domenica 29 novembre 2009


FOPLADE- MOISÉS NAÍM Los textos secretos de Lula

MOISÉS NAÍM 29/11/2009


Éste es un memorando que los asesores del presidente de Brasil enviaron a su jefe: "Le recomendamos que reciba en visita de Estado a su colega iraní, Mahmud Ahmadineyad. Seguramente esta decisión será criticada, pero esa visita tendrá para usted y Brasil más beneficios que costos: 1) Su foto recibiendo al presidente iraní reafirmará ante el mundo que tenemos una política internacional independiente de Estados Unidos, al que no tememos ofender o irritar. 2) Como nuevo actor global, Brasil puede y debe desempeñar un papel protagónico en las principales negociaciones de estos tiempos. La que desarrollan EE UU, Europa, China y Rusia con Irán sobre su programa nuclear es muy importante, y Brasil no debe quedarse al margen. Podemos convertirnos en actores indispensables para disminuir las fricciones con Irán. Es más, nuestro país también puede mediar en Oriente Próximo. Brasil es grande, exitoso, no alineado y no tiene conflictos de interés en esa región donde los actores tradicionales carecen de ideas y credibilidad. Y usted, señor presidente, tiene prestigio. Podemos aportar una nueva perspectiva y ser vistos como paladines de la paz en el mundo. Esto nos daría más influencia en negociaciones relacionadas con nuestros intereses inmediatos. 3) Los esfuerzos para que Brasil llegue a ser miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU se verían fortalecidos con el voto de Irán".

El presidente brasileño se ha equivocado en su apoyo a Irán

El presidente de Brasil estuvo de acuerdo e invitó a Mahmud Ahmadineyad, ofreciéndole una calurosa bienvenida. Días después de la visita, recibió esta carta de un buen amigo: "Querido Lula. Como sabes, no me gusta molestarte. Como también sabes, me siento muy orgulloso de ti. Pero hoy te escribo con el derecho que me dan los años que pasamos juntos luchando como líderes sindicales cuando, en este país, organizar a los trabajadores y oponerse al régimen militar era un delito. Sentí una gran tristeza cuando te vi abrazando al presidente de Irán. ¿Pensaste en ese momento, viejo compañero, que si tú y yo hubiésemos estado hoy en Irán haciendo lo que hicimos en Brasil cuando éramos jóvenes -protestar contra la dictadura- ese presidente que tú abrazaste nos estaría condenando a muerte? La televisión oficial iraní anunció las sentencias a muerte de ocho personas. ¿Su delito? Protestar contra el Gobierno y contra la que ellos consideran que fue una elección fraudulenta del presidente a quien recibiste con todos los honores. En otras palabras, Lula, van a morir a manos de tu huésped por ser hoy como fuiste tú cuando tenías su edad y, al igual que ellos, no podías soportar callado los abusos de la dictadura. Además, en Irán, centenares de estudiantes y líderes políticos están en la cárcel y algunos seguramente estaban siendo torturados mientras tú ofrecías un banquete al responsable de estos hechos. No objeto que hayas invitado a este tirano: comprendo esos cálculos de Estado. Y espero que, en privado, le hayas hecho saber que a los brasileños no nos gustan los Gobiernos que matan a sus opositores. Pero me entristeció verte de la mano con él. Sus manos están manchadas de sangre, las tuyas no.

Estuve de acuerdo contigo cuando le dijiste al mundo que si un país como Irán desea tener un programa nuclear con fines pacíficos, debe poder hacerlo. Pero Irán no merece tu defensa. El primer ministro de India, Manmohan Singh, se opuso sin ambigüedades al programa iraní. Sin ambigüedades, Lula. Días después de tu espaldarazo, 25 países emitieron un voto de censura contra Irán. La comunidad internacional no cree a tu huésped de honor cuando dice que no está intentando producir bombas atómicas. Hasta China y Rusia, que tienen muchos más intereses que Brasil en Irán, respaldaron la resolución. ¿Tus asesores no te alertaron del riesgo que corrías apoyando a un líder sangriento? Sé que la política internacional requiere maniobras y compromisos. Lo que no entiendo es que hayas estado dispuesto a ignorar tan públicamente los principios que te hicieron ser lo que eres. Sé que aún estás aprendiendo a ser un líder mundial. Pero recuerda que no vale la pena serlo si para eso debes dejar de ser quien eres".

Estos textos ni son secretos, ni son verdaderos. Los he inventado yo. Pero si bien son sólo producto de mi imaginación, su mensaje central refleja una realidad que hoy le es obvia hasta al propio Lula: se equivocó.




Criterios y opiniones.

FOPLADE- ENTREVISTA: PERSONAJE El 'blog' que mueve la isla

MAURICIO VICENT 29/11/2009


Comenzó su bitácora como un "exorcismo". Ahora es más que un emblema de la crítica al Gobierno cubano. Yoani Sánchez ha transformado la manera de hacer disidencia. Y denuncia que fue golpeada por ello.

Hace seis años, la filóloga cubana Yoani Sánchez era sólo una emigrada más a la que le iba regular, tirando a mal. Vivía en Suiza, adonde había llegado "empujada por el desencanto y la asfixia económica", y allí criaba a su hijo, Teo. Yoani tenía entonces 28 años, y trabajaba en una librería y en todo lo que podía. Nunca había pensado en crear un blog, pero la vida resultó tan terca como ella. En 2004, debido a razones familiares, Yoani regresó a Cuba a la brava, saltándose todas las normas del Gobierno que impiden a los exiliados volver a su país si no es de turismo. Ya en La Habana, junto a su marido, el periodista Reinaldo Escobar, se metió de lleno al mundo de la informática y fundó la revista independiente de reflexión y debate Consenso. En abril de 2007, aburrida y hastiada, Yoani creó Generación Y simplemente como "un ejercicio de exorcismo personal".

"Había un fermento necesitado de una chispa y una generación que había callado durante mucho tiempo"

b>"Con un móvil y una camarita se puede hacer temblar al poder. Todo lo que sucede en Internet es así, arrasador"

Al principio, su bitácora fue sólo eso. No había pretensiones políticas en aquella "terapia", y mucho menos Yoani tenía conciencia de que las "desencantadas viñetas de la realidad" que colgaba en el ciberespacio podían llegar a convertirse en un emblema contestatario y de denuncia del régimen. A lo más, aspiraba a ser una voz de su generación: la de los nacidos en la Cuba de los años setenta y ochenta, jóvenes "marcados por el racionamiento, las escuelas en el campo, los muñequitos rusos, el paternalismo, las salidas ilegales, la doble moral y la frustración".

Un día Yoani hablaba en su blog del problema del transporte. Otro criticaba la discriminación de los cubanos en las instalaciones turísticas. Otro fustigaba el anacronismo del permiso de salida, o los muros impuestos a Internet en la isla, o el estado calamitoso de los hospitales, o el deterioro de los valores en su país? Todo en un país en el que no hay libre acceso a Internet y donde una tarjeta de una hora de conexión equivale a una semana de salario de un profesional de nivel.

El atrevimiento y el estilo retador de Yoani, así como la frescura de sus palabras, alejadas del mensaje de la vieja disidencia, llamaron la atención de internautas y periodistas. Y llegaron las primeras entrevistas? "La vida no está en otra parte, está en otra Cuba", dijo en la primera que realizó con este diario, allá por noviembre de 2007.

Generación Y despegó? y Yoani comenzó a recibir cientos de elogios y también críticas. Algunos de los que hoy la defienden la acusaron entonces de agente raulista. Ella se reía. Las autoridades, al principio, se limitaron a ignorarla; pero estaba claro que no hacía ninguna gracia aquella irreverencia en un área sensible y tan difícil de controlar como Internet.

Dos años después, la situación es radicalmente distinta. En abril de 2008, Yoani Sánchez obtuvo el Premio Ortega y Gasset de periodismo, concedido por EL PAÍS, en la categoría de trabajo digital. Fue seleccionada por la revista Time entre las 100 personas más influyentes del mundo, en el apartado de Héroes y Pioneros. Generación Y fue elegido en 2009 entre los 25 mejores blogs del mundo, una selección hecha por Time y la cadena norteamericana CNN. Además, en este tiempo Yoani fue distinguida con el máximo galardón de los Premios BOB, así como una mención especial en el prestigioso Premio de periodismo María Moors Cabt, de la Universidad de Columbia. Y múltiples honores más.

Otro dato confirma que Yoani dejó de ser una simple bloguera para convertirse en todo un fenómeno: en septiembre, Generación Y registró 14 millones de entradas, y eso sólo en español, ya que esta bitácora está traducida a 16 lenguas. A mediados de noviembre, las referencias a Sánchez en el buscador Google se acercaban al millón, y su biografía en Wikipedia era casi del mismo tamaño que la de Fidel Castro.

Paradójicamente, el fenómeno Yoani ha ocurrido de espaldas a la mayoría de los cubanos. Además de que el acceso a Internet en la isla es muy reducido, desde marzo de 2008 las autoridades utilizan un filtro informático ralentizador que bloquea la entrada a Generación Y. Sin embargo, algunos de sus escritos circulan en memorias flash o a través de cadenas de correos electrónicos, sobre todo en La Habana. Yoani no puede acceder directamente a su plataforma ni ver su blog, por eso dice que es una "bloguera ciega". Esto la ha hecho recurrir a la ayuda de amigos y colaboradores en el extranjero, a quienes envía sus correos por e-mail o incluso les dicta los textos por teléfono.

Varios son los factores que han contribuido a su éxito. Según Yoani, "había un fermento necesitado de una chispa y una generación que había callado durante mucho tiempo", lo que, sumado a la aparición de las nuevas tecnologías, la convirtió a ella en las "dos piedras que se frotan". "Yo camino sobre un terreno nuevo que permite que la voz se amplifique a unas dimensiones increíbles", dice, consciente de que hoy con un teléfono celular y una camarita se puede "hacer temblar al poder". "Todo lo que sucede en Internet es así, arrasador. Pero eso no significa que antes no se hicieran cosas valiosas, sino que no se disponía de esa herramienta".

Con independencia de ideologías y posiciones políticas, para muchos Yoani representa la reivindicación de dos ideas vitales, de ahí la formidable pegada de su propuesta. El académico exiliado Haroldo Dilla lo resume a la perfección: Yoani rescata "el derecho de ella, de sus amigos y amigas blogueros y de los varios millones de cubanos (exiliados incluidos) a vivir en su país, opinar libremente y obrar en consecuencia". Y en segundo lugar está "el deber que tienen los que detentan las posiciones de poder de abrir los espacios públicos a todas esas opiniones".

Muchos piensan que Yoani ha conectado con una realidad posrevolucionaria que cada vez gana más terreno? Si la vida en Cuba es cada vez más blogger, ella ha sabido ocupar un espacio que ni el Gobierno ni la disidencia tradicional parecen capaces de llenar? "Hoy no se puede vivir de espaldas a la información y a Internet. Y contra más el Gobierno se empecine y demore en reconocer el fenómeno, antes entraremos por la puerta de atrás", advierte Yoani.

¿Ciberdisidente? No. En todo caso, "ciberactivista", dice. Yoani rechaza ser opositora y tener programa político, ni siquiera un "color político". Hace dos años lo dijo claramente: la gente de su generación "no se define ni de izquierdas ni de derechas; éstos son conceptos cada vez más obsoletos". Estas palabras provocaron la reacción de Fidel Castro en junio de 2008. En un prólogo a un libro sobre Bolivia, el líder comunista lamentó que hubiera "jóvenes cubanos que piensen así" y criticó a aquellos que amplificaban su discurso y la premiaban.

Ella se lo tomó como "una condecoración". Pero también como el primer cruce de espadas. Poco a poco Yoani fue abandonando el ámbito privado de su blog. Y de las reflexiones en voz alta pasó a las acciones de calle. Un día desplegó una pancarta en un concierto para pedir la libertad del rockero Gorki Ávila. Otro tomó el micrófono durante una acción plástica en la décima Bienal de La Habana, donde realizó una encendida defensa de la libertad de expresión. "No sigamos esperando que nos autoricen entrar en Internet, a tener un blog o a escribir una opinión. Ya es hora de saltarnos el muro del control", dijo en aquella ocasión.

Simultáneamente, mientras su discurso tomaba cuerpo, Yoani empezó a acumular permisos denegados para salir del país a recoger sus premios. Sus detractores dijeron que cada galardón internacional y cada facilidad que recibía eran interesados y la fabricaban como opositora a la medida, en creciente sintonía con las posiciones de Washington y Miami.

A principios de año lanzó Voces Cubanas, una plataforma para que los blogueros de la isla tuvieran forma de expresar sus opiniones. Más recientemente se coló disfrazada con una peluca en un debate sobre Internet, organizado por la revista Temas, en el que se impidió la entrada de blogueros y disidentes. El último capítulo tuvo lugar el 6 de noviembre de 2009. Ese día, Yoani denunció que, junto a otros amigos, fue "secuestrada" durante 20 minutos y golpeada por presuntos agentes de la policía secreta para impedirle asistir a una manifestación en un céntrico barrio de La Habana.

Nos cuenta la agresión golpe a golpe, apoyada en una muleta, en el mismo apartamento donde la entrevistamos hace justo dos años. Hay una diferencia. En aquella ocasión, la sala estaba vacía. Hoy, unas 25 personas toman apuntes, pues desde finales de octubre aquí funciona una academia blogger. Se imparten clases de ética y derecho, cultura cubana, fotografía, técnicas periodísticas y herramientas para blogueros como Word Press, Blogspot o Twitter (por supuesto, la maestra de esta última asignatura ya saben quién es). Llama la atención que no se habla de política, aunque sin duda Yoani acaba de dar una vuelta de tuerca al pulso que sostiene con el Gobierno.

En la isla hoy existen unos 50 blogs. La idea, dice, es que dentro de unos años haya miles. "De jardinería, de cocina, de lo que sea? lo importante es que la gente pueda expresarse con libertad". Éste es su punto. Según Haroldo Dilla y otros analistas, Yoani, a sus 34 años, "es la figura emblemática de un nuevo tipo de oposición política que da aire a los agotados disidentes". Ella asegura que no pretende ocupar ningún espacio, aunque sí piensa que los blogs están llamados a ser un motor de cambio en Cuba, no en el sentido político, pero sí "ciudadano". En su opinión, el verdadero factor de cambio en su país "es que la realidad es cada vez más opositora".




Criterios y opiniones.

mercoledì 18 novembre 2009


FOPLADE- Todo depende con el ojo con que se mira.




Criterios y opiniones.

domenica 15 novembre 2009


FOPLADE- TED Ideas worth spreading.

Natasha Tzakos

Natasha Tsakos presents part of her one-woman, multimedia show, "Upwake." As the character Zero, she blends dream and reality with an inventive virtual world projected around her...



Criterios y opiniones.

sabato 14 novembre 2009

FOPLADE-El presidiario redimido por Beckett
Rick Cluchey escapó de la cadena perpetua en San Quintín gracias al grupo de teatro que creó en prisión - El dramaturgo le dirigió en una obra suya, 'Krapp's last tape', que ahora llega a España

JACINTO ANTÓN - Barcelona - 14/11/2009


"Sabía bien de la condición humana y de las debilidades del hombre; reconoció mi fracaso pero también mi humanidad". Rick Cluchey (Chicago, 1933), ex presidiario criado en los barrios bajos de su ciudad y en su día condenado a cadena perpetua en la legendaria prisión de San Quintín por asalto a mano armada y secuestro, habla de Samuel Beckett, el autor cuyo teatro, dice, le redimió y el hombre del que llegó a ser colaborador y amigo.


En 1966, Cluchey fue indultado por su labor social en la cárcel

Antes de conocer a Beckett, no había entrado en un teatro, "ni para robarlo"

Cluchey, que interpretó y llevó a escena las obras del creador de Esperando a Godot tras las rejas, trae ahora a España el montaje de Krapp's last tape que protagoniza y que el propio autor le dirigió. De facciones que parecen talladas a golpes, ojos de un acerado gris barrote, diente de oro y tatuajes que le cubren los antebrazos (de su época en el ejército, aclara, en los paracaidistas, antes de que lo enchironaran), Cluchey tiene una sorprendente reacción cuando se le pregunta por su relación con el dramaturgo: una expresión beatífica atraviesa su rostro de Bukowski, alza la mirada al cielo y, emocionado, envía un beso a lo alto. "Cambió mi vida", afirma. Desde luego lo hizo: antes de Beckett, Cluchey no había entrado jamás en un teatro, "ni siquiera para robarlo".

La asombrosa y reconfortante historia de superación de Rick Cluchey, que actúa esta noche en la sala La Planeta de Girona en el marco del Festival Temporada Alta y lo hará luego en el de Otoño de Madrid (Sala Cuarta Pared, del 18 al 21 de noviembre), arranca cuando el convicto, que leía todo lo que le caía en las manos para escapar al ambiente de violencia, descubre el teatro en el trullo (en su vida se inspira el filme Hombres marcados, protagonizado por Nick Nolte) y se convierte, en 1958, en cofundador de la compañía The San Quentin Drama Workshop, consagrada a montar y representar obras en la cárcel.

Cluchey desmiente la extendida especie de que su conversión al teatro se produjo tras asistir a una representación de Esperando a Godot en San Quintín (que desde luego ha de ser toda una experiencia). "No, eso no es cierto. Aunque sí la representamos. Y fue un desastre: tomamos el texto de una revista y estaba mal la transcripción, por lo que el primer acto lo hicimos dos veces. Nadie se dio cuenta".

Esperando a Godot fue el primer espectáculo del grupo, en 1961. En uno de los diferentes montajes que representraron, Cluchey hacía de Vladimir. ¿No resulta un tanto deprimente Esperando a Godot con la perpetua? "No", zanja el ex preso, "al contrario, es muy esperanzadora". La compañía ofreció a lo largo de los años hasta siete diferentes producciones de Esperando..., Fin de partida y Krapp's last tape. En 1966 el gobernador Edmund Brown le concedió, por su labor, el indulto al que ya se conocía como "el dramaturgo entre rejas", pues en el ínterin Cluchey había escrito su propia obra, The cage. El ex convicto continuó -y continúa- con su trabajo en la compañía que realiza labor social en las cárceles.

"Tras salir de prisión fui a Europa y en 1974, en París, contacté con Beckett, que estaba muy interesado en las producciones de sus obras que había hecho en San Quintín", explica Cluchey. "A Beckett le interesaba lo que significaba estar encarcelado, como una extensión de su interés en el estar encerrado en uno mismo. Cuando vivía junto a La Santé acostumbraba a observar a los presos desde su ventana y estos se comunicaban con él mediante espejos". Cluchey y Beckett trabaron amistad y el dramaturgo decidió dirigir él mismo las obras suyas que el preso y sus camaradas habían montado. "Lo pasamos muy bien. Era un hombre muy generoso. De 1976 a 1984 nos dedicó mucho tiempo. Hicimos el ciclo de las tres obras bajo el título conjunto Beckett dirige Beckett". Beckett nunca hablaba del tema de la obra. "Nos decía que preguntáramos a los especialistas y a los críticos". Cambió mucho los montajes: "Les dio verdadera vida y carne. Insufló en ellos el eco de una constante universal, una certitud". Exigente y descontento, hay una frase que les decía Beckett que es todo un leit motiv: "Vuelve a fracasar, fracasa mejor". Cluchey recuerda los ojos del dramaturgo y la sensación de estar ante "un santo". Moldeaba el teatro, dice, como si fuera barro.

Al dirigirle en Krapp's last tape, corto monólogo en el que un tipo bastante miserable (las acotaciones incluyen "pantalones de un negro desteñido por la orina" y "andar penoso"), un escritor y ser humano fracasado, escucha en su magnetófono las cintas que grabó treinta años antes y en las que recoge fragmentos de su vida, Beckett le dijo a Cluchey, según éste: "Puedes hacer esta obra de una manera que nadie más puede, porque es una obra sobre un hombre en una celda, la celda de su memoria". Cluchey se emociona al recordarlo: "Me dijo: 'Haz de esa celda la tuya propia'".





Criterios y opiniones.

FOPLADE- REPORTAJE: Elogio de la veteranía
La fascinación por la juventud ha desplazado a los mayores en las sociedades más ricas - Pero lo importante no es la edad, es la capacidad

CARMEN MORÁN 14/11/2009


Lo que se tiene en abundancia no se valora. Quizá esa es la razón de que en sociedades tan envejecidas como la nuestra cause tanta sorpresa la selección de una persona de 81 años para presidir RTVE. En España hay casi dos millones de octogenarios y los mayores de 65 años suman 8,5 millones. La fascinación y preferencia por la juventud se ha instalado en las sociedades ricas, y por ello una decisión como esta choca y sorprende.
En los países en desarrollo, los ancianos son la fuente de sabiduría

En Occidente se valora a los niños, que es de lo que hay escasez

Carrillo: "Alberto Oliart desempeñará su cargo de manera perfecta"

Ana María Matute bromea: "Tengo la cabeza tan mal como siempre"

Las asociaciones de mayores defienden una jubilación con más flexibilidad

Si el trabajo depende sólo de la edad, el Papa dejaría su puesto

¿Está en condiciones Alberto Oliart de presidir la corporación de radiotelevisión pública? La edad no puede ser un factor único para negar su capacidad si al tiempo se alaba sin escasez la mente lúcida que acompañó hasta la muerte a Francisco Ayala a sus 103 años. O los fenomenales libros de Saramago o Delibes. O las esculturas de Louise Bourgeois, o las películas del centenario director portugués Manoel de Oliveira.

Pero la edad desgasta. ¿Cuánto? "Es muy difícil evaluar ese desgaste. Desde el punto de vista cognitivo, las diferencias entre dos personas de 30 años son menores que las que se encuentran entre dos de 80 y éstas, menores que las que se dan entre dos de 90", explica el profesor emérito de la Universidad Autónoma de Barcelona Ramón Bayés (79 años). Por tanto, a las personas mayores hay que evaluarlas una a una y decidir su capacidad para el puesto que han de desempeñar sin el prejuicio del carné. "Cada uno es insustituible, tiene un cuerpo diferente y ha vivido una vida propia. La biografía es fundamental". Uno puede ser brillante con 81 años, ¿pero puede desempeñar un cargo ejecutivo? "Pues depende, si toda la vida ha desempeñado cargos ejecutivos igual lo hace con soltura. A mí lo que me ha sorprendido y me ha alegrado, es que nombren a Oliart a esa edad, por inusual, y porque precisamente en esa casa se ha jubilado a gente valiosa en la cincuentena".

Los parabienes de este profesor emérito son la cara opuesta a las críticas con que algunos han recibido el nombramiento del ministro de UCD, referidas algunas de ellas únicamente a su año de nacimiento. ¿Por qué? ¿Hubiera ocurrido lo mismo en otros países, en otras zonas del mundo? Quizá no, la vejez se ve de forma muy distinta en las sociedades desarrolladas y en las que aún no han alcanzado el progreso de Occidente. "Hay dos razones para ello. Por un lado, la pirámide de población. En países como el nuestro hay muchos ancianos y pocos jóvenes, una ecuación que puede desequilibrar las estructuras económicas y suponer un problema, mientras que en las zonas en desarrollo, la pirámide es al revés, los mayores son escasos y, por tanto, valiosos", explica el profesor Gerardo Hernández, 66 años, experto en Sociología de la Vejez en la Universidad de A Coruña.

A esta lógica de mercado (si hay muchas cerezas bajan los precios, si hay pocos percebes son prohibitivos) añade Hernández un elemento cualitativo que redondea la explicación: "En las sociedades menos avanzadas los ancianos son todavía depositarios de buena parte del conocimiento y eso les convierte en piezas clave en la sociedad. Mientras que en países muy desarrollados las nuevas tecnologías han irrumpido con fuerza y han sustituido esa fuente de sabiduría. Los mayores han perdido parte de su valía como transmisores de conocimiento".

Efectivamente, un joven en una sociedad avanzada ha vivido y conocido más en su corta vida que sus abuelos. Los venerables consejos y el respeto que se atraían han quedado para ciertas zonas del mundo donde la economía e Internet no tienen tanta fuerza.

"Aquí lo que se valoran son los niños, que es de lo que no tenemos", asegura Hernández.

Paradójicamente, Europa, Occidente en sentido extenso, está desperdiciando todo un potencial de trabajo y de experiencia precisamente cuando su población de mayores goza de una juventud y calidad de vida nunca antes conocidas. "Los 65 años de ahora no tienen nada que ver con los de antes", afirma Hernández. Y tiene razón. Las personas mayores de 65 años están muy activos, aunque algunos, llegada la jubilación, repitan miméticamente la conducta de sus antepasados. Y están organizados, piden, protestan, se quejan del trato que reciben. "Nos sentimos marginados, nos fastidia el paternalismo con que se nos trata, el infantilismo", se queja Luis Martín Pindado (72 años), vicepresidente del Consejo Estatal de Personas Mayores, donde se agrupan las asociaciones de jubilados más representativas, que felicitan a quienes han nombrado a Alberto Oliart.

Paternalismo. Hace algunas semanas, en una reunión del consejo ejecutivo del Partido Popular, Manuel Fraga (87 años) tomó la palabra: "Me gustaría que analizásemos aquí por qué el PP sube en las encuestas pero Zapatero sigue sin bajar en la valoración y por qué nosotros no subimos en el voto femenino". Parecía razonable, pero recibió una respuesta, a modo de palmadita en la espalda, del tipo: ahora no toca, don Manuel, ya lo hablaremos más adelante. Santiago Carrillo (94 años) cree que Fraga hablaba en esa ocasión desde "la experiencia política" y sin embargo, le contestaron con algo que equivaldría a "usted es viejecito, cállese. Es una utilización perversa del poder de la juventud".

La marginación que denuncian las asociaciones de mayores se siente en toda Europa donde se están instalando el movimiento Sociedad sin Edades, "que defiende la capacidad y el empuje que muestran muchos mayores y reivindican un trato alejado de los tópicos de antaño, en los que a un anciano se le veía incapaz de participar en la vida social", dice la catedrática de Pedagogía Social de la UNED Gloria Pérez Serrano.

"En numerosos ámbitos, la universidad, la empresa, se excluye a las personas por su edad, y se está desperdiciando con ello un enorme potencial", prosigue Pérez Serrano. Esta profesora dirige el Programa Senior de la UNED, mediante el cual se imparten clases presenciales por toda España para mayores que quieren estudiar. "Es admirable el entusiasmo y las ganas que muestran, ya quisiéramos tener eso en nuestros jóvenes estudiantes", dice.

La edad, y en eso coinciden todos los consultados, no puede ser un criterio de discriminación. Sí la valía. Pero la jubilación acaba por decreto con cualquier evaluación detallada sobre la capacidad de las personas. De ese corte implacable se libran algunas profesiones, normalmente las relacionadas con la creatividad: artistas, intelectuales. A nadie se le ocurre pedir a Delibes que deje de escribir a los 65 años, ni a José Luis Sampedro, ni a Tapiès que abandone su obra, ni a María Victoria Atencia que deje descansar su pluma de poeta, por buscar sólo algunos ejemplos locales. El mundo está lleno de ellos. Pero sí se desecha de un día para otro el trabajo de otros profesionales. "A algunos de los que ahora se jubilan les queda por delante tanta vida como han pasado los jóvenes que a veces les sustituyen. ¿Qué papel van a desempeñar en todo ese tiempo? Es la ancianidad decretada", lamenta el profesor de A Coruña, Gerardo Hernández.

"Las necesidades sociales e individuales a veces chocan", lamenta Ramón Bayés, autor del libro de reciente publicación Vivir. Guía para una jubilación activa (Paidós). "Pero evaluar la eficacia para desempeñar un trabajo llegada una edad es muy difícil en algunas profesiones".

"Tenemos la edad que hemos tenido siempre", dice el vicepresidente del Consejo Estatal de Mayores. A Luis Martín Pindado, los 65 años le parecen un corsé excesivo para decretar la jubilación. "Depende de las profesiones, y también de las personas. ¿Ponemos a un catedrático de 65 a leer el periódico y jugar a la petanca? Creo que la sociedad no puede permitirse ese lujo". Defiende una jubilación más flexible. Y el profesor Hernández recuerda que las soluciones existen, otra cosa es que se recurra a ellas. "Para el tapón generacional que podría suponer que todos se mantuvieran en sus puestos ya se han inventado los contratos de relevo. Uno sigue activo, quizá con una jornada reducida y se contrata a otra persona, pero el mayor puede aportarle su experiencia, crear escuela, y sentirse activo. Lo psicológico también es importante". Si, no debe ser fácil pasar de un día para otro de ser un médico reputado a que alguien pregunte ¿Tú qué eras? Médico, claro, ayer y hoy.

Para algunos, sin embargo, la jubilación no es más que una edad. La vida sigue. El poeta Marcos Ana, 23 años encarcelado, media vida robada, está ahora, a sus casi 90 años tan activo que afirma: "No tengo tiempo ni para envejecer". Está lleno de compromisos que quiere atender, de un país a otro, sin descanso. "El organismo siempre tiene reservas para sostenerte. No estamos tan inservibles, todo depende, es sólo un problema de actitud. ¿Por qué meter a Oliart en el cuarto de los trastos si él vale?". Al tiempo, afirma que ama la juventud: "Pongo en manos de las nuevas generaciones la defensa de los ideales, de la justicia. Tienen la razón de su tiempo. Siempre hay un futuro si sabemos trabajar para él".

La escritora Ana María Matute (84 años) trabaja incesantemente en el suyo. Y como no le gusta generalizar sobre la vejez ni sobre nada, echa mano de las bromas para explicar su propia situación "Yo voy en silla de ruedas, pero mi cabeza sigue tan mal como siempre". Está escribiendo un libro. Otro. Buscando su futuro.

Santiago Carrillo también opta por ejemplos particulares para ilustrar la cuestión de la vejez, la sabiduría, la capacidad. "Yo conozco bien a Alberto Oliart. Tiene un gran cerebro, una actitud y una capacidad de gestión indudables. Desempeñará su cargo de manera perfecta. La edad no puede ser nunca el argumento para seleccionar a los representantes de estos cargos, sino la capacidad. Hay que dar paso a la juventud, pero hay algunos que son viejos incluso antes de nacer", zanja.

La vejez, afirman los consultados para este reportaje, aporta algo más que la archimencionada experiencia. Otros valores, como la serenidad de juicio o la paciencia. Sin embargo, suele condensarse en símbolos que perpetúan los prejuicios: "No es posible que para indicar la existencia a la vuelta de la esquina de un club para mayores se ponga una señal con la figura de un hombre encorvado que se apoya en una cayada. Así no hay quién se apunte a ese club", dice el profesor Hernández.

Hay ejemplos en muchos campos. Los educadores se quejan a menudo que las ilustraciones de los libros de texto, de los cuentos no se ajustan a la realidad. Cuando se dibuja un abuelo todavía se recurre a la anciana rechoncha de moño blanco, o al tipo abuelo de Heidi. Y los niños de la escuela, acostumbrados a ver a sus abuelos con un aspecto juvenil, no los asocian a esa imagen.

Si hay que expulsar por decreto de la vida activa a los que pasan una edad fijada, el mundo ser vería privado de numerosas obras de arte. Y el Papa, jefe de una enorme organización internacional, tendría que ir haciendo las maletas en el Vaticano.




Criterios y opiniones.

domenica 8 novembre 2009


FOPLADE- MOISÉS NAÍM
Sorpresas tras la caída del Muro

MOISÉS NAÍM 08/11/2009


La caída del muro de Berlín fue una mala noticia para los sovietólogos. En todo el mundo, miles de espías, generales, diplomáticos, profesores, periodistas y expertos se ganaban la vida estudiando la Unión Soviética. Ninguno pronosticó su colapso.

El capitalismo chino transformará más a Europa que el comunismo soviético

Pero si el pacífico fin del maligno imperio soviético fue una sorpresa, su final tuvo repercusiones tanto o más sorprendentes para Europa. Éstas son cuatro de las consecuencias inesperadas que tuvo el derrumbe soviético para los europeos -y que los expertos tampoco vieron venir-.

1. China desplazó a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) como principal amenaza para los europeos. Cuando cayó el muro de Berlín nadie se imaginó que China afectaría más directamente a la vida de los europeos occidentales de lo que jamás lo había hecho la URSS. No por su poder nuclear, sino por su poder económico. Después de la II Guerra Mundial, Europa occidental había vivido bajo la amenaza de una letal confrontación con los soviéticos. Afortunadamente, esa amenaza nunca se hizo realidad y, en la práctica, la vida cotidiana de los europeos no se vio muy afectada. En cambio, el ascenso económico de China toca todos los días las vidas de los europeos: lo que pagan por televisores, medicinas, gasolina o las hipotecas sobre su vivienda. O la posibilidad de conseguir empleo. El capitalismo chino transformará más a Europa que el comunismo soviético.

2. El euro. Nadie pronosticó que la caída del Muro estimularía la creación del euro. ¿Quién se hubiese atrevido a decir que los alemanes estarían dispuestos a abandonar el marco? ¿O que los franceses tolerarían no tener su propia moneda, sino otra controlada desde Frankfurt -la sede del Banco Central Europeo-? ¿Y que, además, otros 14 países renunciarían a sus divisas para plegarse al euro? ¿O que, después de una crisis financiera mundial con efectos devastadores para Europa, la moneda de refugio para quienes temen que el valor del dólar caiga en picado sea el euro? El euro era una utopía y hoy es una realidad que no sorprende a nadie. Y ésa es una sorpresa.

3. La debilidad política europea. En principio, cuantas más naciones formen parte de una alianza, más influyente debería ser esa alianza. En 1960, la alianza europea contaba con seis países miembros; en el 2003, con 15; y hoy, con 27. Europa es una potencia económica mundial. Sus democracias y sus políticas sociales son envidiadas por el resto del mundo y sus generosas ayudas al desarrollo son codiciadas en muchos rincones del planeta. Paradójicamente, sin embargo, su peso en la política mundial ha disminuido.

De acuerdo con un estudio del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (CERE), la influencia del continente en Naciones Unidas con respecto a la defensa de los derechos humanos -un valor fundamental de Europa- ha caído en picado. A finales de los noventa, el 70% de los países de la ONU apoyaba a Europa en las votaciones sobre derechos humanos. Hoy, 117 de los 192 países de ese organismo votan regularmente contra Europa. El CERE también nota que, en 2008, Europa mandó más soldados a Afganistán que Estados Unidos -500 de los cuales perdieron la vida-. También estuvo a la par en ayuda financiera. Sin embargo, no tiene mayor peso en las decisiones estratégicas. Lo mismo ocurre en el conflicto entre israelíes y palestinos. Europa manda mucho dinero pero influye poco. La Unión Europea no actúa de manera muy unida y eso disminuye su importancia en el mundo.

4. Islam en la vieja Europa, y Estados Unidos en la nueva. ¿Quién se hubiese imaginado en los momentos más tensos de la guerra fría que muchos europeos se llegarían a sentir más amenazados por la inmigración proveniente de países árabes que por la expansión de las dictaduras comunistas? ¿O que Polonia, Hungría o la República Checa se convertirían en baluartes del pro-americanismo mundial? Pero éstas son otras de las sorpresas de la Europa post-Muro. La angustia por la inmigración, sobre todo de países musulmanes, se ha transformado en un tema de debate cotidiano. Que Europa se convierta en "Eurabia" es el corolario de estas angustias. Hoy los inmigrantes constituyen cerca del 10% de la población de la mayoría de los países de Europa occidental, y en algunas grandes ciudades llegan al 30%. Inevitablemente, las encuestas revelan que el 57% de los europeos opina que en su país "hay demasiados extranjeros". Mientras tanto, en algunos países de la ex Unión Soviética florece el pro-americanismo: económico, político, cultural y hasta militar. Que esto pase en un continente donde el antiamericanismo es habitual es otro sorprendente legado de la caída del muro de Berlín.

mnaim@elpais.es




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lunedì 2 novembre 2009


FOPLADE- CUADERNOS DE KABUL El aeropuerto del fin del mundo
El enviado especial de EL PAÍS retoma su Cuaderno para la segunda vuelta de las presidenciales.- De nuevo sorprendido por el caos del tráfico y del aeropuerto

RAMÓN LOBO 02/11/2009


Lea todas las crónicas de 'Cuadernos de Kabul' escritas por Ramón Lobo desde Afganistán

Si los aeropuertos definen una ciudad, el de Kabul es caótico. Decenas de pasajeros, sobre todo los afganos que regresan a casa cargados de hatillos de plástico descomunales atados con cuerdas, pugnan por pasar en tropel, y no siempre en el mismo sentido, por una estrecha bocana en dirección a una gran máquina de rayos que debe inspeccionar todo bulto que entra en la ciudad. El embotellamiento de los carros atestados y el cruce de ordenes de los policías, supongo contradictorias por el resultado (incluso hay uno de tráfico), complica lo que en España llevaría horas desenredar, pero que aquí, por alguna misteriosa razón, se disuelve de la misma manera que se formó: en un abracadabra.


Los de la embajada alemana que traían una veintena de cajas de metal, de esas que sirven para transportar herramientas, o fusiles Winchester en las películas, pero que en este caso declaran medicinas para la provincia de Kunduz, donde están sus soldados, no pasan por el escrutinio de la máquina. Son VIP. Han debido untar a algún jefecillo de equipajes porque los suyos fueron los primeros en salir en fila india y sin errores por una de las dos únicas cintas transportadoras. Los demás, testigos pacientes del usted sabe bien con quién está hablando.

Antes de alcanzar la máquina, una mujer revisa uno a uno los comprobantes del equipaje para evitar hurtos y confusiones. Este control nunca se da en el Primer Mundo, donde no deben existir los robos o los operarios nos dan por imposibles.

Una vez fuera de lo que definimos como aduana no se amontonan estorbando como en Barajas decenas de padres y enamorados en espera de sus seres queridos. En el aeropuerto de Kabul no hay casi nadie y los que pueden colocarse allí con su cartel de Bienvenido mister lo que sea llevan la bandera de Estados Unidos, que en la escala de los enchufes ocupan el primer puesto en Afganistán.

Ya en lo que llamamos calle no hay taxis ni bullicio sino barreras de protección. El aeropuerto de Kabul es una zona militar ultraprotegida contra los coches bomba de los talibán. La mejor manera de evitarlos es no dejar pasar a ninguno. La lista de las excepciones es larga pero tienen en común dos rasgos: son occidentales de ocupaciones varias y no siempre decentes y todos los vehículos son todoterreno adornados con el último grito de alerta electrónica contra los atentados. No todos, claro, que en esto de sobrevivir también hay clases sociales.

Tras una largo peregrinar entre controles desganados de la policía afgana, vallas y muretes, se llega a una zona donde se amontonan los civiles afganos. Allí deben esconderse los enamorados, pero son más visibles los cambistas, los vendedores de tarjetas para el móvil y los listillos. Conviene no coger un taxi sin orientación. Existen compañías a las que se llama por teléfono, como la TTL, que por 15 o 20 dólares te recogen y llevan al hotel o la guest house (hostales).

El primer encuentro con el tráfico kabulí, tras el aperitivo de la máquina escrutadora, se produce en la avenida que enfila hacia el centro de Kabul, ya fuera de las protecciones militares. A diferencia de agosto, las montañas que cercan la ciudad empiezan a coronarse de nieves y el aire parece mover un poco el polvo denso y la contaminación.

El tráfico de esta ciudad es una demostración de lo que es una sociedad en la que cada uno negocia constantemente los límites. En los cruces el límite es el choque que rara vez se produce. Decenas de coches tratan de adelantarse por donde no cabe un alfiler, tipos en bicicleta transportando una televisión que parece un objeto de coleccionista surgen de la nada u otros que empujan una carretilla se suman sin complejos al embotellamiento. Y las bocinas: una sinfonía.

Nada ha cambiado, ni el cartel de una compañía aérea que promete como destinos de ensueño Islamabad y Peshawar, otros infiernos duplicados donde explotan bombas, huele y se masca polvo y nadie parece saber que frente a la promesa del paraíso está la opción de luchar y cambiar las cosas, empezando por las más simples, como saber guardar cola a la salida de un aeropuerto en un país hermoso, pero destruido por las guerras.




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domenica 1 novembre 2009


FOPLADE-Clara Ferreira Alves Breve encontro noutra cidade


8:00 Segunda-feira, 26 de Out de 2009


Encontro-a por acaso. É portuguesa. Quer dizer, não é bem portuguesa, mas sente-se um pouco portuguesa. Estamos sentadas num desses cafés de Londres que servem pequenos-almoços rápidos e internacionais, baguetes com omeletas e salada verde, croissants de manteiga, sumos de laranja em frascos com rótulos que dizem que são frescos e acabados de fazer, granola com leite magro e barras de cereais sem aditivos nem químicos perigosos, pela nossa saúde. Pelo menos é o que diz um cartaz na parede, com um ovo sorridente como um smile a olhar-nos com bondade biologicamente pura. Toda a gente está apressada menos ela e eu. Desembrulho o jornal na mesa onde mal cabe o tabuleiro e depois o telemóvel toca e ela ouve-me falar português. É segunda de manhã cedo e o café está cheio de gente que entra e sai e se prepara para tomar o pequeno-almoço saudável no metro. Ou a andar para o metro. De pé. A correr. O que quiserem. O ovo do cartaz não contava com isto.

Ela tem outro jornal na mão, não é um tablóide. Tem um computador miniatura aberto em cima da mesa, uma mala de cabedal gigante donde saem objectos que tentam escapar e pastas com papéis. O jornal é o "Wall Street Journal".

Interpela-me num português ligeiramente acentuado. É morena e com a pele escura, a face lisa como um tecido de seda enrugado nas pontas. Cabelo preto e olhos fendidos. Indiana? Indiana de Goa, ou melhor, a família é de Goa, católica, com nome português. Uma das mansões de Margão, penso eu. Candolim, diz ela. Brâmanes convertidos ao catolicismo, tentando salvar as terras e os pertences da garra colonial através da conversão. Os goeses portugueses são cosmopolitas, refinados, tolerantes. E maltratados pelos hindus nacionalistas. Uma parte da família ficou em Goa e outra parte foi para Moçambique. Com a guerra, vieram para Londres, e ela foi educada em colégios ingleses. Esteve nos Estados Unidos, trabalhou em Wall Street e regressou depois do crash, em Setembro do ano passado. Está contente por ter voltado.

Curiosamente, no intervalo de 48 horas, é a segunda goesa que encontro. A primeira trabalha num cabeleireiro, uma mulher bonita e afável que acha Portugal um país maravilhoso onde tentou fixar-se sem êxito. Também viera de Moçambique. É um país muito pequeno, muito tradicional, muito estreito, percebi que não era para mim. Esta, com os óculos encavalitados na testa e um ar despachado, diz que Portugal tem óptimas praias, mas não há nada para fazer. Não há dinheiro para ganhar. Nem investimento sério. O país pertence a meia dúzia de famílias, é como Goa. Uma casta. Não é um mercado interessante, porque está controlado por eles e pelo Estado. E não existem serviços financeiros, é tudo muito pequenino. Mulher, com a minha cor de pele... Agora está tudo a correr para Angola, é natural. Angola e Brasil. Como falo português, conheço esses mercados. Depois de regressar da América, o único sítio que me interessava era Londres. Apesar da crise, arranjei emprego. As coisas vão melhorando, devagar. Não tenciono regressar aos Estados Unidos, embora sinta a falta. E da iniciativa, a iniciativa é tudo. Os portugueses não sabem decidir. Arrastam tudo. Não têm a noção do tempo.

Então, diz-me a verdadeira razão pela qual não tenciona regressar. O amor. Ali, com o ovo orgânico a sorrir-nos na parede e o corrupio de gente com pastas e copos a escaldar, ela desiste e diz: casei. Conheci o meu marido aqui. Em Londres. Na América estive para casar com um colega. A tensão em que andávamos fez com que o noivado fosse eterno. Quando me vim embora, sabia que estava morto. Ele perdeu muito dinheiro e ficou desesperado. Só falávamos em ganhar, perder, dava cabo de nós. Um dia, em Londres, entrei num sítio destes, esta cadeia de restaurantes rápidos, estava mesmo em baixo. Um homem alto e corpulento, com uma barba branca e um sorriso simpático, servia cafés. Eu desempregada, a ver os jornais. Pela minha cara, deve ter percebido e perguntou-me se queria mais um expresso por conta da casa. Era o único homem ao balcão, os outros eram todos miúdos, filhos de imigrantes. Conhecemo-nos assim. Casámos passados seis meses. Ele era o gerente do restaurante. Um engenheiro desempregado, divorciado. Uma história pior que a minha. Continua no café, todos os dias. Ganha muito menos e trabalha com adolescentes. Nunca o vejo desanimado. Diz que tem umas ideias para pôr em prática. Montar o nosso próprio negócio. Vamos conseguir. Os ingleses são duros de roer. Sou muito feliz. E o dinheiro? Chega? Ela sorri igualzinha ao smile do ovo. Se chega? Claro que chega. O meu nome é Anjo. Ela pronuncia "anjú". Anjo? Maria dos Anjos. Fiquei Anjo.

Texto publicado na edição do Expresso de 24 de Outubro de 2009






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