domenica 29 novembre 2009


FOPLADE- MOISÉS NAÍM Los textos secretos de Lula

MOISÉS NAÍM 29/11/2009


Éste es un memorando que los asesores del presidente de Brasil enviaron a su jefe: "Le recomendamos que reciba en visita de Estado a su colega iraní, Mahmud Ahmadineyad. Seguramente esta decisión será criticada, pero esa visita tendrá para usted y Brasil más beneficios que costos: 1) Su foto recibiendo al presidente iraní reafirmará ante el mundo que tenemos una política internacional independiente de Estados Unidos, al que no tememos ofender o irritar. 2) Como nuevo actor global, Brasil puede y debe desempeñar un papel protagónico en las principales negociaciones de estos tiempos. La que desarrollan EE UU, Europa, China y Rusia con Irán sobre su programa nuclear es muy importante, y Brasil no debe quedarse al margen. Podemos convertirnos en actores indispensables para disminuir las fricciones con Irán. Es más, nuestro país también puede mediar en Oriente Próximo. Brasil es grande, exitoso, no alineado y no tiene conflictos de interés en esa región donde los actores tradicionales carecen de ideas y credibilidad. Y usted, señor presidente, tiene prestigio. Podemos aportar una nueva perspectiva y ser vistos como paladines de la paz en el mundo. Esto nos daría más influencia en negociaciones relacionadas con nuestros intereses inmediatos. 3) Los esfuerzos para que Brasil llegue a ser miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU se verían fortalecidos con el voto de Irán".

El presidente brasileño se ha equivocado en su apoyo a Irán

El presidente de Brasil estuvo de acuerdo e invitó a Mahmud Ahmadineyad, ofreciéndole una calurosa bienvenida. Días después de la visita, recibió esta carta de un buen amigo: "Querido Lula. Como sabes, no me gusta molestarte. Como también sabes, me siento muy orgulloso de ti. Pero hoy te escribo con el derecho que me dan los años que pasamos juntos luchando como líderes sindicales cuando, en este país, organizar a los trabajadores y oponerse al régimen militar era un delito. Sentí una gran tristeza cuando te vi abrazando al presidente de Irán. ¿Pensaste en ese momento, viejo compañero, que si tú y yo hubiésemos estado hoy en Irán haciendo lo que hicimos en Brasil cuando éramos jóvenes -protestar contra la dictadura- ese presidente que tú abrazaste nos estaría condenando a muerte? La televisión oficial iraní anunció las sentencias a muerte de ocho personas. ¿Su delito? Protestar contra el Gobierno y contra la que ellos consideran que fue una elección fraudulenta del presidente a quien recibiste con todos los honores. En otras palabras, Lula, van a morir a manos de tu huésped por ser hoy como fuiste tú cuando tenías su edad y, al igual que ellos, no podías soportar callado los abusos de la dictadura. Además, en Irán, centenares de estudiantes y líderes políticos están en la cárcel y algunos seguramente estaban siendo torturados mientras tú ofrecías un banquete al responsable de estos hechos. No objeto que hayas invitado a este tirano: comprendo esos cálculos de Estado. Y espero que, en privado, le hayas hecho saber que a los brasileños no nos gustan los Gobiernos que matan a sus opositores. Pero me entristeció verte de la mano con él. Sus manos están manchadas de sangre, las tuyas no.

Estuve de acuerdo contigo cuando le dijiste al mundo que si un país como Irán desea tener un programa nuclear con fines pacíficos, debe poder hacerlo. Pero Irán no merece tu defensa. El primer ministro de India, Manmohan Singh, se opuso sin ambigüedades al programa iraní. Sin ambigüedades, Lula. Días después de tu espaldarazo, 25 países emitieron un voto de censura contra Irán. La comunidad internacional no cree a tu huésped de honor cuando dice que no está intentando producir bombas atómicas. Hasta China y Rusia, que tienen muchos más intereses que Brasil en Irán, respaldaron la resolución. ¿Tus asesores no te alertaron del riesgo que corrías apoyando a un líder sangriento? Sé que la política internacional requiere maniobras y compromisos. Lo que no entiendo es que hayas estado dispuesto a ignorar tan públicamente los principios que te hicieron ser lo que eres. Sé que aún estás aprendiendo a ser un líder mundial. Pero recuerda que no vale la pena serlo si para eso debes dejar de ser quien eres".

Estos textos ni son secretos, ni son verdaderos. Los he inventado yo. Pero si bien son sólo producto de mi imaginación, su mensaje central refleja una realidad que hoy le es obvia hasta al propio Lula: se equivocó.




Criterios y opiniones.

FOPLADE- ENTREVISTA: PERSONAJE El 'blog' que mueve la isla

MAURICIO VICENT 29/11/2009


Comenzó su bitácora como un "exorcismo". Ahora es más que un emblema de la crítica al Gobierno cubano. Yoani Sánchez ha transformado la manera de hacer disidencia. Y denuncia que fue golpeada por ello.

Hace seis años, la filóloga cubana Yoani Sánchez era sólo una emigrada más a la que le iba regular, tirando a mal. Vivía en Suiza, adonde había llegado "empujada por el desencanto y la asfixia económica", y allí criaba a su hijo, Teo. Yoani tenía entonces 28 años, y trabajaba en una librería y en todo lo que podía. Nunca había pensado en crear un blog, pero la vida resultó tan terca como ella. En 2004, debido a razones familiares, Yoani regresó a Cuba a la brava, saltándose todas las normas del Gobierno que impiden a los exiliados volver a su país si no es de turismo. Ya en La Habana, junto a su marido, el periodista Reinaldo Escobar, se metió de lleno al mundo de la informática y fundó la revista independiente de reflexión y debate Consenso. En abril de 2007, aburrida y hastiada, Yoani creó Generación Y simplemente como "un ejercicio de exorcismo personal".

"Había un fermento necesitado de una chispa y una generación que había callado durante mucho tiempo"

b>"Con un móvil y una camarita se puede hacer temblar al poder. Todo lo que sucede en Internet es así, arrasador"

Al principio, su bitácora fue sólo eso. No había pretensiones políticas en aquella "terapia", y mucho menos Yoani tenía conciencia de que las "desencantadas viñetas de la realidad" que colgaba en el ciberespacio podían llegar a convertirse en un emblema contestatario y de denuncia del régimen. A lo más, aspiraba a ser una voz de su generación: la de los nacidos en la Cuba de los años setenta y ochenta, jóvenes "marcados por el racionamiento, las escuelas en el campo, los muñequitos rusos, el paternalismo, las salidas ilegales, la doble moral y la frustración".

Un día Yoani hablaba en su blog del problema del transporte. Otro criticaba la discriminación de los cubanos en las instalaciones turísticas. Otro fustigaba el anacronismo del permiso de salida, o los muros impuestos a Internet en la isla, o el estado calamitoso de los hospitales, o el deterioro de los valores en su país? Todo en un país en el que no hay libre acceso a Internet y donde una tarjeta de una hora de conexión equivale a una semana de salario de un profesional de nivel.

El atrevimiento y el estilo retador de Yoani, así como la frescura de sus palabras, alejadas del mensaje de la vieja disidencia, llamaron la atención de internautas y periodistas. Y llegaron las primeras entrevistas? "La vida no está en otra parte, está en otra Cuba", dijo en la primera que realizó con este diario, allá por noviembre de 2007.

Generación Y despegó? y Yoani comenzó a recibir cientos de elogios y también críticas. Algunos de los que hoy la defienden la acusaron entonces de agente raulista. Ella se reía. Las autoridades, al principio, se limitaron a ignorarla; pero estaba claro que no hacía ninguna gracia aquella irreverencia en un área sensible y tan difícil de controlar como Internet.

Dos años después, la situación es radicalmente distinta. En abril de 2008, Yoani Sánchez obtuvo el Premio Ortega y Gasset de periodismo, concedido por EL PAÍS, en la categoría de trabajo digital. Fue seleccionada por la revista Time entre las 100 personas más influyentes del mundo, en el apartado de Héroes y Pioneros. Generación Y fue elegido en 2009 entre los 25 mejores blogs del mundo, una selección hecha por Time y la cadena norteamericana CNN. Además, en este tiempo Yoani fue distinguida con el máximo galardón de los Premios BOB, así como una mención especial en el prestigioso Premio de periodismo María Moors Cabt, de la Universidad de Columbia. Y múltiples honores más.

Otro dato confirma que Yoani dejó de ser una simple bloguera para convertirse en todo un fenómeno: en septiembre, Generación Y registró 14 millones de entradas, y eso sólo en español, ya que esta bitácora está traducida a 16 lenguas. A mediados de noviembre, las referencias a Sánchez en el buscador Google se acercaban al millón, y su biografía en Wikipedia era casi del mismo tamaño que la de Fidel Castro.

Paradójicamente, el fenómeno Yoani ha ocurrido de espaldas a la mayoría de los cubanos. Además de que el acceso a Internet en la isla es muy reducido, desde marzo de 2008 las autoridades utilizan un filtro informático ralentizador que bloquea la entrada a Generación Y. Sin embargo, algunos de sus escritos circulan en memorias flash o a través de cadenas de correos electrónicos, sobre todo en La Habana. Yoani no puede acceder directamente a su plataforma ni ver su blog, por eso dice que es una "bloguera ciega". Esto la ha hecho recurrir a la ayuda de amigos y colaboradores en el extranjero, a quienes envía sus correos por e-mail o incluso les dicta los textos por teléfono.

Varios son los factores que han contribuido a su éxito. Según Yoani, "había un fermento necesitado de una chispa y una generación que había callado durante mucho tiempo", lo que, sumado a la aparición de las nuevas tecnologías, la convirtió a ella en las "dos piedras que se frotan". "Yo camino sobre un terreno nuevo que permite que la voz se amplifique a unas dimensiones increíbles", dice, consciente de que hoy con un teléfono celular y una camarita se puede "hacer temblar al poder". "Todo lo que sucede en Internet es así, arrasador. Pero eso no significa que antes no se hicieran cosas valiosas, sino que no se disponía de esa herramienta".

Con independencia de ideologías y posiciones políticas, para muchos Yoani representa la reivindicación de dos ideas vitales, de ahí la formidable pegada de su propuesta. El académico exiliado Haroldo Dilla lo resume a la perfección: Yoani rescata "el derecho de ella, de sus amigos y amigas blogueros y de los varios millones de cubanos (exiliados incluidos) a vivir en su país, opinar libremente y obrar en consecuencia". Y en segundo lugar está "el deber que tienen los que detentan las posiciones de poder de abrir los espacios públicos a todas esas opiniones".

Muchos piensan que Yoani ha conectado con una realidad posrevolucionaria que cada vez gana más terreno? Si la vida en Cuba es cada vez más blogger, ella ha sabido ocupar un espacio que ni el Gobierno ni la disidencia tradicional parecen capaces de llenar? "Hoy no se puede vivir de espaldas a la información y a Internet. Y contra más el Gobierno se empecine y demore en reconocer el fenómeno, antes entraremos por la puerta de atrás", advierte Yoani.

¿Ciberdisidente? No. En todo caso, "ciberactivista", dice. Yoani rechaza ser opositora y tener programa político, ni siquiera un "color político". Hace dos años lo dijo claramente: la gente de su generación "no se define ni de izquierdas ni de derechas; éstos son conceptos cada vez más obsoletos". Estas palabras provocaron la reacción de Fidel Castro en junio de 2008. En un prólogo a un libro sobre Bolivia, el líder comunista lamentó que hubiera "jóvenes cubanos que piensen así" y criticó a aquellos que amplificaban su discurso y la premiaban.

Ella se lo tomó como "una condecoración". Pero también como el primer cruce de espadas. Poco a poco Yoani fue abandonando el ámbito privado de su blog. Y de las reflexiones en voz alta pasó a las acciones de calle. Un día desplegó una pancarta en un concierto para pedir la libertad del rockero Gorki Ávila. Otro tomó el micrófono durante una acción plástica en la décima Bienal de La Habana, donde realizó una encendida defensa de la libertad de expresión. "No sigamos esperando que nos autoricen entrar en Internet, a tener un blog o a escribir una opinión. Ya es hora de saltarnos el muro del control", dijo en aquella ocasión.

Simultáneamente, mientras su discurso tomaba cuerpo, Yoani empezó a acumular permisos denegados para salir del país a recoger sus premios. Sus detractores dijeron que cada galardón internacional y cada facilidad que recibía eran interesados y la fabricaban como opositora a la medida, en creciente sintonía con las posiciones de Washington y Miami.

A principios de año lanzó Voces Cubanas, una plataforma para que los blogueros de la isla tuvieran forma de expresar sus opiniones. Más recientemente se coló disfrazada con una peluca en un debate sobre Internet, organizado por la revista Temas, en el que se impidió la entrada de blogueros y disidentes. El último capítulo tuvo lugar el 6 de noviembre de 2009. Ese día, Yoani denunció que, junto a otros amigos, fue "secuestrada" durante 20 minutos y golpeada por presuntos agentes de la policía secreta para impedirle asistir a una manifestación en un céntrico barrio de La Habana.

Nos cuenta la agresión golpe a golpe, apoyada en una muleta, en el mismo apartamento donde la entrevistamos hace justo dos años. Hay una diferencia. En aquella ocasión, la sala estaba vacía. Hoy, unas 25 personas toman apuntes, pues desde finales de octubre aquí funciona una academia blogger. Se imparten clases de ética y derecho, cultura cubana, fotografía, técnicas periodísticas y herramientas para blogueros como Word Press, Blogspot o Twitter (por supuesto, la maestra de esta última asignatura ya saben quién es). Llama la atención que no se habla de política, aunque sin duda Yoani acaba de dar una vuelta de tuerca al pulso que sostiene con el Gobierno.

En la isla hoy existen unos 50 blogs. La idea, dice, es que dentro de unos años haya miles. "De jardinería, de cocina, de lo que sea? lo importante es que la gente pueda expresarse con libertad". Éste es su punto. Según Haroldo Dilla y otros analistas, Yoani, a sus 34 años, "es la figura emblemática de un nuevo tipo de oposición política que da aire a los agotados disidentes". Ella asegura que no pretende ocupar ningún espacio, aunque sí piensa que los blogs están llamados a ser un motor de cambio en Cuba, no en el sentido político, pero sí "ciudadano". En su opinión, el verdadero factor de cambio en su país "es que la realidad es cada vez más opositora".




Criterios y opiniones.

mercoledì 18 novembre 2009


FOPLADE- Todo depende con el ojo con que se mira.




Criterios y opiniones.

domenica 15 novembre 2009


FOPLADE- TED Ideas worth spreading.

Natasha Tzakos

Natasha Tsakos presents part of her one-woman, multimedia show, "Upwake." As the character Zero, she blends dream and reality with an inventive virtual world projected around her...



Criterios y opiniones.

sabato 14 novembre 2009

FOPLADE-El presidiario redimido por Beckett
Rick Cluchey escapó de la cadena perpetua en San Quintín gracias al grupo de teatro que creó en prisión - El dramaturgo le dirigió en una obra suya, 'Krapp's last tape', que ahora llega a España

JACINTO ANTÓN - Barcelona - 14/11/2009


"Sabía bien de la condición humana y de las debilidades del hombre; reconoció mi fracaso pero también mi humanidad". Rick Cluchey (Chicago, 1933), ex presidiario criado en los barrios bajos de su ciudad y en su día condenado a cadena perpetua en la legendaria prisión de San Quintín por asalto a mano armada y secuestro, habla de Samuel Beckett, el autor cuyo teatro, dice, le redimió y el hombre del que llegó a ser colaborador y amigo.


En 1966, Cluchey fue indultado por su labor social en la cárcel

Antes de conocer a Beckett, no había entrado en un teatro, "ni para robarlo"

Cluchey, que interpretó y llevó a escena las obras del creador de Esperando a Godot tras las rejas, trae ahora a España el montaje de Krapp's last tape que protagoniza y que el propio autor le dirigió. De facciones que parecen talladas a golpes, ojos de un acerado gris barrote, diente de oro y tatuajes que le cubren los antebrazos (de su época en el ejército, aclara, en los paracaidistas, antes de que lo enchironaran), Cluchey tiene una sorprendente reacción cuando se le pregunta por su relación con el dramaturgo: una expresión beatífica atraviesa su rostro de Bukowski, alza la mirada al cielo y, emocionado, envía un beso a lo alto. "Cambió mi vida", afirma. Desde luego lo hizo: antes de Beckett, Cluchey no había entrado jamás en un teatro, "ni siquiera para robarlo".

La asombrosa y reconfortante historia de superación de Rick Cluchey, que actúa esta noche en la sala La Planeta de Girona en el marco del Festival Temporada Alta y lo hará luego en el de Otoño de Madrid (Sala Cuarta Pared, del 18 al 21 de noviembre), arranca cuando el convicto, que leía todo lo que le caía en las manos para escapar al ambiente de violencia, descubre el teatro en el trullo (en su vida se inspira el filme Hombres marcados, protagonizado por Nick Nolte) y se convierte, en 1958, en cofundador de la compañía The San Quentin Drama Workshop, consagrada a montar y representar obras en la cárcel.

Cluchey desmiente la extendida especie de que su conversión al teatro se produjo tras asistir a una representación de Esperando a Godot en San Quintín (que desde luego ha de ser toda una experiencia). "No, eso no es cierto. Aunque sí la representamos. Y fue un desastre: tomamos el texto de una revista y estaba mal la transcripción, por lo que el primer acto lo hicimos dos veces. Nadie se dio cuenta".

Esperando a Godot fue el primer espectáculo del grupo, en 1961. En uno de los diferentes montajes que representraron, Cluchey hacía de Vladimir. ¿No resulta un tanto deprimente Esperando a Godot con la perpetua? "No", zanja el ex preso, "al contrario, es muy esperanzadora". La compañía ofreció a lo largo de los años hasta siete diferentes producciones de Esperando..., Fin de partida y Krapp's last tape. En 1966 el gobernador Edmund Brown le concedió, por su labor, el indulto al que ya se conocía como "el dramaturgo entre rejas", pues en el ínterin Cluchey había escrito su propia obra, The cage. El ex convicto continuó -y continúa- con su trabajo en la compañía que realiza labor social en las cárceles.

"Tras salir de prisión fui a Europa y en 1974, en París, contacté con Beckett, que estaba muy interesado en las producciones de sus obras que había hecho en San Quintín", explica Cluchey. "A Beckett le interesaba lo que significaba estar encarcelado, como una extensión de su interés en el estar encerrado en uno mismo. Cuando vivía junto a La Santé acostumbraba a observar a los presos desde su ventana y estos se comunicaban con él mediante espejos". Cluchey y Beckett trabaron amistad y el dramaturgo decidió dirigir él mismo las obras suyas que el preso y sus camaradas habían montado. "Lo pasamos muy bien. Era un hombre muy generoso. De 1976 a 1984 nos dedicó mucho tiempo. Hicimos el ciclo de las tres obras bajo el título conjunto Beckett dirige Beckett". Beckett nunca hablaba del tema de la obra. "Nos decía que preguntáramos a los especialistas y a los críticos". Cambió mucho los montajes: "Les dio verdadera vida y carne. Insufló en ellos el eco de una constante universal, una certitud". Exigente y descontento, hay una frase que les decía Beckett que es todo un leit motiv: "Vuelve a fracasar, fracasa mejor". Cluchey recuerda los ojos del dramaturgo y la sensación de estar ante "un santo". Moldeaba el teatro, dice, como si fuera barro.

Al dirigirle en Krapp's last tape, corto monólogo en el que un tipo bastante miserable (las acotaciones incluyen "pantalones de un negro desteñido por la orina" y "andar penoso"), un escritor y ser humano fracasado, escucha en su magnetófono las cintas que grabó treinta años antes y en las que recoge fragmentos de su vida, Beckett le dijo a Cluchey, según éste: "Puedes hacer esta obra de una manera que nadie más puede, porque es una obra sobre un hombre en una celda, la celda de su memoria". Cluchey se emociona al recordarlo: "Me dijo: 'Haz de esa celda la tuya propia'".





Criterios y opiniones.

FOPLADE- REPORTAJE: Elogio de la veteranía
La fascinación por la juventud ha desplazado a los mayores en las sociedades más ricas - Pero lo importante no es la edad, es la capacidad

CARMEN MORÁN 14/11/2009


Lo que se tiene en abundancia no se valora. Quizá esa es la razón de que en sociedades tan envejecidas como la nuestra cause tanta sorpresa la selección de una persona de 81 años para presidir RTVE. En España hay casi dos millones de octogenarios y los mayores de 65 años suman 8,5 millones. La fascinación y preferencia por la juventud se ha instalado en las sociedades ricas, y por ello una decisión como esta choca y sorprende.
En los países en desarrollo, los ancianos son la fuente de sabiduría

En Occidente se valora a los niños, que es de lo que hay escasez

Carrillo: "Alberto Oliart desempeñará su cargo de manera perfecta"

Ana María Matute bromea: "Tengo la cabeza tan mal como siempre"

Las asociaciones de mayores defienden una jubilación con más flexibilidad

Si el trabajo depende sólo de la edad, el Papa dejaría su puesto

¿Está en condiciones Alberto Oliart de presidir la corporación de radiotelevisión pública? La edad no puede ser un factor único para negar su capacidad si al tiempo se alaba sin escasez la mente lúcida que acompañó hasta la muerte a Francisco Ayala a sus 103 años. O los fenomenales libros de Saramago o Delibes. O las esculturas de Louise Bourgeois, o las películas del centenario director portugués Manoel de Oliveira.

Pero la edad desgasta. ¿Cuánto? "Es muy difícil evaluar ese desgaste. Desde el punto de vista cognitivo, las diferencias entre dos personas de 30 años son menores que las que se encuentran entre dos de 80 y éstas, menores que las que se dan entre dos de 90", explica el profesor emérito de la Universidad Autónoma de Barcelona Ramón Bayés (79 años). Por tanto, a las personas mayores hay que evaluarlas una a una y decidir su capacidad para el puesto que han de desempeñar sin el prejuicio del carné. "Cada uno es insustituible, tiene un cuerpo diferente y ha vivido una vida propia. La biografía es fundamental". Uno puede ser brillante con 81 años, ¿pero puede desempeñar un cargo ejecutivo? "Pues depende, si toda la vida ha desempeñado cargos ejecutivos igual lo hace con soltura. A mí lo que me ha sorprendido y me ha alegrado, es que nombren a Oliart a esa edad, por inusual, y porque precisamente en esa casa se ha jubilado a gente valiosa en la cincuentena".

Los parabienes de este profesor emérito son la cara opuesta a las críticas con que algunos han recibido el nombramiento del ministro de UCD, referidas algunas de ellas únicamente a su año de nacimiento. ¿Por qué? ¿Hubiera ocurrido lo mismo en otros países, en otras zonas del mundo? Quizá no, la vejez se ve de forma muy distinta en las sociedades desarrolladas y en las que aún no han alcanzado el progreso de Occidente. "Hay dos razones para ello. Por un lado, la pirámide de población. En países como el nuestro hay muchos ancianos y pocos jóvenes, una ecuación que puede desequilibrar las estructuras económicas y suponer un problema, mientras que en las zonas en desarrollo, la pirámide es al revés, los mayores son escasos y, por tanto, valiosos", explica el profesor Gerardo Hernández, 66 años, experto en Sociología de la Vejez en la Universidad de A Coruña.

A esta lógica de mercado (si hay muchas cerezas bajan los precios, si hay pocos percebes son prohibitivos) añade Hernández un elemento cualitativo que redondea la explicación: "En las sociedades menos avanzadas los ancianos son todavía depositarios de buena parte del conocimiento y eso les convierte en piezas clave en la sociedad. Mientras que en países muy desarrollados las nuevas tecnologías han irrumpido con fuerza y han sustituido esa fuente de sabiduría. Los mayores han perdido parte de su valía como transmisores de conocimiento".

Efectivamente, un joven en una sociedad avanzada ha vivido y conocido más en su corta vida que sus abuelos. Los venerables consejos y el respeto que se atraían han quedado para ciertas zonas del mundo donde la economía e Internet no tienen tanta fuerza.

"Aquí lo que se valoran son los niños, que es de lo que no tenemos", asegura Hernández.

Paradójicamente, Europa, Occidente en sentido extenso, está desperdiciando todo un potencial de trabajo y de experiencia precisamente cuando su población de mayores goza de una juventud y calidad de vida nunca antes conocidas. "Los 65 años de ahora no tienen nada que ver con los de antes", afirma Hernández. Y tiene razón. Las personas mayores de 65 años están muy activos, aunque algunos, llegada la jubilación, repitan miméticamente la conducta de sus antepasados. Y están organizados, piden, protestan, se quejan del trato que reciben. "Nos sentimos marginados, nos fastidia el paternalismo con que se nos trata, el infantilismo", se queja Luis Martín Pindado (72 años), vicepresidente del Consejo Estatal de Personas Mayores, donde se agrupan las asociaciones de jubilados más representativas, que felicitan a quienes han nombrado a Alberto Oliart.

Paternalismo. Hace algunas semanas, en una reunión del consejo ejecutivo del Partido Popular, Manuel Fraga (87 años) tomó la palabra: "Me gustaría que analizásemos aquí por qué el PP sube en las encuestas pero Zapatero sigue sin bajar en la valoración y por qué nosotros no subimos en el voto femenino". Parecía razonable, pero recibió una respuesta, a modo de palmadita en la espalda, del tipo: ahora no toca, don Manuel, ya lo hablaremos más adelante. Santiago Carrillo (94 años) cree que Fraga hablaba en esa ocasión desde "la experiencia política" y sin embargo, le contestaron con algo que equivaldría a "usted es viejecito, cállese. Es una utilización perversa del poder de la juventud".

La marginación que denuncian las asociaciones de mayores se siente en toda Europa donde se están instalando el movimiento Sociedad sin Edades, "que defiende la capacidad y el empuje que muestran muchos mayores y reivindican un trato alejado de los tópicos de antaño, en los que a un anciano se le veía incapaz de participar en la vida social", dice la catedrática de Pedagogía Social de la UNED Gloria Pérez Serrano.

"En numerosos ámbitos, la universidad, la empresa, se excluye a las personas por su edad, y se está desperdiciando con ello un enorme potencial", prosigue Pérez Serrano. Esta profesora dirige el Programa Senior de la UNED, mediante el cual se imparten clases presenciales por toda España para mayores que quieren estudiar. "Es admirable el entusiasmo y las ganas que muestran, ya quisiéramos tener eso en nuestros jóvenes estudiantes", dice.

La edad, y en eso coinciden todos los consultados, no puede ser un criterio de discriminación. Sí la valía. Pero la jubilación acaba por decreto con cualquier evaluación detallada sobre la capacidad de las personas. De ese corte implacable se libran algunas profesiones, normalmente las relacionadas con la creatividad: artistas, intelectuales. A nadie se le ocurre pedir a Delibes que deje de escribir a los 65 años, ni a José Luis Sampedro, ni a Tapiès que abandone su obra, ni a María Victoria Atencia que deje descansar su pluma de poeta, por buscar sólo algunos ejemplos locales. El mundo está lleno de ellos. Pero sí se desecha de un día para otro el trabajo de otros profesionales. "A algunos de los que ahora se jubilan les queda por delante tanta vida como han pasado los jóvenes que a veces les sustituyen. ¿Qué papel van a desempeñar en todo ese tiempo? Es la ancianidad decretada", lamenta el profesor de A Coruña, Gerardo Hernández.

"Las necesidades sociales e individuales a veces chocan", lamenta Ramón Bayés, autor del libro de reciente publicación Vivir. Guía para una jubilación activa (Paidós). "Pero evaluar la eficacia para desempeñar un trabajo llegada una edad es muy difícil en algunas profesiones".

"Tenemos la edad que hemos tenido siempre", dice el vicepresidente del Consejo Estatal de Mayores. A Luis Martín Pindado, los 65 años le parecen un corsé excesivo para decretar la jubilación. "Depende de las profesiones, y también de las personas. ¿Ponemos a un catedrático de 65 a leer el periódico y jugar a la petanca? Creo que la sociedad no puede permitirse ese lujo". Defiende una jubilación más flexible. Y el profesor Hernández recuerda que las soluciones existen, otra cosa es que se recurra a ellas. "Para el tapón generacional que podría suponer que todos se mantuvieran en sus puestos ya se han inventado los contratos de relevo. Uno sigue activo, quizá con una jornada reducida y se contrata a otra persona, pero el mayor puede aportarle su experiencia, crear escuela, y sentirse activo. Lo psicológico también es importante". Si, no debe ser fácil pasar de un día para otro de ser un médico reputado a que alguien pregunte ¿Tú qué eras? Médico, claro, ayer y hoy.

Para algunos, sin embargo, la jubilación no es más que una edad. La vida sigue. El poeta Marcos Ana, 23 años encarcelado, media vida robada, está ahora, a sus casi 90 años tan activo que afirma: "No tengo tiempo ni para envejecer". Está lleno de compromisos que quiere atender, de un país a otro, sin descanso. "El organismo siempre tiene reservas para sostenerte. No estamos tan inservibles, todo depende, es sólo un problema de actitud. ¿Por qué meter a Oliart en el cuarto de los trastos si él vale?". Al tiempo, afirma que ama la juventud: "Pongo en manos de las nuevas generaciones la defensa de los ideales, de la justicia. Tienen la razón de su tiempo. Siempre hay un futuro si sabemos trabajar para él".

La escritora Ana María Matute (84 años) trabaja incesantemente en el suyo. Y como no le gusta generalizar sobre la vejez ni sobre nada, echa mano de las bromas para explicar su propia situación "Yo voy en silla de ruedas, pero mi cabeza sigue tan mal como siempre". Está escribiendo un libro. Otro. Buscando su futuro.

Santiago Carrillo también opta por ejemplos particulares para ilustrar la cuestión de la vejez, la sabiduría, la capacidad. "Yo conozco bien a Alberto Oliart. Tiene un gran cerebro, una actitud y una capacidad de gestión indudables. Desempeñará su cargo de manera perfecta. La edad no puede ser nunca el argumento para seleccionar a los representantes de estos cargos, sino la capacidad. Hay que dar paso a la juventud, pero hay algunos que son viejos incluso antes de nacer", zanja.

La vejez, afirman los consultados para este reportaje, aporta algo más que la archimencionada experiencia. Otros valores, como la serenidad de juicio o la paciencia. Sin embargo, suele condensarse en símbolos que perpetúan los prejuicios: "No es posible que para indicar la existencia a la vuelta de la esquina de un club para mayores se ponga una señal con la figura de un hombre encorvado que se apoya en una cayada. Así no hay quién se apunte a ese club", dice el profesor Hernández.

Hay ejemplos en muchos campos. Los educadores se quejan a menudo que las ilustraciones de los libros de texto, de los cuentos no se ajustan a la realidad. Cuando se dibuja un abuelo todavía se recurre a la anciana rechoncha de moño blanco, o al tipo abuelo de Heidi. Y los niños de la escuela, acostumbrados a ver a sus abuelos con un aspecto juvenil, no los asocian a esa imagen.

Si hay que expulsar por decreto de la vida activa a los que pasan una edad fijada, el mundo ser vería privado de numerosas obras de arte. Y el Papa, jefe de una enorme organización internacional, tendría que ir haciendo las maletas en el Vaticano.




Criterios y opiniones.

domenica 8 novembre 2009


FOPLADE- MOISÉS NAÍM
Sorpresas tras la caída del Muro

MOISÉS NAÍM 08/11/2009


La caída del muro de Berlín fue una mala noticia para los sovietólogos. En todo el mundo, miles de espías, generales, diplomáticos, profesores, periodistas y expertos se ganaban la vida estudiando la Unión Soviética. Ninguno pronosticó su colapso.

El capitalismo chino transformará más a Europa que el comunismo soviético

Pero si el pacífico fin del maligno imperio soviético fue una sorpresa, su final tuvo repercusiones tanto o más sorprendentes para Europa. Éstas son cuatro de las consecuencias inesperadas que tuvo el derrumbe soviético para los europeos -y que los expertos tampoco vieron venir-.

1. China desplazó a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) como principal amenaza para los europeos. Cuando cayó el muro de Berlín nadie se imaginó que China afectaría más directamente a la vida de los europeos occidentales de lo que jamás lo había hecho la URSS. No por su poder nuclear, sino por su poder económico. Después de la II Guerra Mundial, Europa occidental había vivido bajo la amenaza de una letal confrontación con los soviéticos. Afortunadamente, esa amenaza nunca se hizo realidad y, en la práctica, la vida cotidiana de los europeos no se vio muy afectada. En cambio, el ascenso económico de China toca todos los días las vidas de los europeos: lo que pagan por televisores, medicinas, gasolina o las hipotecas sobre su vivienda. O la posibilidad de conseguir empleo. El capitalismo chino transformará más a Europa que el comunismo soviético.

2. El euro. Nadie pronosticó que la caída del Muro estimularía la creación del euro. ¿Quién se hubiese atrevido a decir que los alemanes estarían dispuestos a abandonar el marco? ¿O que los franceses tolerarían no tener su propia moneda, sino otra controlada desde Frankfurt -la sede del Banco Central Europeo-? ¿Y que, además, otros 14 países renunciarían a sus divisas para plegarse al euro? ¿O que, después de una crisis financiera mundial con efectos devastadores para Europa, la moneda de refugio para quienes temen que el valor del dólar caiga en picado sea el euro? El euro era una utopía y hoy es una realidad que no sorprende a nadie. Y ésa es una sorpresa.

3. La debilidad política europea. En principio, cuantas más naciones formen parte de una alianza, más influyente debería ser esa alianza. En 1960, la alianza europea contaba con seis países miembros; en el 2003, con 15; y hoy, con 27. Europa es una potencia económica mundial. Sus democracias y sus políticas sociales son envidiadas por el resto del mundo y sus generosas ayudas al desarrollo son codiciadas en muchos rincones del planeta. Paradójicamente, sin embargo, su peso en la política mundial ha disminuido.

De acuerdo con un estudio del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (CERE), la influencia del continente en Naciones Unidas con respecto a la defensa de los derechos humanos -un valor fundamental de Europa- ha caído en picado. A finales de los noventa, el 70% de los países de la ONU apoyaba a Europa en las votaciones sobre derechos humanos. Hoy, 117 de los 192 países de ese organismo votan regularmente contra Europa. El CERE también nota que, en 2008, Europa mandó más soldados a Afganistán que Estados Unidos -500 de los cuales perdieron la vida-. También estuvo a la par en ayuda financiera. Sin embargo, no tiene mayor peso en las decisiones estratégicas. Lo mismo ocurre en el conflicto entre israelíes y palestinos. Europa manda mucho dinero pero influye poco. La Unión Europea no actúa de manera muy unida y eso disminuye su importancia en el mundo.

4. Islam en la vieja Europa, y Estados Unidos en la nueva. ¿Quién se hubiese imaginado en los momentos más tensos de la guerra fría que muchos europeos se llegarían a sentir más amenazados por la inmigración proveniente de países árabes que por la expansión de las dictaduras comunistas? ¿O que Polonia, Hungría o la República Checa se convertirían en baluartes del pro-americanismo mundial? Pero éstas son otras de las sorpresas de la Europa post-Muro. La angustia por la inmigración, sobre todo de países musulmanes, se ha transformado en un tema de debate cotidiano. Que Europa se convierta en "Eurabia" es el corolario de estas angustias. Hoy los inmigrantes constituyen cerca del 10% de la población de la mayoría de los países de Europa occidental, y en algunas grandes ciudades llegan al 30%. Inevitablemente, las encuestas revelan que el 57% de los europeos opina que en su país "hay demasiados extranjeros". Mientras tanto, en algunos países de la ex Unión Soviética florece el pro-americanismo: económico, político, cultural y hasta militar. Que esto pase en un continente donde el antiamericanismo es habitual es otro sorprendente legado de la caída del muro de Berlín.

mnaim@elpais.es




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lunedì 2 novembre 2009


FOPLADE- CUADERNOS DE KABUL El aeropuerto del fin del mundo
El enviado especial de EL PAÍS retoma su Cuaderno para la segunda vuelta de las presidenciales.- De nuevo sorprendido por el caos del tráfico y del aeropuerto

RAMÓN LOBO 02/11/2009


Lea todas las crónicas de 'Cuadernos de Kabul' escritas por Ramón Lobo desde Afganistán

Si los aeropuertos definen una ciudad, el de Kabul es caótico. Decenas de pasajeros, sobre todo los afganos que regresan a casa cargados de hatillos de plástico descomunales atados con cuerdas, pugnan por pasar en tropel, y no siempre en el mismo sentido, por una estrecha bocana en dirección a una gran máquina de rayos que debe inspeccionar todo bulto que entra en la ciudad. El embotellamiento de los carros atestados y el cruce de ordenes de los policías, supongo contradictorias por el resultado (incluso hay uno de tráfico), complica lo que en España llevaría horas desenredar, pero que aquí, por alguna misteriosa razón, se disuelve de la misma manera que se formó: en un abracadabra.


Los de la embajada alemana que traían una veintena de cajas de metal, de esas que sirven para transportar herramientas, o fusiles Winchester en las películas, pero que en este caso declaran medicinas para la provincia de Kunduz, donde están sus soldados, no pasan por el escrutinio de la máquina. Son VIP. Han debido untar a algún jefecillo de equipajes porque los suyos fueron los primeros en salir en fila india y sin errores por una de las dos únicas cintas transportadoras. Los demás, testigos pacientes del usted sabe bien con quién está hablando.

Antes de alcanzar la máquina, una mujer revisa uno a uno los comprobantes del equipaje para evitar hurtos y confusiones. Este control nunca se da en el Primer Mundo, donde no deben existir los robos o los operarios nos dan por imposibles.

Una vez fuera de lo que definimos como aduana no se amontonan estorbando como en Barajas decenas de padres y enamorados en espera de sus seres queridos. En el aeropuerto de Kabul no hay casi nadie y los que pueden colocarse allí con su cartel de Bienvenido mister lo que sea llevan la bandera de Estados Unidos, que en la escala de los enchufes ocupan el primer puesto en Afganistán.

Ya en lo que llamamos calle no hay taxis ni bullicio sino barreras de protección. El aeropuerto de Kabul es una zona militar ultraprotegida contra los coches bomba de los talibán. La mejor manera de evitarlos es no dejar pasar a ninguno. La lista de las excepciones es larga pero tienen en común dos rasgos: son occidentales de ocupaciones varias y no siempre decentes y todos los vehículos son todoterreno adornados con el último grito de alerta electrónica contra los atentados. No todos, claro, que en esto de sobrevivir también hay clases sociales.

Tras una largo peregrinar entre controles desganados de la policía afgana, vallas y muretes, se llega a una zona donde se amontonan los civiles afganos. Allí deben esconderse los enamorados, pero son más visibles los cambistas, los vendedores de tarjetas para el móvil y los listillos. Conviene no coger un taxi sin orientación. Existen compañías a las que se llama por teléfono, como la TTL, que por 15 o 20 dólares te recogen y llevan al hotel o la guest house (hostales).

El primer encuentro con el tráfico kabulí, tras el aperitivo de la máquina escrutadora, se produce en la avenida que enfila hacia el centro de Kabul, ya fuera de las protecciones militares. A diferencia de agosto, las montañas que cercan la ciudad empiezan a coronarse de nieves y el aire parece mover un poco el polvo denso y la contaminación.

El tráfico de esta ciudad es una demostración de lo que es una sociedad en la que cada uno negocia constantemente los límites. En los cruces el límite es el choque que rara vez se produce. Decenas de coches tratan de adelantarse por donde no cabe un alfiler, tipos en bicicleta transportando una televisión que parece un objeto de coleccionista surgen de la nada u otros que empujan una carretilla se suman sin complejos al embotellamiento. Y las bocinas: una sinfonía.

Nada ha cambiado, ni el cartel de una compañía aérea que promete como destinos de ensueño Islamabad y Peshawar, otros infiernos duplicados donde explotan bombas, huele y se masca polvo y nadie parece saber que frente a la promesa del paraíso está la opción de luchar y cambiar las cosas, empezando por las más simples, como saber guardar cola a la salida de un aeropuerto en un país hermoso, pero destruido por las guerras.




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domenica 1 novembre 2009


FOPLADE-Clara Ferreira Alves Breve encontro noutra cidade


8:00 Segunda-feira, 26 de Out de 2009


Encontro-a por acaso. É portuguesa. Quer dizer, não é bem portuguesa, mas sente-se um pouco portuguesa. Estamos sentadas num desses cafés de Londres que servem pequenos-almoços rápidos e internacionais, baguetes com omeletas e salada verde, croissants de manteiga, sumos de laranja em frascos com rótulos que dizem que são frescos e acabados de fazer, granola com leite magro e barras de cereais sem aditivos nem químicos perigosos, pela nossa saúde. Pelo menos é o que diz um cartaz na parede, com um ovo sorridente como um smile a olhar-nos com bondade biologicamente pura. Toda a gente está apressada menos ela e eu. Desembrulho o jornal na mesa onde mal cabe o tabuleiro e depois o telemóvel toca e ela ouve-me falar português. É segunda de manhã cedo e o café está cheio de gente que entra e sai e se prepara para tomar o pequeno-almoço saudável no metro. Ou a andar para o metro. De pé. A correr. O que quiserem. O ovo do cartaz não contava com isto.

Ela tem outro jornal na mão, não é um tablóide. Tem um computador miniatura aberto em cima da mesa, uma mala de cabedal gigante donde saem objectos que tentam escapar e pastas com papéis. O jornal é o "Wall Street Journal".

Interpela-me num português ligeiramente acentuado. É morena e com a pele escura, a face lisa como um tecido de seda enrugado nas pontas. Cabelo preto e olhos fendidos. Indiana? Indiana de Goa, ou melhor, a família é de Goa, católica, com nome português. Uma das mansões de Margão, penso eu. Candolim, diz ela. Brâmanes convertidos ao catolicismo, tentando salvar as terras e os pertences da garra colonial através da conversão. Os goeses portugueses são cosmopolitas, refinados, tolerantes. E maltratados pelos hindus nacionalistas. Uma parte da família ficou em Goa e outra parte foi para Moçambique. Com a guerra, vieram para Londres, e ela foi educada em colégios ingleses. Esteve nos Estados Unidos, trabalhou em Wall Street e regressou depois do crash, em Setembro do ano passado. Está contente por ter voltado.

Curiosamente, no intervalo de 48 horas, é a segunda goesa que encontro. A primeira trabalha num cabeleireiro, uma mulher bonita e afável que acha Portugal um país maravilhoso onde tentou fixar-se sem êxito. Também viera de Moçambique. É um país muito pequeno, muito tradicional, muito estreito, percebi que não era para mim. Esta, com os óculos encavalitados na testa e um ar despachado, diz que Portugal tem óptimas praias, mas não há nada para fazer. Não há dinheiro para ganhar. Nem investimento sério. O país pertence a meia dúzia de famílias, é como Goa. Uma casta. Não é um mercado interessante, porque está controlado por eles e pelo Estado. E não existem serviços financeiros, é tudo muito pequenino. Mulher, com a minha cor de pele... Agora está tudo a correr para Angola, é natural. Angola e Brasil. Como falo português, conheço esses mercados. Depois de regressar da América, o único sítio que me interessava era Londres. Apesar da crise, arranjei emprego. As coisas vão melhorando, devagar. Não tenciono regressar aos Estados Unidos, embora sinta a falta. E da iniciativa, a iniciativa é tudo. Os portugueses não sabem decidir. Arrastam tudo. Não têm a noção do tempo.

Então, diz-me a verdadeira razão pela qual não tenciona regressar. O amor. Ali, com o ovo orgânico a sorrir-nos na parede e o corrupio de gente com pastas e copos a escaldar, ela desiste e diz: casei. Conheci o meu marido aqui. Em Londres. Na América estive para casar com um colega. A tensão em que andávamos fez com que o noivado fosse eterno. Quando me vim embora, sabia que estava morto. Ele perdeu muito dinheiro e ficou desesperado. Só falávamos em ganhar, perder, dava cabo de nós. Um dia, em Londres, entrei num sítio destes, esta cadeia de restaurantes rápidos, estava mesmo em baixo. Um homem alto e corpulento, com uma barba branca e um sorriso simpático, servia cafés. Eu desempregada, a ver os jornais. Pela minha cara, deve ter percebido e perguntou-me se queria mais um expresso por conta da casa. Era o único homem ao balcão, os outros eram todos miúdos, filhos de imigrantes. Conhecemo-nos assim. Casámos passados seis meses. Ele era o gerente do restaurante. Um engenheiro desempregado, divorciado. Uma história pior que a minha. Continua no café, todos os dias. Ganha muito menos e trabalha com adolescentes. Nunca o vejo desanimado. Diz que tem umas ideias para pôr em prática. Montar o nosso próprio negócio. Vamos conseguir. Os ingleses são duros de roer. Sou muito feliz. E o dinheiro? Chega? Ela sorri igualzinha ao smile do ovo. Se chega? Claro que chega. O meu nome é Anjo. Ela pronuncia "anjú". Anjo? Maria dos Anjos. Fiquei Anjo.

Texto publicado na edição do Expresso de 24 de Outubro de 2009






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domenica 25 ottobre 2009


FOPLADE- TRIBUNA: Loretta Napoleoni
Afganistán y los narco-talibanes

Loretta Napoleoni 25/10/2009


La guerra de Irak pasará a la historia como el conflicto que puso de rodillas a la presidencia de Bush, mientras que el de Afganistán podría resultar ser la cáscara de plátano de Obama. Pero el enemigo del nuevo presidente de Estados Unidos se asemeja cada vez menos al del anterior; durante el año último las dinámicas del conflicto afgano han adquirido aspectos preocupantes, distintos de los iraquíes.


Aplicar el modelo de Irak no dará resultados. Es mejor mirar a la experiencia colombiana

Un informe presentado a principios de septiembre al Congreso norteamericano advierte de que Afganistán podría convertirse en un narco-Estado. La dirección de esa metamorfosis está a cargo del poderosísimo cártel del opio, compuesto por antiguos señores de la guerra y por grupos criminales nacidos al día siguiente de la invasión del país hace ya ocho años. El modelo, por lo tanto, podría ser el colombiano, donde la actividad terrorista se ha convertido en instrumental para el negocio de la droga. Ello explica por qué Al Qaeda ha perdido su importancia y, según afirman los norteamericanos, está ya escasa de dinero.

Naciones Unidas teme que los réditos del narcotráfico se hayan hecho ya más importantes que la ideología y ello explicaría la desbordante corrupción presente en el país. Como sucedió en Colombia en los años 80, el cártel del opio compra a los políticos y de este modo consolida el control sobre el territorio nacional. A diferencia de las FARC, integradas plenamente en el narcotráfico hasta el punto de convertirse en su milicia armada, los talibanes mantienen su independencia, aun siendo instrumentos útiles para la consolidación de los feudos del opio. Paradójicamente, la guerra favorece la narcotización de Afganistán, puesto que impide al Gobierno legítimo instaurar su autoridad, crea las condiciones ideales para englobar en el narcotráfico a gran parte de la economía y facilita el contrabando hacia Occidente.

Los narco-talibanes son, por lo tanto, el fruto de una extravagante alianza entre terror y droga que tiene a su disposición recursos suficientes para prolongar esta guerra más allá de los límites aceptables para los occidentales. Nos lo dicen las imágenes de las desconsoladas lágrimas de la Italia en luto por los seis caídos en Kabul, las más sobrias de los telediarios británicos que se interrogan sobre por qué los soldados de Su Majestad siguen muriendo y las de los generales norteamericanos que presionan a favor de una potenciación militar estadounidense. El verdadero peligro: que nos derroten por agotamiento.

Para comprender lo que pasa en Afganistán, así como para interpretar los documentos secretos de las cúpulas militares de las fuerzas de coalición, es preciso utilizar la lente de aumento del tráfico de drogas. Y a través de este telescopio se da uno cuenta de que el enemigo es hoy más fuerte que nunca y que su fuerza proviene de una serie de factores económicos. Para hacer frente a la coalición militar más potente del mundo es verdad que se necesitan hombres dispuestos a morir, pero también dinero para adoctrinarles, armarles, adiestrarles y protegerles.

El centro de la economía de guerra del enemigo lo ocupa el opio, del que Afganistán produce el 90% del mundo. Este año la producción ha caído un 10% y los cultivos se han reducido un 22%. Un pequeño porcentaje de agricultores ha aceptado producir trigo en lugar de opio, estimulados por la reducción de las diferencias de los precios. Gracias al aumento de las cotizaciones del trigo, la relación es ahora de 1 a 3, es decir, que una hectárea destinada al cultivo de opio vale tres veces su equivalente con cultivo de trigo, mientras que antes era de 1 a 10. A la vista de ello hay quien sostiene que estas modestas mejoras son atribuibles a las políticas de erradicación que persigue el Gobierno con el apoyo de las fuerzas de coalición. Se propende a pensar que se trata de una victoria, pero no es así.

La contracción es debida a una caída de la demanda mundial ligada a la competencia de los narcos colombianos. En Occidente, la cocaína a buen precio ha desplazado a la heroína. En cuestión de ganancias, aunque es probable que los señores de la droga afganos se encuentren con beneficios ligeramente inferiores a los de 2008, la contracción de la producción es superior a la de la demanda y por lo tanto se producirá un aumento del precio al por menor de la heroína.

Los norteamericanos sostienen además que los narco-talibanes y sus socios han acumulado 10.000 toneladas de opio ilegal, suficientes para satisfacer la demanda mundial durante dos años. Están sentados, en definitiva, sobre una bomba de relojería que podría proporcionarles cantidades ingentes de dinero además de desplazar a los narcos de la coca del mercado global.

Como en el modelo colombiano, en torno a la producción y al tráfico de la droga se desarrolla una economía de guerra que obliga a la población atrapada en su interior a formar parte de ella. La experiencia colombiana nos enseña que el masivo despliegue de tropas no funciona si antes no se exfolia el núcleo central. Para hacerlo se necesita atacar su savia vital, el tráfico de droga, lo que quiere decir que el problema de Afganistán no es local sino internacional. Aplicar a estas guerras las modalidades de la de Irak no nos aportará los resultados esperados, es mejor mirar a la experiencia colombiana. Y el tiempo aprieta, los occidentales están cansados de enterrar cadáveres.

Loretta Napoleoni es economista italiana. Traducción de Juan Ramón Azaola.





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FOPLADE- TRIBUNA: Jorge Edwards
Veinte años de la caída del Muro

Jorge Edwards 25/10/2009


El próximo 9 de noviembre se cumplen 20 años de la caída del Muro de Berlín. En este caso, 20 años es mucho: es un cambio completo de época.


Pasar de un lado al otro del Muro antes de la caída era un viaje en el espacio y también en el tiempo

Terminó la Guerra Fría global, mundial, y a veces tengo la impresión de que han proliferado guerras frías menores, locales, y que no por eso, por su carácter circunscrito, regional, dejan de ser peligrosas. La historia dejó de ser bilateral, de dos enormes bloques de poder. Es, por el contrario, difusa, esquinada, más complicada y difícil de captar que nunca.

No pretendo decir en pocas líneas qué ha cambiado en estos 20 años. Pero he pasado algunas temporadas en Berlín, el de antes de la caída y el de ahora, el reunificado, y puedo transmitir impresiones directas, de primera mano.

Llegué a Berlín por primera vez pocas semanas después del accidente nuclear de Chernóbil en la Rusia todavía soviética. Los berlineses, aficionados a la naturaleza, obsesionados por los alimentos y los productos naturales, me pedían que no comiera lechugas, que tuviera cuidado con las frutas, incluso con los huevos y los pollos. Los más exaltados veían el desastre de Chernóbil, lugar que no queda lejos del noreste de Alemania, como un anuncio del fin de los tiempos, un signo del Apocalipsis.

¿Tuvo algo que ver ese famoso "accidente" con la caída del Muro de Berlín y el desenlace de la Guerra Fría? Es bastante probable que sí.

Había un contraste entre la tecnología atrasada de los países comunistas y la de Occidente que en Berlín, por diversos motivos, se hacía más notorio y hasta dramático.

Las fábricas del lado oriental, por ejemplo, lanzaban densas columnas de humo negro que el viento movía y hacía pasar por el cielo de la ciudad occidental. Era, ese humo sucio, una curiosa, inesperada propaganda contra la economía del otro lado. Las chimeneas capitalistas, en cambio, por lo menos en ese punto estratégico, tenían poderosos filtros. Hasta los desechos de aquellas industrias superdesarrolladas parecían más limpios.

Ese Berlín encerrado, más o menos aislado, que alcancé a conocer a comienzos de la década de los ochenta tenía un aspecto enigmático, un misterio, un encanto particular. Se decía que era una ciudad non-stop. Parecía que todo estaba abierto durante las 24 horas del día, o semicerrado.

En un departamento de la Momsen Strasse, no lejos de la Savigny Platz, escribía una novela breve que se me acababa de ocurrir, un tema del exilio en los dos Berlines, una suerte de Fausto criollo, y a las dos o tres de la madrugada bajaba a la plaza a cenar algo. Había una tabernaque tenía el nombre de un pez de las aguas del norte, y un café restaurante que se llamaba Cour Carrée, y pronto se abría un lugar donde vendían desayunos filosóficos: un kant, un hegel, un fichte. El más melancólico de los desayunos era el schopenhauer, pero ya no recuerdo en qué consistía.

Una escritora turca de Berlín sostiene ahora que pasar de un lado al otro del Muro, en los años anteriores a la caída, era un viaje en el espacio y también en el tiempo. Estoy enteramente de acuerdo.

Crucé por una estación subterránea de ferrocarril y hasta los peldaños, las galerías, el pavimento de las calles, daban una impresión general de deterioro, de haberse detenido en una etapa anterior.

Había salones de una elegancia pasada de moda, llenos de felpas rojas, lámparas de lágrimas, dorados venidos a menos, donde un violinista anciano tocaba melodías del siglo XIX. Me pareció el escenario perfecto para una novela anacrónica, de época no bien definida, del género fantástico.

Cuando un exiliado chileno del Este, nostálgico, arrinconado, me confesó que ahorraba marcos occidentales para viajar por un día al Kudam del West, pedir una salchicha gigante con una jarra de medio litro de cerveza y regresar a su covacha del Ost, pensé en las posibilidades narrativas de un encuentro de ese personaje con algún demonio del capitalismo: otro chileno, pero enriquecido en el exilio, viajero impenitente, mitómano, dotado de todos los poderes que da el dinero.

Años más tarde, un escritor alemán que había vivido en la República Democrática Alemana (RDA) y que había sido militante comunista me hizo de guía de la antigua ciudad de Berlín Oriental. Las casas carcomidas, las paredes tiznadas, los profundos agujeros de las veredas, me provocaron una sensación aguda, malsana, de irrealidad.

Mi amigo, que había sido un editor importante en los buenos tiempos, me habló de las primeras manifestaciones de disidencia en el mundillo literario, de los cantautores subversivos, de las protestas adentro de iglesias, que habían partido de la catedral de Leipzig y se habían extendido por todas partes. Eran reuniones espontáneas que se producían en las catacumbas, en los márgenes de la vida exterior, aceptada, y quizá había una comparación posible con los movimientos de los primeros cristianos.

Hubo un momento en que la rebelión llegó a ser imparable. El exceso de irrealidad ya no se pudo soportar. Los sociólogos, los politólogos, los periodistas especializados, fueron los últimos en darse cuenta.

En una familia que conozco bien, los hijos, el día preciso de la caída del Muro, estaban exaltados, esperanzados, dispuestos a todo, y los padres, escépticos, cansados de hacer clases en la universidad, se echaron a la cama temprano.

Los jóvenes salieron y regresaron después de la medianoche, locos de alegría. Uno de ellos se puso a saltar encima de la cama de los padres.

El Muro de Berlín, siniestro, silencioso, salvo cuando el tableteo de las ametralladoras interrumpía su silencio, había sido derribado hacía pocas horas.

Jorge Edwards es escritor chileno.





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FOPLADE- ENTREVISTA: La región más conflictiva HAMIT BOZARSLAN Historiador y politólogo
"Para ganar en Afganistán hay que parar la lucha en Pakistán"

JUAN CARLOS SANZ - Madrid - 25/10/2009


"Al final, la violencia es también un mecanismo para la solución de conflictos", reflexiona Hamit Bozarslan (Lice, Turquía, 1958) en un restaurante de la Gran Vía de Madrid. Aprendió a hablar turco en la escuela a los siete años y a los 19 abandonó su región kurda natal en el sureste de Anatolia, para estudiar en una universidad de Francia. "Los Estados son productores de violencia en un sistema en el que la noción de fronteras se debilita", argumenta el director la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales de París. Considera que Pakistán es un Estado fallido. "Y además con la bomba atómica. Un Estado que combate a su población civil y que causa cientos de miles de desplazados es un Estado desprovisto de legitimidad. Ya no controla ni su propio aparato de poder".


Investigador en las universidades de Berlín y Princeton, experto en Turquía, la cuestión kurda y el mundo islámico, Bozarslan ha presentado esta semana en Madrid su último libro: Una historia de la violencia en Oriente Medio. Del fin del Imperio Otomano hasta Al Qaeda, editado en España por Península. "Para ganar la guerra en Afganistán hay que parar primero la lucha en Pakistán. Puede ganarse la guerra en el plano militar, pero los talibanes paquistaníes van a salir reforzados. ¿Qué guerra se puede ganar sin ganar la confianza de la población, la integración de la sociedad paquistaní?".

Para el historiador, el conflicto actual conduce a un círculo vicioso que lleva de Kabul a Islamabad. "Se parte de un error original. Si en 2001 se hubiese dedicado el 75% del gasto de las fuerzas internacionales a la reconstrucción de Afganistán, a la educación, la sanidad, las infraestructuras, en lugar de pactar con los señores de la guerra, hoy la magnitud del conflicto sería más baja. Pero en lugar de reforzar a la sociedad civil con elecciones provinciales y locales se ha optado por impulsar unas presidenciales que parecen surrealistas".

Bozarslan, que describe en su Historia de la violencia.... un desasosegante pesimismo sobre la evolución del arco musulmán que lleva desde el Magreb hasta Cachemira, no abriga ahora grandes esperanzas: "¿Qué más puede hacer el presidente Barack Obama? Sólo ha contribuido a empujar aún más hacia la militarización del conflicto. Al menos George W. Bush era más prudente respecto al espacio paquistaní", se lamenta.

"Los Estados controlados por los servicios de inteligencia, por las policías políticas, acaban siendo reconfigurados bajo una lógica de la guerra que aporta grandes recursos en el plano militar y financiero".

El historiador y politólogo kurdo afincado en París recuerda que en Pakistán "los talibanes no estaban militarizados hasta hace poco". Tampoco ve recetas para arreglar el callejón sin salida de la violencia tras ocho años de guerra y miles de muertos en Afganistán, aunque Bozarslan no cree que el conflicto vaya a degenerar en una guerra eterna como la de Vietnam: "Son conflictos distintos. No hay un nuevo Vietnam. Entonces, una gran parte de la opinión pública occidental era provietnamita, lo veía como una lucha de liberación poscolonial. Hoy nadie sabe con quién estar en la guerra de Afganistán". En el agitado Gran Oriente Medio marcado por más de un siglo de violencia, los conflictos se han ido extendiendo "hasta Pakistán y Afganistán, al Oriente Próximo árabe e incluso a Somalia...".

- ¿Y en Irán?

- "No me interesa si los ayatolás pueden tener el arma atómica o no. Lo importante es que la llegada de Mahmud Ahmadineyad al poder en 2005 supone la irrupción de una nueva generación que había estado marginada desde 1979. En poco tiempo han cambiado las reglas en Teherán y han sido sustituidos los jefes militares y policiales, los diplomáticos...", advierte el historiador. "Y se ha apoderado del poder una visión mesiánica".




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FOPLADE- TRIBUNA: Rosa María Artal
Berlín: así se desmoronó el Muro

Rosa María Artal 24/10/2009


Una ciudad modelo de vitalidad como Berlín se merecía un premio como el Príncipe de Asturias de la Concordia que ayer recibieron en Oviedo tres de sus últimos alcaldes. Berlín ha hecho del Mitte -el centro histórico antaño atravesado por el Muro- un corazón que palpita en creatividad, diseño, armonía y madurez. Pocos lo hubieran imaginado hace 20 años.


La libertad encontró una vía para fluir que acabaría con un muro con los cimientos podridos

El verano de 1989 había traído las muestras definitivas de la descomposición del bloque del Este, que culminarían, durante un otoño trepidante, con la caída del Muro de Berlín. El sólido hormigón del Muro parecía consagrar los acuerdos firmados en Yalta y Postdam, tras la II Guerra Mundial: se había convertido en el símbolo tangible del "telón de acero" que dividió una ciudad y dos mundos durante 28 años.

Aquel verano de 1989, Hungría -la primera en rebelarse y ser aplastada en 1956- ya emprendía una senda socialdemócrata, después de celebrar elecciones libres. Checoslovaquia resucitaba su primavera pisoteada en 1968. Y Polonia y su Solidaridad se alejaban también del comunismo. Numerosos ciudadanos de la RDA (República Democrática Alemana) decidieron veranear con voluminosos equipajes para, en realidad, escapar -por algunas vías expeditas- a Austria. La libertad, como caudal incontenible, encontraba una vía para fluir: la que terminaría por arrastrar un muro de cimientos podridos.

El periodismo permite en momentos excepcionales ser testigo directo de la Historia. Así ocurrió cuando, en el otoño de hace 20 años, los miembros de un equipo de Informe Semanal de TVE llegamos a Berlín la víspera de un acontecimiento no previsto. El Checkpoint Charlie nos recibió como escenario perfecto de la guerra fría: noche, niebla, rígidos policías grises, silencio despoblado. Al día siguiente, los berlineses del Este, hasta entonces sufridos y disciplinados, bullían en corrillos. Su principal queja era la falta de libertad para viajar, para leer y hablar sin cortapisas. En murmullos condenaban la rigidez del sistema y las ideas anquilosadas de los dirigentes de la RDA. La oposición -pacífica- se había ido multiplicando de forma exponencial desde el verano. De apenas unas decenas de manifestantes se había pasado a medio millón. Y el éxodo registraba ya 200 huidos por hora.

Los dirigentes de la Alemania del Este habían pedido ayuda a los rusos. Gorbachov fue diáfano: "El Ejército soviético no actuará contra la población". ¿Qué solución cabía? ¿Una masacre? Egon Krentz, el entonces presidente de la RDA, lo consideró como opción, según declararía después.

Detrás del Telón de Acero había un mundo desconocido -y aún mitificado por algunos- por descubrir. Alemania Oriental era su supuesta joya económica, pero en las fruterías sólo se vendían coles; los cosméticos se envasaban en botes de detergente, o así lo parecía; los maniquíes de los grandes almacenes remitían a 20 años atrás. El popular Trabant, coche de cartón plastificado, se orillaba en las calles sin repuestos para sus averías. Únicamente una fábrica nos franqueó la entrada al equipo de televisión. Elaboraba material para endoscopias: su maquinaria parecía datar de los años cincuenta. El Muro se caía solo... por consunción.

El día 9 de noviembre, tras unas horas de confusión, un informador envió esta noticia a su agencia: "El muro de Berlín se ha abierto". No era así. Todavía no. A las 18.57 había comenzado lo que el embajador español Álvarez de Toledo denominó "cadena de malentendidos".

La televisión germano-occidental dio la noticia en su informativo de noche, visible en el Este. El paso del puente de Bornholmer se ubicaba a pocos pasos de la Embajada española, donde nos encontrábamos el equipo de TVE. Fuimos hacia allí: unas 50 personas curioseaban y no ejercían presión alguna. Un policía abrió la puerta y dijo: "Pueden pasar". Eran las 21.12. Al otro lado, los germano-occidentales aguardaban con champán. Estalló el júbilo, los abrazos, las lágrimas, aunque persistía el temor. Poco después, mareas humanas rodearon el Muro, muchos llevaban picos para derribarlo, otros trepaban para cruzarlo, ya sin el miedo a ser ametrallados.

Apenas un año después, las dos Alemanias se reunificaron. Berlín ya era una sola ciudad con sello occidental. En el Este las fruterías ofrecían un vergel, marcas cosméticas internacionales poblaban los escaparates, coches japoneses transitaban por las calles y los maniquíes vestían a la última moda, rejuveneciendo dos décadas. Máquinas expendedoras de caramelos y coloridos juguetes adoctrinaban a los niños en la sociedad de consumo. Precios del Oeste, sueldos del Este, un tercio inferiores. Había nacido una nueva ambición: el dinero.

Hoy, en el puente de Bornholmer una placa certifica que allí fue donde primero se abrió el Muro. Piquetas y grúas han remodelado el urbanismo de Berlín, una ciudad que emana paz, sosiego y saber vivir. El paro aún golpea más al Este que al Oeste, pero, salvo algunos nostálgicos, los germano-orientales eluden enjuiciar la sociedad capitalista que les anexionó. "Sí, compensa", dice Cristiane Bauer, profesora de alemán. "La libertad es esencial. No me interesa disponer de 15 tipos de fruta, pero sí de la libertad de poder expresarme, viajar, leer lo que quiero y vivir a mi modo. Sólo echo de menos la solidaridad que teníamos entre todos".

Rosa María Artal, periodista y escritora, fue testigo presencial de la apertura del Muro de Berlín.





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FOPLADE-PALABRAS DE
S.A.R EL PRÍNCIPE DE ASTURIAS
EN EL ACTO ENTREGA DE LOS PREMIOS PRÍNCIPE DE ASTURIAS 2009
Teatro Campoamor,
Oviedo, 23 de octubre de 2009

Cuando en el horizonte del próximo año aparecen las primeras luces de la conmemoración del XXX aniversario de nuestros Premios, celebramos esta ceremonia de su entrega con ilusión renovada y con una profunda satisfacción por el brillante camino que han recorrido en este tiempo.

Un camino nada fácil, hecho día a día, en ardua tarea, para reconocer y ensalzar, como hoy, la obra y la vida de personalidades e instituciones de todo el mundo con trayectorias ajenas a modas pasajeras, iniciadas no pocas veces en soledad, venciendo grandes dificultades y con medios muy limitados, lo que trae a nuestra memoria el proverbio bíblico de que la humildad siempre antecede a la gloria. Son nuestros galardonados, por ello, modelos supremos de esfuerzo sacrificado, de inteligencia, de nobleza, de espíritu de superación y de cuantas cualidades enaltecen a los seres humanos.

Desde esta hermosa y culta ciudad de Oviedo, desde esta querida tierra de Asturias, nuestros Premios han expresado año tras año ante la comunidad internacional el compromiso firme de España con los valores que ennoblecen y dignifican nuestras vidas y que, en estos tiempos tan intensos y difíciles, de encrucijada, y también de oportunidades y de esperanzas, son apoyo y guía imprescindibles.

Cuando tantas veces reflexionamos sobre el camino hecho por nuestros Premios, cuando pensamos en su futuro, nuestro compromiso con la protección de su independencia y nuestra lealtad con su vocación se acrecientan. Al mismo tiempo, se refuerza nuestra fe en su porvenir, pues “las obras buenas nunca acaban”, como sabiamente nos advirtió Unamuno.

Por ser así, es inevitable que resuene esta tarde y desde lo más hondo de nuestro corazón la palabra gratitud, dirigida a quienes a lo largo de tantos años han hecho posible la gran obra de la Fundación, a quienes nos alientan y nos ayudan generosamente. Una gratitud llena de admiración, asimismo, hacia las personas e instituciones que hoy reciben nuestros galardones y que simbolizan sobre este escenario nuestros mejores deseos, nuestros principios, nuestra creencia en que la cultura es fiel reflejo de la formación intelectual, estética y moral del ser humano.

Extendemos también nuestro afecto a los miles de personas de Asturias y de otras partes de España e incluso no pocos de fuera de ella que nos acompañan desde las calles y los balcones engalanados de esta ciudad, para hacer de este día una gran fiesta de la cultura y de la concordia, única en el mundo. Entre todos hemos conseguido que lo que nació como un sueño, como una hermosa y valiente iniciativa, se haya convertido en la realidad fértil y prometedora del presente.

Deseo ahora dedicar unas palabras a los galardonados de esta edición, pues suya es esta ceremonia.

Sir Norman Foster, Premio de las Artes, está considerado, con todo merecimiento, como uno de los más grandes arquitectos de la era global, por haber creado una arquitectura de vanguardia, plena de imaginación, comprometida con las nuevas tecnologías, la aventura estética y el medio ambiente. Como ha destacado el Jurado, su obra conjuga magistralmente la calidad, la reflexión intelectual y el diálogo entre territorio y ciudadanía, a través de un original dominio del espacio, la luz y la materia.


Sus proyectos, de personalidad inconfundible y fruto también de su estudio de la historia, o, lo que es lo mismo, de su respeto por la vitalidad, la fuerza y el valor de lo mejor del pasado, combinan de forma innovadora utilidad y belleza. Conforman, en fin, una arquitectura delicada y rotunda, poética y moderna, libre y transparente, que explora con valentía más allá de la convención y representa un canto a las oportunidades y a los retos de una vida profesional hecha de pasión y de incansable esfuerzo.

Esa creatividad, toda esa pasión por la belleza y su trabajo al servicio de los seres humanos, constituyen una obra original admirada en todo el mundo que produce una emoción muy profunda en quienes la contemplan. Por ello, cuando esos proyectos se hacen realidad, cuando sus edificios se elevan en el cielo de tantas ciudades del mundo, parecen querer recordarnos unos preciosos versos que dicen que estamos hechos para soñar, ese “soñar en voz alta” del que nos hablaba Octavio Paz.

La Organización Mundial de la Salud ha sido galardonada con el Premio de Cooperación Internacional. En un mundo en el que cada vez se diluyen más rápidamente las fronteras, y en el que se hace preciso trabajar con mayor intensidad solidaria y en beneficio de todos los seres humanos, la salud se ha convertido en uno de los mayores retos y objetivo prioritario de la cooperación multilateral. Lo hemos puesto de relieve en otras ocasiones sobre este escenario: la atención sanitaria es un derecho universal; y, en consecuencia, el progreso de la humanidad tiene en la salud y en la extensión de los cuidados médicos -y de los avances científicos- uno de sus más significativos y trascendentales factores.

La OMS, fundada en 1948 dentro del sistema de NNUU, lleva a cabo su ingente tarea con eficacia y rigor. Ha conseguido, entre otros logros, erradicar la viruela, atacar enfermedades infecciosas como la tuberculosis, la malaria o el sida, reducir la poliomielitis y la mortalidad infantil, y también frenar muchos brotes epidémicos. Permanece además atenta a la aparición de otros nuevos, luchando contra las enfermedades ya conocidas y contra otras que surgen y es preciso identificar, desencadenadas o agravadas, muchas veces, por factores como el cambio climático, la contaminación o los malos hábitos de vida.

Como vemos, estos problemas, que tienen repercusión mundial, exigen también soluciones globales y, para ello, vela la OMS con sus 150 oficinas repartidas por todo el planeta y sus miles de expertos. Queremos en este acto hacer patente en la persona de su directora general, Margaret Chan nuestro agradecimiento a esta Organización en la que descansa una parte tan importante de la salud pública de todos los pueblos de la Tierra.

El naturalista británico Sir David Attenborough, uno de los más prestigiosos y universalmente conocidos especialistas en ciencias de la naturaleza, ha sido galardonado con el Premio de Ciencias Sociales. Junto a él podemos alegrarnos de que, afortunadamente, cada día somos más conscientes de la necesidad de preservar el medio ambiente, de poner freno al deterioro y a los peligros que amenazan nuestro planeta, de luchar contra el cambio climático.

David Attenborough, entre otras muchas cosas, es presidente de la Real Sociedad para la Conservación de la Naturaleza y miembro de la Royal Society de Londres. Ha trabajado siempre para difundir sus conocimientos de manera que fueran no sólo un maravilloso regalo para la vista, sino también un estímulo para despertar las conciencias de los millones de personas a las que alcanza con su mensaje; que no es otro que conocer y aprender sobre la naturaleza que nos sustenta para así respetarla y cuidarla. Detrás de su profesionalidad vibra esa hermosa lección del fin educativo de su trabajo y de sus obras.

Con pasión inagotable, ha mantenido vivo su amor por la naturaleza desde la infancia, cuando coleccionaba fósiles, insectos y plantas, y que, ya adulto, ha sabido transmitir a todos los públicos con tanto entusiasmo como sabiduría. Pensemos, por ejemplo, que algunas de sus series televisivas, como la tan reconocida “Life on Earth”, han sido vistas por más de 500 millones de personas de todo el mundo. De igual modo, con su tarea en la organización World Land Trusts ha promovido la protección de miles de kilómetros cuadrados de gran riqueza biológica en varios países del Trópico.

Su obra, siempre contagia emoción, admiración y asombro ante la maravillosa diversidad de la Tierra y de sus culturas. Sus programas en los medios de comunicación más importantes del mundo son, en definitiva, ejemplos de inteligente creatividad y de modestia, ante la pretensión de conocer y abarcar la complejidad de la vida. Son una lección de humildad contra la arrogancia, el engreimiento intelectual y el fanatismo de todo tipo.

Con frecuencia nuestros jurados han vuelto sus ojos hacia los países hermanos de América. A ellos nos unen lazos entrañables y perennes. Por eso, nos da una alegría muy especial a los españoles que una institución o una persona de Iberoamérica reciba uno de nuestros Premios. Así ha sido este año con la concesión del Premio de Comunicación y Humanidades a la Universidad Nacional Autónoma de México.

La UNAM, “el alma de México”, como ha sido calificada, es mucho más que una Universidad en el sentido tradicional. Ha extendido su labor ejemplar más allá de las aulas y ha creado una amplia red de instituciones culturales y medios de comunicación, para difundir los valores del espíritu universitario más profundo, es decir, la pasión por el conocimiento y el amor a la enseñanza en libertad. De esta manera, ha contribuido decisivamente a vertebrar, abrir y modernizar una sociedad que sin la existencia de la UNAM sería, sin ninguna duda, menos próspera y mucho menos vital.

Pero, además, la UNAM ha contagiado a la sociedad mexicana y a la de muchos otros países iberoamericanos el culto a la justicia, a la tolerancia y a la democracia, que han impregnado profundamente la obra de los mejores intelectuales, profesores y artistas salidos de sus aulas y que representan lo más granado del pensamiento iberoamericano.

Precisamente cuando se aproxima la celebración de una nueva Cumbre Iberoamericana en Estoril dedicada a la “Innovación y Conocimiento” ponemos a la UNAM como ejemplo sobresaliente de la gran capacidad académica y del nivel científico de tantas universidades iberoamericanas.

Por otra parte, en España nunca podremos olvidar la enorme generosidad de la UNAM con muchos de nuestros compatriotas, mujeres y hombres que, tras la Guerra Civil, se vieron obligados a exiliarse a tierras americanas en condiciones difíciles y amargas. Les ofreció sus aulas, sus publicaciones, sus institutos de investigación y toda clase de ayudas que contribuyeron a que estos “españoles del éxodo y el llanto”, como los llamó uno de ellos, pudieran rehacer sus vidas con dignidad e incluso aportar no poco prestigio y brillo académico a la propia Universidad. Nunca habrá suficientes ocasiones para expresar a la UNAM nuestra más profunda gratitud, que hoy reiteramos en presencia de su Rector D. José Narro.

Nada sería lo mismo para una gran parte de los seres humanos sin el uso cotidiano del teléfono móvil y el correo electrónico, el e-mail. Sus inventores respectivos, los ingenieros electrónicos Martín Cooper y Raymond Samuel Tomlinson, han recibido el Premio de Investigación Científica y Técnica.

Martín Cooper, pionero e impulsor de las comunicaciones inalámbricas, ya había comenzado en 1954 sus hallazgos con el desarrollo de los sistemas de radio portátiles y, dos décadas después, realizaría la primera llamada desde un teléfono móvil; y Raymond Samuel Tomlinson, en octubre de 1971 utilizó la conocida arroba como símbolo para separar el nombre del destinatario del correo del ordenador receptor, haciendo posible la comunicación entre diferentes ordenadores. Había nacido así el correo electrónico, un medio ya tan familiar como lo es el teléfono móvil.

La comunicación fluida y en libertad es uno de los grandes hallazgos de nuestros días, y, en particular, el teléfono móvil y el e-mail son dos de las innovaciones tecnológicas más significativas de todos los tiempos que están teniendo, como consecuencia, un profundo impacto social del que todavía no conocemos todo su alcance.

La rápida y valiosa difusión de la comunicación que estos dos medios han conseguido, proporciona innumerables beneficios. Pensemos en cómo sirven y ayudan en la sanidad, en la educación, en la gestión pública y empresarial; cómo constituyen una oportunidad o una herramienta de modernización para los países subdesarrollados. Pensemos que eliminan barreras entre países e ideas, que son un medio ideal para la difusión de la cultura; o que han extendido y democratizado la información y la comunicación de una manera extraordinaria, intensificando y facilitando las relaciones entre los seres humanos a escala universal. Por todo ello Martín Cooper y Raymon Samuel Tomlinson forman parte de la gran historia de la ciencia mundial, y desde hoy también de la particular y bella historia de nuestra Fundación.

El Premio de las Letras ha sido otorgado al escritor albanés Ismail Kadaré, uno de los creadores que de modo más intenso ha vivido y padecido una titánica lucha entre extremos, una tensión entre su creación literaria y los problemas sociales y políticos de su tiempo, especialmente de su país, martirizado por un áspero y hermético régimen político. Entregado a la creación literaria con una pasión que no ha mermado esas durísimas condiciones, ha sabido, además, abrirla al mundo de una manera magistral.

La obra de Kadaré, llena de lucidez, hondura y vigor, no se limita a crear personajes e historias de ficción, porque parte de la convicción más profunda de que la literatura no es sólo un entretenimiento ni una mera recreación estética, sino que debe contener un mensaje y un compromiso moral.

Si su creación como novelista y poeta es admirable, no menos lo son sus ensayos sobre la cultura de la península balcánica y la literatura y el arte de la antigua Grecia. Desde ellos hace un bello canto a la grandiosa facultad de sus autores para universalizar los problemas y los sueños de aquellas sociedades; y a su advertencia, válida para aquel tiempo y para todos los tiempos, de que la luz y la democracia engendradas por su civilización son logros que es preciso defender para no perder todo aquello sin lo cual no pueden darse plenamente ni arte, ni letras, ni tampoco pensamiento: la libertad.

Al concederle este Premio, no solo reconocemos a uno de los escritores europeos más importantes de nuestro tiempo, sino a quien ha sido capaz de preservar y realzar la belleza de la lengua de su país, Albania, y elaborar desde ella una obra de resonancias universales, escrita en su mayor parte en un clima de intolerancia y autoritarismo extremos, en la que brilla una crítica al totalitarismo y a sus mecanismos más perversos. Un canto incesante a la tolerancia y a la libertad, aunque a menudo haya tenido que ser formulado mediante alegorías, rescatando viejas leyendas, a fin de sortear censuras y dificultades que parecían insalvables.

El legendario lema olímpico “Citius, Altius, Fortius”, “Más rápido, más alto, más fuerte”, tiene un modelo y un ejemplo en la atleta rusa Yelena Isinbayeva, especialista en salto con pértiga. Una especialidad que ha sufrido una progresiva y extraordinaria evolución y en cuyo ascenso, en esa continua superación de marcas, ha tenido ella mucho que ver. Supone, por lo tanto, un orgullo para todos nosotros la concesión del Premio de los Deportes de este año a esta deportista excepcional. A sus 27 años no sólo ha destacado de manera extraordinaria por sus valores humanos y deportivos, sino que ya muy tempranamente ha sido reconocida como “la mejor atleta del mundo”.

Entre sus triunfos deportivos, además de ser la única atleta que en la historia de esta especialidad ha superado los 5m de altura, están 27 récords mundiales y 11 primeros puestos en competiciones olímpicas, mundiales y europeas. Pero sabemos que aún tiene por delante un camino abierto para seguir dando lo mejor de su esfuerzo, batiendo marcas y logrando victorias.

Todos esos éxitos de Isinbayeva son el resultado de una voluntad férrea, de una poderosa fortaleza de ánimo, de un valeroso espíritu de superación y de una gran sensibilidad sin la cual nada sería el espíritu deportivo.

Por todo ello, Yelena Isinbayeva merece la admiración y el respeto que todos le tributamos. Nos gustaría que su ejemplo extraordinario se inculcara en la juventud, en todas aquellas personas que desean ser mejores, que aspiran a una vida más saludable. Conseguiremos así que el deporte siga acrecentando su presencia en nuestro tiempo, y continúe creando ámbitos de convivencia y fraternidad entre los pueblos.

Pocas capitales hay en el mundo con mayor contenido simbólico que Berlín. Jean Paul Richter dijo de ella que “es más un trozo del mundo que una ciudad”. Pues queremos proclamar con todo respeto, humildad y orgullo que Berlín está hoy en Oviedo. Y aquí queremos festejar con alegría el XX Aniversario de la Caída del Muro con la concesión de nuestro Premio de la Concordia.

Ciudad desde siempre cercana al arte y a la inteligencia, padeció de manera terrible los totalitarismos que azotaron al pasado siglo y fue protagonista de algunos de los acontecimientos más importantes de la historia europea. Devastada por la guerra se convirtió en una ciudad fragmentada, dividida, repartida entre los vencedores, seccionada en dos partes por un muro atroz que no sólo dividió a Berlín y a los berlineses, sino también a todos los alemanes, a los europeos y al mundo.

La caída de aquel muro, después de tantos años oscuros, de sacrificios y de dolor, fue uno de los momentos más emocionantes de los que hemos sido testigos con el que se abría la puerta a la reunificación alemana, algo que vivimos con especial júbilo. Mientras los ciudadanos de Berlín, conmovidos, se abrazaban al cruzar aquella frontera que había sido construida para ser insalvable, las dos mitades de Europa, veían también empezar a derrumbarse los muros ideológicos que impedían mirar hacia un futuro de cooperación e integración en paz.

Hoy, Berlín celebra aquella fuerza imparable, hecha de esperanza y de valor, de perdón y de concordia, que consiguió abatir el Muro; y ha recobrado vertiginosamente su antiguo esplendor y el brillo –realmente nunca del todo perdido- de su cultura y de su creatividad. Ha renacido en una ciudad otra vez llena de vida, amante del progreso y de la paz.

El año en que se derrumbó el Muro se inauguró una nueva época, tal vez más incierta e imprevisible, pero más humana y más libre. Hoy Berlín es una gran capital europea, símbolo sobre todo de esperanza: es amada por los jóvenes, es una referencia mundial para quienes apuestan por todo cuanto suponga cultura, creatividad y convivencia.
Nuestra admiración y nuestro afecto sinceros se los dedicamos a los berlineses a través de sus Alcaldes, Klaus Wowereit, Walter Monper y Eberhard Diepgen pero también a todos los alemanes porque además celebran el LX Aniversario de la creación de la República Federal de Alemania.

Señores y Señoras,

Evoquemos ahora, en este momento de cambios tan vertiginosos y profundos que vive la Humanidad y en esta tarde iluminada en el Teatro Campoamor por la luz de la libertad y de la cultura, la esperanza con la que nos abrimos a un mundo nuevo.

Un mundo en constante transformación, en el que la sociedad industrial que hemos conocido va dando paso a la sociedad de la comunicación y el conocimiento; en el que los avances científicos y tecnológicos se suceden continuamente, situándonos en una nueva era; un mundo en el que la educación ya no es sólo un derecho fundamental de la persona sino también una exigencia imprescindible para acceder al mercado de trabajo y fundamento del éxito colectivo de las Naciones.

Seguimos asistiendo a un desarrollo imparable de la globalización, que afecta y condiciona aspectos sustanciales de nuestra vida, como nuestra salud, nuestra seguridad, nuestro entorno natural y nuestra convivencia en la diversidad de lenguas, culturas y religiones. Un mundo en transformación, en fin, en el que ya no es posible un orden económico internacional estable y próspero sin valores que lo inspiren y en los que se fundamente y sin una decidida cooperación entre los Estados.

El paro, que es la consecuencia más dolorosa de la crisis económica que vivimos, hiere nuestra dignidad como seres humanos y constituye nuestra principal preocupación. Exige que los Estados faciliten a quienes se encuentran en esa situación la necesaria protección social, al tiempo que poner en marcha todos los medios precisos para que los jóvenes puedan encontrar trabajo y los desempleados puedan reincorporarse cuanto antes a la vida laboral. En España, además, la crisis nos muestra que necesitamos nuevas bases para crecer y generar empleo, que hagan posible que los ciudadanos puedan desarrollar sus vidas y las de sus familias con dignidad, seguridad, y confianza en el futuro.

Este nuevo escenario ante el que nos encontramos sitúa a España y a las demás Naciones con las que compartimos creencias y valores ante una encrucijada. Sabemos, y así lo hemos aprendido de las inagotables lecciones de nuestra historia, que las mayores esperanzas y también los mayores logros nacen de las más grandes dificultades. España ha demostrado con creces en las últimas décadas cómo superar de forma ejemplar múltiples retos y tengo plena confianza en la capacidad que tenemos los españoles para construir un futuro más sólido y equitativo, de prosperidad y bienestar, que todos anhelamos.

Para ello, debemos aplicar a esa tarea lo mejor de nosotros mismos. Llevemos a cabo una reflexión colectiva, sincera y profunda, sobre nuestros desafíos y prioridades, nuestras fortalezas y nuestras debilidades. Hagamos ese camino sin esperar que sean otros los que resuelvan lo que a nosotros nos corresponde afrontar y volquemos, en ese gran esfuerzo individual y colectivo, toda nuestra capacidad de emprender, de imaginar y de innovar.

Sin miedo y con la mirada puesta en el futuro, conscientes, como se ha dicho, de que “el presente es sólo un instante del pasado”; apoyémonos en los valores imperecederos que aquí tantas veces hemos proclamado: el esfuerzo y el sacrificio, la tolerancia y el respeto mutuo; el saber y la cultura; el compromiso solidario.

Trabajemos, en fin, cohesionados, codo con codo y hombro con hombro, con espíritu constructivo, con confianza e ilusión. Y forjaremos así una esperanzadora voluntad compartida en la que, salvando las legítimas diferencias, prevalezca la generosidad, el sentido de la responsabilidad y por encima de todo, el interés general.

Inspirémonos en estos principios y situemos a España en el lugar que le corresponde en ese nuevo mundo que se esta configurando en los albores del siglo XXI. Es nuestra responsabilidad. Es la responsabilidad de todos. Es lo que los españoles demandan y lo que juntos, sin duda, conseguiremos.





Criterios y opiniones.