedan relegados al papel de títeres, incluido un presidente de la República cuyo deber sería forzar el voto de los jueces del Constitucional a favor de la inmunidad de don Silvio. En otro caso, se convierte en alguien que debe ser denigrado, no mereciendo siquiera en la cita la consideración de "jefe del Estado", y en un obstáculo inadmisible. No cabe un poder neutral super partes, precisa. De ahí el calumnioso ataque al presidente Napolitano -"ya sabéis de dónde viene"- cuyo derrocamiento permitiría a Berlusconi poner en marcha un vuelco al orden constitucional.

El norte inmediato de su política consistirá en una eliminación de aquellos ("comunistas" del Partido Democrático, "la izquierda", los jueces) que tratan de impedir su benéfico liderazgo de "una Italia que quiere la tranquilidad, que quiere la calma en el trabajo". Son éstas palabras del Duce en enero de 1925, cuyo contenido hoy Berlusconi retoma para avalar su voluntad de traer felicidad a los italianos por medio de su buen gobierno.

A Il Giornale le ha faltado tiempo para lanzar un manifiesto pro-Berlusconi del "país que produce" para acabar con "la Italia de los tramposos". Igual que su precursor, non molla, no cede y amenaza: "Veréis de qué pasta estoy hecho". No hace falta que lo explique. Jugará todas las bazas para convertir la democracia representativa italiana en un régimen autocrático de base plebiscitaria. A Carl Schmitt le hubiera encantado por personificar como antes Mussolini, en una circunstancia menos dramática, la figura del katejon, el que se impone, frente al Anticristo izquierdista y al caos, figura inventada por San Pablo y puesta al día por Schmitt, a cuyo cargo corre por encima de la norma garantizar el orden social (véase el esclarecedor estudio de C. Jiménez Segado).

¿Qué ha hecho Italia para merecer esto ahora, como antes el fascismo en los años veinte? Sin duda en la gestación de las dificultades del último siglo cuentan las malformaciones territoriales del Estado por obra del Risorgimento, la tardía modernización, la interferencia constante de una Iglesia habituada a una hegemonía secular, el decisivo trauma causado por la intervención en la Gran Guerra y el hecho de que las crisis orgánicas de aquella posguerra y del corrupto régimen de la Primera República no abocaran a una transformación progresista, sino por el contrario a soluciones conservadoras, de corte autoritario y lastradas asimismo por la corrupción.

Los residuos del comunismo tras la caída del muro sirvieron de coartada para invocar de nuevo la aparición del katejon. Así, de la costilla del seudosocialista Craxi surgió Berlusconi, formado en el mundo de grandes negocios fraudulentos del milagro italiano y con la imagen de un fascismo modernizador en el fondo. El monopolio de la televisión hace innecesarios a los escuadristas. Para sofocar el pluralismo político, bastan la manipulación masiva de la opinión desde sus medios, el fraude de ley y una constante presión agresiva contra los opositores. Todo tiene su lógica.

Antonio Elorza ha sido profesor de la Universidad de Turín y es cavalliere de la Orden del Mérito de la República italiana. Es también catedrático de Ciencia Política.





Criterios y opiniones.
FOPLADE- TRIBUNA: CARLOS FUENTES Nobel a Obama: un premio merecido

CARLOS FUENTES 21/10/2009


El premio Nobel de la Paz otorgado al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, tiene importantes significados dentro y fuera de los Estados Unidos de América. Adentro, es una sonora cachetada a la creciente campaña de odio, mentira y maledicencia orquestada contra Obama por la extrema derecha norteamericana y encabezada por demagogos televisivos como Rush Limbaugh.


En menos de 300 días ha transformado la escena internacional a favor de la paz y la diplomacia

Un grupo extremista ha pedido el asesinato del presidente Obama. Otros, más comedidos, han alegado que Obama no nació en Estados Unidos, y que su padre es de Kenia, ofuscando el hecho de que Obama nació en Hawai, que su madre es de Kansas y que la nacionalidad la otorga el lugar de nacimiento.

Semejantes mezquindades son magnificadas por insensateces ideológicas: Obama es un racista a la inversa, odia a la raza blanca y obligaría a los blancos a sentarse en la última fila de los autobuses. Y más: Obama es "socialista" porque quiere abrir la seguridad médica a quienes no la tienen (como sucede en casi toda Europa). El elogio de Gordon Brown al sistema público de salud en Inglaterra prueba, sin duda, que el primer ministro inglés es un rojillo peligroso.

Sobra decir que estos ataques no son gratuitos. Explotan la vieja disputa entre la federación y los Estados, el "elitismo" y el "populismo", Hamilton y Jefferson, pero le añaden un elemento perverso de calumnia, maledicencia y, ya se ve, racismo que no osa decir su nombre.

Sólo que, además del hecho político interno de deslegitimizar a los críticos de mala fe (los de buena fe son bienvenidos), el Nobel a Obama tiene un efecto internacional mayúsculo. ¿Por qué se premia a Obama, señalan algunas objeciones, a sólo nueve meses de su inauguración cuando aún faltan más de tres años de su presidencia?

La respuesta es que, en menos de 300 días, Barack Obama ha transformado el escenario internacional a favor de la paz y la diplomacia.

En vez de atacar primero, en nombre de la atroz doctrina del "ataque preventivo" -proclamada y aplicada por George Bush hijo, Cheney y Rumsfeld-, Obama le ha dado prioridad al diálogo y a la negociación. Si éstos fracasan, no será por culpa de Estados Unidos, sino, en su caso, de Irán, Corea del Norte, Siria, Israel o Palestina.

En su discurso de El Cairo, Barack Obama abrió las puertas cerradas del diálogo con el mundo árabe. A Palestina e Israel les ha instado a negociar seriamente, cumplir los tratados vigentes y proponer políticas de progreso para un nuevo tiempo. Ha aislado a Netanyahu y su pretensión nuclear contra Irán.

Pero a Irán le ha ofrecido negociar el tema, al tiempo que critica la política represiva interna de Ahmadinejad y al ayatolá Jamenei, aliándose de hecho con la sociedad democrática emergente de Irán, país destinado a ser la gran potencia del Oriente Medio.

A Irak, Obama le ha dado manos libres para organizarse internamente y llegar a un acuerdo nacional entre chiítas, suníes y kurdos.

Y en Afganistán, al momento de escribir este artículo, se discute la política a seguir entre dos tendencias: la militar del general McChrystal o la del vicepresidente Biden.

En el centro del debate, el presidente Obama y el secretario de la Defensa, Gates, optarán por una solución. Acaso no la mejor, aunque no hay solución mejor cuando el enemigo, el talibán, es una guerrilla invisible, el Gobierno central un espejismo corrupto, la realidad política la de un confeti de caciques y el peligro de la creciente presencia del talibán en el vecino Pakistán.

La política europea de Obama, por otro lado, respeta a los Gobiernos en el poder, no le concede privilegios indebidos a los países vecinos de Rusia (Polonia, Chequia), pero le hace saber a Moscú que la Guerra Fría terminó y que todos los temas están sobre el tapete para una nueva política de convivencia sin debilidades.

El gran problema es China y su poderosa paradoja: la economía emergente más poderosa y el régimen político más autoritario. Sospecho que ante Pekín sólo una política es posible: tratar con el actual Gobierno y respetar la inevitable evolución de China hacia un régimen más democrático, más acorde con la realidad de la economía y la sociedad modernas de un país con milenios de historia sobre las espaldas.

Enumero toda una serie de realidades que aún no encuentran solución final, ni la encontrarán, sospecho, jamás, porque son parte de un mundo en evolución constante. Esto es lo que Obama ha entendido. En vez de aplicarle al mundo un cancel de fierro concebido por y para una sola nación, Estados Unidos de América, Obama admite la diversidad política, económica y cultural de los demás y ofrece tratar con ella, dialogar y negociar en vez de dictar e invadir.

¿No es éste un cambio fundamental de las relaciones exteriores? ¿Y no merece su iniciador, Barack Obama, un premio por lo ya logrado que es también un incentivo para lo que aún falta?

Nota. Los enemigos de Obama lo atacaron porque fue a Copenhague y no obtuvo los Juegos Olímpicos para Chicago. ¿Lo elogiarán porque, en cambio, irá a Oslo a recibir el Premio Nobel?

Carlos Fuentes es escritor.





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sabato 17 ottobre 2009

FOPLADE- TRIBUNA: SIMÓN ALBERTO CONSALVI
La democracia bajo condena

SIMÓN ALBERTO CONSALVI 17/10/2009

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En sus 60 años, la Organización de Estados Americanos (OEA) nunca expulsó a uno de sus miembros porque en él se hubiera dado un golpe de Estado, a pesar de que tales golpes fueron acometidos por personajes como Augusto Pinochet, los generales brasileños o los genocidas del Cono Sur.


Zelaya fue destituido por decisión unánime de los otros poderes del Estado, no por un golpe

Violando su propia Carta, la OEA acogió en su seno a los peores dictadores del hemisferio, a Somoza, Pérez Jiménez y Trujillo, el dictador dominicano que protagonizó La fiesta del chivo. La guerra fría y el anticomunismo fueron las primeras excusas, pero después vinieron otras hasta que, al fin, las dictaduras fueron dejadas atrás. De modo que la suspensión de Honduras el 4 de julio por el Consejo Permanente no tuvo precedentes. Si los equívocos y las contradicciones no fueran tantos, podría suponerse que, aunque tarde, la OEA comenzaba a redescubrir su propia Carta.

Al documento fundacional que imaginaba a la OEA como conjunto de Estados democráticos, se le añadió la Carta Democrática Interamericana que algunos Gobiernos, como el de Venezuela, suelen desdeñar con obstinación y buena fortuna.

A raíz de la destitución de Manuel Zelaya como presidente de Honduras, el 28 de junio, fue aplicada la Carta Democrática. Podría suponerse que con buenos fundamentos, pero no ocurrió así. La OEA se precipitó. Tenía que investigar las causas de la crisis. O, mejor, debió preverla, invocando la Carta a tiempo, antes, y no después.

Al pretender llevar a cabo un referéndum ajeno al orden constitucional hondureño, el presidente Zelaya violó la Constitución de su país, y violó asimismo la Carta Democrática. Quiso abrirle espacio a la convocatoria de una Asamblea Constituyente de manera unilateral, con el propósito de hacerse reelegir, siguiendo el manual de los presidentes de la Alianza Bolivariana, Venezuela, Bolivia y Ecuador. ¿Por qué no reaccionó entonces la OEA? Porque había perdido la fe en la Carta, y el mismo secretario general José Miguel Insulza, requerido en cierta ocasión, respondió con total desdén y, como excusa, que "más de siete países la violaban".

El presidente Zelaya no fue destituido por un golpe militar, sino por una decisión unánime de los otros poderes del Estado. Admitiendo los errores cometidos, en particular su expulsión del país, la OEA estaba frente a una situación que exigía ponderación y cautela.

En lugar de la mediación, la organización optó el 4 de julio por la exclusión de Honduras del sistema, por el ultimátum, las retaliaciones económicas, y por último y absolutamente inaceptable, la declaración de ilegitimidad de las elecciones del 29 de noviembre, ya en curso con seis o siete candidatos que representan el espectro político del pequeño país. Obviamente, la única salida constitucional a la crisis, con lo cual se despoja al pueblo hondureño de su soberanía.

¿Quién decide el destino de los hondureños, ellos o la comunidad internacional, la OEA, Unasur, la Unión Europea que nunca miró a estas crisis? Todos a una, y ciegamente, como movidos por extraños compromisos, se unieron contra el Gobierno interino, reclamando la restitución del presidente Zelaya. Hasta el Consejo de Seguridad tomó cartas en el asunto como si el pequeño país amenazara el orden mundial.

Los errores han sido tan grandes que la propia OEA ha querido obviarlos acogiéndose al Acuerdo de San José. El miércoles 7 de octubre se puso de manifiesto el equívoco de suspender del sistema al interlocutor necesario.

Al viajar a Honduras una misión de cancilleres con el secretario general para dialogar, y ahora, sí, mediar, en lo que ya no es una crisis sino un conflicto, la OEA reconoce que "para bailar tango se necesitan dos".

Concentrar el rompecabezas en la suerte de Manuel Zelaya o de Roberto Micheletti es otro error. El tiempo que les quedaría no vale la pena para ninguno de los dos. Ambos estorban. Quizás el presidente Zelaya, "hospedado" desde el 21 de septiembre de manera tan heterodoxa por Brasil, no renuncie a su proyecto de una Asamblea Constituyente que le abra el camino del regreso. De ahí su intransigencia en descalificar las elecciones. Un proyecto obviamente vinculado a la Alianza Bolivariana.

El duelo de los antagonismos está a la vista. A la comunidad internacional, comprometida de manera tan inverosímil, no le será fácil encontrar la salida del laberinto. Conviene, en suma, propiciarle a los hondureños la búsqueda de sus propias soluciones, con el cese de las interferencias, abiertas o secretas.

Simón Alberto Consalvi es editor adjunto de El Nacional, Caracas.





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sabato 10 ottobre 2009

FOPLADE- ANÁLISIS: El Noble de la Paz
¿A quién molesta este Nobel?

LLUÍS BASSETS 10/10/2009


No por lo que ha hecho, sino por lo que hará. No como un reconocimiento, sino como un compromiso. Ni como un laurel, sino como una carga. Así lo ha entendido el premiado, que recibió la noticia con un discurso en el que transfirió todo el mérito del premio a las ansias que tiene el mundo por contar con unos Estados Unidos que hagan avanzar la paz y el desarme. No suele suceder en la historia de los Nobel de la Paz, que sirven para reconocer méritos efectivos y tangibles, no meramente potenciales o intencionales, en algunos casos por encima de la categoría moral de quienes los han conseguido. Gracias a este sistema, hay en la lista de galardonados algunas personalidades que bien pudieran haber comparecido también ante un tribunal internacional por crímenes de guerra.

El jurado, fiel a la tradición del premio, quiere galardonar a quienes se han esforzado por evitar o terminar guerras y conflictos armados, han construido organizaciones internacionales para mantener la paz y han privilegiado el multilateralismo. Los dos presidentes norteamericanos en ejercicio que lo han recibido, Theodore Roosevelt y Woodrow Wilson, no eran precisamente unos pacifistas, pero el primero vio premiados sus esfuerzos para poner fin a la guerra entre Japón y Rusia entre 1904 y 1905, y el segundo por sus famosos Catorce Puntos, principios regidos por la idea de un orden internacional justo, en el que las naciones se autodeterminarían libremente, con los que se puso fin a la Primera Guerra Mundial.

Un tercer presidente, Jimmy Carter, lo recibió en 2002 por su mediación en conflictos, pero el jurado reconoció que sus mayores méritos habían sido los acuerdos de Camp David, de 1978, entre Egipto e Israel, si bien no se le pudo premiar entonces debido a un problema burocrático y fueron nominados en cambio el presidente egipcio Anwar el Sadat y el primer ministro israelí Menajem Begin.

Nada de esto ha conseguido todavía Obama. No es extraña la estupefacción. Destaca, sin embargo, la lista de los indignados por el premio, mezclados enemigos y adversarios de todos los extremos, desde los talibanes y Hamás hasta los halcones israelíes, los amigos de Aznar y Bush, neocons, teocons y cons. Luego está la lista de los escépticos, encabezada por Obama mismo. Sabe que no se lo merece y que deberá esforzarse por merecérselo. Sobre todo porque las cosas no le van nada bien. Tiene muchos frentes abiertos y todavía no ha cosechado ni un resultado. Ha esmaltado sus nueve meses de presidencia con bellos discursos, quizás los más bellos discursos jamás pronunciados por un presidente norteamericano, pero necesita con urgencia que empiece la cosecha en alguno de estos pedregosos campos donde ha labrado y sembrado.

Este premio puede ayudarle, pero también dañarle. Es un aguijón. Y una amplificación todavía mayor de su proyección internacional, además del reforzamiento de esta marca tan potente. Pero también una elevación sideral de las expectativas y, en consecuencia, de las posibilidades de decepción y de fracaso. Lo peor sería que se lo creyera. Que se diera por satisfecho con la que ha hecho hasta ahora. Nadie se lo perdonaría. Ni él mismo.




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giovedì 8 ottobre 2009

FOPLADE- LLUÍS BASSETS La guerra afgana
¿Qué hacemos en Caosistán?

LLUÍS BASSETS 08/10/2009


Librar una guerra, no hay duda alguna. Pero una guerra que no quiere decir su nombre, aunque vaya creciendo el número de bajas, también españolas. España tiene allí sus tropas, en teoría, para ayudar a la estabilización del país afgano, como las tienen todos los países incluidos en la ISAF, la misión de Naciones Unidas bajo mando de la OTAN. Pero la labor que tiene encomendada es imposible: no se estabiliza lo que es inestable por definición. Y Afganistán, en guerra y sin gobierno que controle el territorio, es la inestabilidad misma. La labor de la ISAF es el tejido de Penélope: se construye a la vez que la guerra destruye. Al final, lo único que cuenta es protegerse de las adversidades y de los atentados.

En nueve meses, Estados Unidos habrá cambiado de planes tres veces en Afganistán

Ocho años dura ya esta guerra, en la que las tropas norteamericanas y británicas son las que se encargan de la parte más cruenta, aunque la extensión de las acciones guerrilleras de los talibanes y la creciente inseguridad esté produciendo una convergencia entre las dos tareas: la bélica y la de mantenimiento de la paz. Hasta tal punto es así que hace pocas semanas cambiaron las tornas: una orden de bombardeo aéreo lanzada por el mando alemán de las tropas de estabilización produjo más de 70 muertos civiles.

El gobierno instalado por Washington en Kabul en 2001 está corroído por la corrupción y el fraude electoral. Hay señores de la guerra integrados en el ejército afgano sospechosos de horribles crímenes de guerra, como es la muerte por asfixia de dos mil prisioneros encerrados en contenedores. Una prisión norteamericana, la de Bagram, es un Guantánamo sin apenas denuncia ni escándalo. Y es creciente la desafección de la población civil en un país donde la presencia de tropas extranjeras no sirve para proteger a los civiles sino para incrementar la inseguridad.

Algunos dirigentes políticos todavía se atreven a decir que las tropas europeas defienden en Afganistán nuestras libertades y nuestras democracias. Rajoy lo hizo ayer al conocerse la noticia del atentado que costó la vida a un soldado español. Pueden tener razón, sobre el papel naturalmente, como todo en esta guerra. Pero la realidad es que las opiniones públicas europeas y buena parte de la americana no lo ven así. Los gobiernos europeos van a pedir pronto plazos y fechas para terminar el trabajo y devolver sus tropas a casa o, quizás, a otras misiones tanto o más importantes, como podría ser asegurar sobre el terreno la aplicación de un futuro plan de paz en Oriente Próximo.

A pesar de todo, el desastre actual no es peor de lo que sería un Afganistán en el que los talibanes amigos de Al Qaeda regresaran al poder y pusieran en peligro la estabilidad en Pakistán o se propusieran tomar el poder en el país vecino y acceder con ello a su ejército y a su arma nuclear. Conseguir un plan de salida sin abrir las puertas a Bin Laden es el reto que tiene Obama ante sí. Las ideas del nuevo presidente acerca de Afganistán no son malas, pero por lo que se está viendo son todavía muy insuficientes. Veamos. La seguridad de Afganistán deben garantizarla los propios afganos. No puede Estados Unidos, y la OTAN detrás, cargar con la responsabilidad de crear un sistema democrático según nuestros parámetros y gustos en suelo afgano y probablemente contra la voluntad de los nacionales. Las alianzas y la participación de los vecinos más influyentes -Rusia, China e Irán- son fundamentales para terminar más pronto que tarde con Al Qaeda. Hay que tratar al país afgano en un paquete con Pakistán. Pero todo esto ni vale ni tiene traducción práctica alguna si no hay mejoras sobre el terreno, que es exactamente lo contrario de lo que está pasando.

De ahí que ahora haya llegado la hora de la verdad para Obama. El debate en el que están comprometidos la Casa Blanca y los mandos militares sobre la nueva estrategia para Afganistán será el tercer cambio de planes en apenas nueve meses. Cuando Obama llegó a la presidencia estaba vigente todavía la estrategia minimalista de Bush. En marzo el nuevo presidente amplió el número de tropas en 21.000 soldados más y pidió un mayor compromiso europeo (que en el caso de España acaba de hacerse realidad con el incremento en 200 soldados). Y ahora deberá zanjar sobre la estrategia definitiva, después de recibir unas presiones del jefe militar sobre el terreno, el general McChrystal, para que de nuevo incremente las tropas ahora en 40.000 hombres, que demuestran una consideración muy escasa tanto hacia el presidente como hacia la supremacía del poder civil sobre el militar.

En una cosa lleva razón el atrevido general e inventor del neologismo: esto es Caosistán, denominación que vale para Afganistán y para la heteróclita y desordenada alianza que ha intentado, hasta ahora sin éxito alguno, poner orden y reconstruir el país del Hindukush.





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